La campaña electoral de las elecciones andaluzas se encuentran en su apogeo y con una dura lucha por convencer a los votantes por parte de los cuatro grandes partidos, porque si algo define a esta campaña es la tremenda igualdad existente en las intenciones de voto, que van a dinamitar totalmente el tradicional bipartidismo y abre una era de obligados pactos para gobernar en la Junta de Andalucía.

La correlación de fuerzas se va a decidir por unos pocos votos y eso lo saben los partidos, que están apretando en sus mensajes. Pero es en atraer el voto conservador donde se está produciendo una batalla más cruenta. Partido Popular y Ciudadanos se están disputando un electorado que tradicionalmente ha sido fiel al PP, pero que está acusando el enorme desgaste de los casos de corrupción a nivel nacional y cierto estancamiento y desencanto, que ha abierto las puertas a Ciudadanos con un rápido crecimiento en sus expectativas de voto. De hecho, la estrategia del PP es clara: frenar la sangría hacia Ciudadanos. Se vio en el primer debate entre los candidatos, en el que Juanma Moreno, candidato a la presidencia por el Partido Popular; y Juan Marín, candidato por Ciudadanos, se fajaron con dureza entre ellos, para tranquilidad de Susana Díaz, candidata del PSOE que se encontró con tiempo para exponer su mensaje con tranquilidad.

La lucha entre Ciudadanos y PP será clave para liderar la oposición o, quizás en el caso de Ciudadanos, plantear un pacto de gobierno con el PSOE. En todo caso, Ciudadanos es quien, a priori, tiene más que ganar, ya que todos los sondeos le dan que duplicará los votos respecto a las elecciones de 2015. No obstante, el problema será el de las expectativas y caer por debajo del 15% de los votos sería considerado un fracaso. El PP ya baraja cualquier opción que sea superar la barrera del 20% y afianzarse por encima de Ciudadanos. Lo que es sintomático es dónde pone la mirada cada partido: el PP mira hacia abajo y espera no perder mucho, mientras Ciudadanos busca ganar lo más posible.

La lucha a la izquierda no parece tan cruenta. Teresa Rodríguez y Adelante Andalucía han planteado una campaña electoral muy centrada en el mensaje social, intentando conectar con sus posibles votantes y atraer el ala más izquierdista de los socialistas. Le lastra cierta sensación de irrealidad y radicalidad en algunos planteamientos, que no terminan de ayudar a ver a esta formación como una alternativa seria de gobierno. No obstante, su batalla es clara, auparse como alternativa para pactar un gobierno y así mostrar una cara gestora de la que ahora carece. De Adelante Andalucía lo que se aprecia es que la imagen de IU queda demasiado diluida, ya que la omnipresencia de Teresa Rodríguez y el peso mayoritario de Podemos en la estructura se está dejando notar.

El PSOE se encuentra con una campaña fácil en cuanto a que no debe fajarse tanto en la lucha política, pero con enormes reticencias de su electorado tradicional para renovarle el voto. Los socialistas, con Susana Díaz a la cabeza, notan el desgaste de casi 40 años en el gobierno sin alternancia, pero el enfrentamiento PP-Ciudadanos y la desconfianza a la alternativa de Adelante Andalucía los sitúa como opción de gobierno más clara. Eso puede indicar la existencia de un voto oculto (o incluso vergonzante) que se decantará en último momento por los socialistas, siempre que sean capaces de movilizar la abstención.

Encuestas de las elecciones

Infogram

Susana Díaz no está teniendo un papel excesivo. Su presencia es notable, pero se ha optado por una campaña algo menos personalista, con una apuesta por voces provinciales que trasladan el mensaje. Trabajan más las propuestas y menos los ataques o los mensajes al miedo, al menos en la primera parte de la campaña. La combinación de imagen de seriedad, de gestores y de propuestas concretas le puede funcionar para afianzar ese 35% de los votos que le permitirían volver a gobernar en coalición y a la espera de que exista ese voto oculto que se intuye en las encuestas.

En todo caso, el resultados de las votaciones y el reparto de escaños será fundamental. Susana Díaz y el PSOE quieren afianzar sus posiciones ante un más que claro pacto con otro partido. Han jugado a no vetar a nadie, lo que les facilitan los contactos con todos. Es una trampa que han aprendido a evitar y que Ciudadanos, Adelante Andalucía y el PP no han conseguido, cerrando puertas que pueden ser claves a medio plazo. En todo caso, la decisión final de negociar cualquier acuerdo no dependerá de las direcciones autonómicas ni nacionales, sino del número de escaños. La realidad política suele imponerse a los discursos. Incluso a los más encendidos.

La parte anecdótica de la próxima votación de las elecciones andaluzas correrá a cargo de VOX. Alguna encuesta le da un escaño por Sevilla, donde parece que tiene más apoyo de Andalucía. Es cierto que en los últimos sondeos han reducido sus proyecciones de votos y escaños, pero estas elecciones servirán para calibrar la verdadera fuerza de esta formación y sus expectativas. Hay cierta curiosidad y morbo por conocer el alcance de su propuesta y si son más una formación que recoge cierto voto protesta o cuenta con respaldo estable. En todo caso, restará votos al Partido Popular que le pueden costar algún que otro escaño. La decisión del voto útil puede ser clave para que VOX entre o no en el Parlamento andaluz.