Vacíos legales, vecinos hartos, empresarios buscando nuevas formas de negocio y la polémica está servida. Este combo tiene todos los ingredientes para quedarse y por la lentitud con la que se intuye que llegue la regularización de esta nueva forma de transporte todavía se estará hablando de esto un tiempo.

Aunque los patinetes llevan calando en la sociedad alrededor de un año y, sobre todo, desde verano, no ha sido hasta que una señora ha muerto en Barcelona tras ser atropellada por uno de estos patinetes que han sonado todas las alarmas: Hay que regular. «Nadie quiere una desgracia pero ha sido la única presión para poder acelerar la regulación de este tipo de vehículos», reflexiona Kike San Miguel, propietario de QQBikes y presidente de la Asociación Malagueña de Empresarios de Turismos Sostenibles. Es indiscutible que estos Vehículos de Movilidad Personal (VMP) tienen muchas ventajas. No contaminan, no ocupan mucho espacio, son fáciles de utilizar y descongestionan el tráfico. Pero al igual que cuando se empezó a utilizar la bicicleta como forma de transporte o cuando empezamos a ver en el centro a los turistas a bordo de segways todo lo nuevo que surge necesita un proceso de adaptación. Y sobre todo para los vecinos del centro que entre terrazas, ruido y aglomeraciones necesitan más que nadie que se les escuche.

Hasta el momento cada ayuntamiento ha ido regulando estos vehículos. Barcelona fue pionera modificando la ordenanza en lo referente a los VMP y estableciendo que podían circular por carril bici, zonas 30 y plataformas únicas así como la obligatoriedad de llevar casco, ser mayor de 16 años y contratar un seguro. Por su parte, Madrid permite que los patinetes circulen por las carreteras que tengan un límite de 20 o 30 kilómetros por hora así como por los carriles bici, pero no pueden circular por las aceras. En Málaga lo único que recoge la normativa es que los patinetes pueden ir por la acera y a la misma velocidad que el peatón, pero desde que llegaron las empresas de alquiler por minuto la situación se ha puesto más tensa. Y es que a VOI, la primera en llegar a la capital, estuvo una semana operando hasta que el Ayuntamiento ordenó que retiraran sus patinetes de las aceras, donde estaban estacionando. No fue hasta que acordaron con negocios locales aparcar en sus instalaciones que volvieron a operar.

Lime llegó afirmando que habían estado meses en contacto con el Ayuntamiento para cumplir con la normativa y que indicarían a los usuarios los lugares en los que está permitido aparcar los patinetes a través de su aplicación, que serían privados. Pero en la práctica es raro que dando un paseo por el Centro no te encuentres con los patinetes eléctricos de uso compartido aparcados en la vía pública. Y aquí está el problema. Un problema que los vecinos del Centro resaltan día tras día sin ver que se resuelva. En más de una ocasión han alertado a la Policía, que aunque está multando a la empresa no los están pudiendo retirar debido a un vacío legal, pues a pesar de que el artículo 9 de la ordenanza municipal impide ocupar un espacio público con fines lucrativos no existe un procedimiento establecido para poder retirar los patinetes. Madrid, que está padeciendo lo mismo, ya ha prohibido a ambas operar hasta que no establezca en su app las zonas para terminar el viaje.

En Málaga la edil de Movilidad, Elvira Maeso, insiste en la necesidad de que la DGT regule a nivel estatal la situación de los patinetes. Algo que ya están estudiando.

Entre las medidas que plantean está prohibirlos en las aceras y a más de 25 kilómetros por hora. De esta manera, se pondrán las bases y los ayuntamientos adaptarán las ordenanzas y regularán en qué condiciones y por qué vías podrán ir.

El trágico suceso acaecido en Barcelona ha hecho que Tráfico quiera darse prisa por regularlo, pero no hay una fecha concreta para este nuevo reglamento, aunque prevén que será a lo largo de 2019. Teniendo en cuenta que algunas asociaciones de ciclistas se quejan de que ahora otro vehículo pueda ocupar en algunas ciudades sus carriles y con este clima de incertidumbre quién sabe, quizá el nuevo año nos traiga carriles para patinetes.