Fueron tan originales que los que acabaron el colegio en junio de 1973, sin exámenes de septiembre en el horizonte, disfrutaron de lo nunca visto: seis meses de vacaciones antes de incorporarse a la naciente Universidad de Málaga.

Lo explica Rafael Martínez Madrid, uno de los alumnos de la afortunada promoción 1974-1978: «El curso se inició en 1974 pues un efímero ministro de Educación, el catedrático de Química de Granada Julio Rodríguez Martínez, tuvo la ocurrencia de hacer corresponder el año académico con el año natural y, a modo de experimento, el alumnado del primer curso de todas las universidades españolas comenzó las clases el 7 de enero». Ni que decir tiene, que el invento de don Julio Rodríguez se ganó con todos los honores el nombre de calendario juliano. Sin embargo, solo duró un mes, así que el curso tuvo que alargarse hasta finales de junio para dar cabida a todo el temario.

Rafael Martínez, que además es presidente de la Asociación de Amigos del Museo de Málaga, hizo ayer de guía en la Aduana para los más de 60 compañeros de la primera promoción de la Licenciatura de Geografía e Historia, que ayer celebraron los 40 años de finalización de sus estudios, que en 1974 sustituyeron a la antigua titulación de Filosofía y Letras.

El encuentro comenzó a las 11.30 de la mañana con la visita guiada y dos hora más tarde, tras una foto de grupo en el patio del museo, pasaron al restaurante de la Aduana para recordar, en muchos casos, cinco años de anécdotas «entre los muros de la Facultad de Letras en el antiguo Colegio de San Agustín, en la calle Echegaray», contaba ayer Rafael.

Pero no todos compartieron esos cinco años, pues por el propio plan de estudios, «desde el primer curso se estudiaba la Licenciatura de Filología o Geografía e Historia, con un primer ciclo común de tres años y un segundo ciclo de dos, en varias especialidades: Geografía, Prehistoria e Historia Antigua, Medieval, Moderna y Contemporánea; pero Historia del Arte se cursaba en Granada o Sevilla».

Fueron tiempos cargados de vivencias y sobre todo, de Historia con mayúsculas, pues comenzaron sus estudios bajo una dictadura y los concluyeron en democracia, así que no faltaron huelgas, encierros ni reivindicaciones políticas y sociales. Puros hijos de la Transición.

Pero no sólo la democracia daba los primeros pasos, también la Universidad de Málaga, que no tenía capacidad para albergar más estudiantes en el Colegio Universitario de Filosofía y Letras (dependiente de la Universidad de Granada), en la actual sede del Archivo Municipal, en la Alameda Principal.

Por eso hubo que albergar a marchas forzadas a esta promoción en San Agustín pero antes, adaptar el edificio y mientras duraban las obras, instalar a estos acérrimos de las Humanidades en la Escuela de Peritos del Ejido.

Como cuenta Rafael Martínez, «algunos todavía recuerdan cómo se confundían con manifestaciones, tan frecuentes en la época, los desplazamiento del curso completo bajando desde El Ejido hasta la Alameda para participar en las asambleas de la facultad con los compañeros del colegio universitario».

Ayer, corrieron como la espuma los abrazos y las anécdotas. Antiguos estudiantes, muchos de ellos en puestos relevantes, y como aseguraba Rafael, «continúan con el espíritu crítico que los caracteriza».