Andreu Veà, que participa este miércoles en el evento CityHub de Málaga, preside la Internet Society ISOC-es, que apoya y promueve el desarrollo de Internet como una infraestructura global para enriquecer la vida de las personas, y ha sido durante tres años asesor de la Comisión Europea sobre la implementación de la Agenda Digital para Europa. Su objetivo: "promover una sociedad digital inclusiva, trabajando con ciudadanos, comunidades, empresas, gobiernos y sector educativo".

Creo que usted no solo predica, sino que practica y es un ejemplo vivo de lo que suponen todas las capacidades "smart" que facilitan las tecnologías...

Sí, yo soy ingeniero y los ingenieros estamos entrenados para hacer cosas que eran imposibles, o hacerlas mejor. Cuando he sido presidente de la comunidad de vecinos reduje 16 veces el consumo eléctrico de la comunidad, 10 veces el consumo de agua y un 30% el consumo de gas. Esto es optimizar gracias a la tecnología. Si yo puedo hacerlo, entiendo que otros también. Lo único que hago es compartir las cosas buenas.

Las comparte en el libro "Tecnología para andar por casa". ¿Nos podría dar alguna pista de cómo la tecnología nos puede ayudar en el ámbito doméstico?

Algo parecido a lo que hice en mi comunidad de vecinos, lo acabo de hacer en el Hospital Vall d'Hebron de Barcelona. Allí he reducido en un millón de euros la factura eléctrica anual. A nivel doméstico, la palabra LED tiene que ser nuestra amiga y la palabra incandescencia debe estar prohibida. De entrada, se divide por diez el consumo. Además, es importante conocer cómo funciona la electricidad y los usos horarios. En mi libro comparto trucos y consejos en este sentido, pero también a la hora de comprar un televisor o proteger nuestro patrimonio digital. Me preocupa mucho observar que vamos a hacia un lugar en donde los historiadores del siglo XXII van a pensar que ha habido un vacío, no se van a encontrar nada por el tema de la perdurabilidad. Nosotros hemos visto las fotos de nuestros abuelos o bisabuelos pero probablemente nuestros nietos no vean las nuestras. Ahora hacemos "cacafotos" y normalmente las almacenamos en la nube, pero ¿qué pasa si desaparece Google? O las guardamos en un disco duro... un sistema poco fiable y con fecha de caducidad. En el libro hablo de la regla 3, 2, 1: 3 copias de cada elemento, puestas en 2 tecnologías y en una ubicación distinta.

Además, forma parte del movimiento Quantified Self (Yo cuantificado). ¿En qué consiste?

Las personas ponemos muchísimos sensores en un coche, pero no lo hacemos con nuestro cuerpo, que es mucho más importante. Este movimiento aboga por conocerse a uno mismo a través de los números, hacer una especie de Big Data personal. Para ello, desde hace cuatro años llevo sensores en mi cuerpo que me dicen la velocidad a la que respiro y mi ritmo cardiaco. Como las mediciones son en tiempo real, si estoy mal, el implante vibra y yo puedo controlar mi respiración y cambiar de estado de ánimo. Este es un ejemplo, pero hago muchísimas cosas más: me peso dos veces al día, con otro sensor mido cada media hora el nivel de CO2 y la temperatura de la habitación en la que estoy... De estas mediciones puedo inferir y sacar conclusiones sobre lo que es mejor para mi cuerpo y mi salud. Además, tengo en la solapa una cámara que hace fotografías cada 30 segundos y cuando paso por una zona Wi-Fi se suben a un sistema de inteligencia artificial que filtra las imágenes y me hace un time-lapse de toda mi vida.

Usted impulsa una sociedad digital inclusiva, ¿Qué engloba este concepto?

Cuando hablo de inclusivo me refiero a pensar en todo el mundo, también en los diversos funcionales, para así ganar todos. Lo vemos en las rampas, que usan las personas en sillas de ruedas, pero también las madres con carritos de bebé y los ancianos con bastón y, en lo digital, por ejemplo, lo vemos en el sistema predictivo, el corrector de los teléfonos móviles, que en un inicio era para personas con parálisis cerebral pero hoy es útil para todos. Ahora estoy intentando que el metro comparta la información del estado de las escaleras y los ascensores, algo que no tiene coste pero tiene un valor salvaje para el ciudadano, sobre todo si tiene alguna discapacidad física. Tanto en lo mecánico como en lo digital me considero una especie de Robin Hood que encuentra barreras arquitectónicas y las intenta romper.

Esta labor va en la línea de construir ciudades más amigables entre todos y para todos...

Claro, hay muchos ciudadanos que no son ingenieros pero sí tienen la capacidad de ingenio, es decir, tienen ideas buenísimas. Debería haber una manera en la que den su feedback a la administración local para que se realicen cambios que hagan las ciudades menos agresivas y más amables con las personas que vivimos en ellas.

En su charla en CityHub tratará también aspectos como la movilidad y la eficiencia energética en las ciudades del futuro, ¿qué avances veremos pronto en estos campos?

En relación a la movilidad, el vehículo será conectado, eléctrico, autónomo y compartido, en este orden. Las familias tendrán a su disposición un coche mágico porque toda tecnología suficientemente avanzada es indistinguible de la magia. En verdad son ordenadores disfrazados de coches. En el campo de la energética cada vez existen más medidas que nos permiten ser más eficientes y consumir menos a nivel doméstico como sistemas aislantes con nanopartículas que permiten bajar hasta 12 grados la temperatura en el interior de una casa.