­Uno de los grandes interrogantes aparejados a la cita es saber de qué lado se inclinará finalmente la Diputación de Málaga, que en 2011 cayó en manos del PP tras dos gobiernos consecutivos en coalición de PSOE e IU. Los socialistas malagueños, hasta ahora, se veían con buenas posibilidades de recuperar la institución en mayo de 2019. De hecho, ha sido declarado como uno de los principales objetivos del ciclo electoral en las municipales. La posible irrupción de Vox cambia todos los planes, tal y como estaban establecidos.

La brega de los socialistas tendrá mucho que ver con su capacidad para mantener algunas de las plazas conquistadas, sin saber aún si hay de por medio unas elecciones generales en marzo, que podrían alterar aun más el escenario político. Algunas de larga fidelidad a los socialistas como Antequera o Coín, se perdieron, y ahora tampoco parece que sean recuperables, a priori.

Para los socialistas va a resultar fundamental que puedan movilizar al electorado. Una campaña de perfil bajo, como lo ha sido la de estas autonómicas, no dará el resultado deseado. Aunque no se manifieste de puertas para fuera, entre muchos candidatos del PSOE existe un enorme malestar en cómo se ha llevado esta última campaña. «En algunos municipios, no ha salido ni la alcaldesa a recibirnos», se lamenta una militante que ha estado pateándose toda la provincia en busca de votos.

Los candidatos socialistas tienen que perfilarse desde ya para estar por encima, incluso, de las siglas del partido. Con la dificultad de no poderse parapetar detrás de la amplia espalda de la Junta. Lo que sí puede beneficiar al PSOE es que Ciudadanos, como todo hace indicar, no acepta a Vox como un aliado natural per se. Después de hacer bandera de un discurso contra los populismos, gobiernos con Vox minarían la coherencia de los de naranja.