­Es este el largo y pedregoso camino de penitencia que le espera al PSOE. Acaso, se padece menos cuando uno está avisado de antemano del dolor que está por llegar. Una caída es menos caída cuando ésta se produce a cámara lenta. Estas son algunas de las cuestiones que conciernan al PSOE de Málaga después del último domingo traumático, que dejó unos resultados electorales que propiciarán un vuelco en el Gobierno de la Junta de Andalucía. Entre las pasadas elecciones autonómicas del 2 de diciembre y las municipales en mayo del próximo año apenas hay seis meses en los que se pueden cometer muchos errores o aprender de los cometidos en el pasado y enmendar el rumbo. Pero la posible irrupción de Vox en los ayuntamientos de la provincia, aunque ahora mismo aún sea una incógnita, amenaza con romper el equilibrio de pactos a la izquierda en muchas alcaldías en las que el PSOE gobierna en estos momentos. Entre ellas, algunas tan importantes como Torremolinos o Benalmádena. Eso, sin contar las dificultades que tendría el PSOE para hacerse con algunas plazas tan deseadas como pueden ser Málaga capital o Marbella. La extrapolación de los resultados autonómicos, con toda la precaución que hay que tener, amenaza con borrar el rojo del mapa político de la provincia. Una amenaza aún hipotética, pero que puede concretarse, una vez que la irrupción de Vox no ha venido acompañada de un veto firme por parte del PP y Ciudadanos. Si a estas alturas el partido de extrema derecha no ha sido descartado como un posible aliado para acuerdos postelectorales, nada hace indicar que el cordón sanitario llegue en mayo.

No hay que derivar nunca de unas elecciones autonómicas en su totalidad. En las municipales entran en juego otros asuntos, candidatos distintos y la meteorología política es en estos tiempos más cambiante que nunca. Seis meses dan para mucho. Pero la pérdida de 14 escaños en el Parlamento andaluz ilustra una peligrosa espiral descendente para los intereses socialistas a la que hay que sumar, además, la debacle en las urnas de Adelante Andalucía. De hecho, a pesar de tener a Teresa Rodríguez como cabeza de cartel, la coalición de izquierdas ha registrado en la provincia de Málaga sus mayores pérdidas en comparación con el resto de provincias.

De cristalizarse la «triple alianza», tal y como se ha referido la todavía presidenta de la Junta, Susana Díaz, a pactos entre el PP, Ciudadanos y Vox, los socialistas podrían perder todo el poder que tiene en la Costa. Partiendo de la teoría de bloques, una suma entre el PSOE y Adelante no sumaría en los grandes municipios. Los socialistas se tendrían que olvidar de Torremolinos y Marbella, donde gobiernan ahora mismo, pero tampoco podrían aspirar a recuperar Marbella, donde ahora gobierna el PP tras la moción de censura que sacó del Ayuntamiento a José Bernal. Lejos queda también la posibilidad de gobernar en Fuengirola o Estepona. Aunque en el primer municipio, tradicional bastión del PP, Ana Mula, la actual alcaldesa, perdería la mayoría absoluta, podría seguir gobernando con el apoyo, bien con el apoyo de Ciudadanos o bien con uno hipotético de Vox. En el caso de Estepona, aunque el actual regidor, José María García Urbano, perdiera la mayoría, el PSOE junto a una eventual coalición de Adelante Andalucía (IU+Podemos), se quedaría muy lejos de sumar una mayoría absoluta.

El PSOE también perdería la única alcaldía que tiene en la provincia, donde gobierna con mayoría absoluta. En Cártama, un acuerdo entre el PP, Ciudadanos y Vox podría acabar con la hegemonía de Jorge Gallardo. En la zona del Guadalhorce, al PSOE también le sería muy difícil gobernar en los ayuntamientos. Por poner ejemplos, en Alhaurín el Grande, donde Antonia Ledesma ha vuelto al PP, Vox ha sido la cuarta fuerza más votada. En Alhaurín de la Torre, Ciudadanos fue el más votado, aunque al PSOE no le daría para gobernar.