La baja natalidad en España hará que dentro de 30 años, o incluso 20, los modelos económicos, políticos y sociales que existen actualmente tengan que transformarse por completo para adaptarse a una nueva realidad, en la que cada vez habrá menos población. Aunque se apunte a que las solución se encuentra en regular la inmigración, crear más empleo, crear políticas de conciliación familiar, o crear una nueva imagen social de la familia, muchos expertos instan a buscar una solución concreta para paliar los efectos que puede tener sobre la economía del país y sobre las pensiones.

Los últimos datos que ha publicado el Instituto Nacional de Estadística (INE) revelan que, hasta junio de 2018, en nuestro país fallecieron 226.384 personas, mientras que el número de nacimientos no superó los 179.794- la cifra más baja registrada desde el año 1941. Además, esta diferencia entre los dos indicadores advierten de que un semestre más se produce un saldo vegetativo negativo de 46.590 individuos, y que por lo pronto continuará sin remontar.

A pesar de que este saldo negativo se concentró en mayor medida en el norte de España, y de que Málaga ha sido una de las diez provincias que mejor saldo negativo presenta, no nos libramos de esta tendencia a la baja. De hecho, la provincia ha registrado la cifra más baja de nacimientos de los últimos 20 años, ya que desde el mes de enero a junio solo nacieron 6.403 niños, mientras que el número de fallecidos ascendió a 7.190 personas.

El doctor en Sociología de la Universidad de Málaga Luis Ayuso explica que estos datos «son alarmantes», ya que auguran un futuro despoblado de personas jóvenes, y apunta a que, a pesar de que en estos momentos las consecuencias no sean visibles, dentro de 30 o 20 años los modelos políticos, económicos y sociales de nuestro país quedarán completamente obsoletos ante la falta de población que los mantenga. En especial, el experto en familia considera que uno de los cambios más radicales lo veremos en la economía, en el sistema de bienestar que tenemos establecido y en «la extinción progresiva de la figura de los hermanos», ya que desde hace algunos años las encuestas demuestran que existen cada vez más familias que optan por no tener hijos o solo tener uno, debido a la falta de recursos y los altos costes que conllevan mantener a los pequeños.

Según Ayuso, el descenso de la natalidad también producirá diversos cambios en la alimentación, el tipo de ocio que consumimos, la tecnología y sobre todo en las pensiones. «Es uno de los temas que más preocupan. Si hay menos personas que trabajen, las pensiones se van a ver gravemente afectadas porque la contribución será menor», señala.

Ante esta afirmación, la secretaria general de la Confederación de Empresarios de Málaga, Natalia Sánchez, piensa que los movimientos demográficos son fáciles de prever pero «difíciles de modificar», por lo que aconseja guardar la calma ante este fenómeno, que a su juicio se trata de algo «global, y no solo se ve a nivel nacional o provincial». «La bajada de la natalidad va a afectar inevitablemente a las pensiones pero sabemos que las soluciones están en los modelos económicos. Hay que buscar un sistema que compense el actual, ya que éste no va a ser sostenible en el futuro. Se encontrará la forma», explica.

Con estas premisas, Maribel Hernández, del sindicato CCOO en Málaga, considera que antes de cambiar los modelos económicos del país, lo que se debe hacer es crear más empleo para que los jóvenes. Así encontrarán estabilidad económica, se animarán a tener hijos «porque podrán afrontar el coste», y se seguirá aportando a las arcas de las pensiones.

«Nos quieren vender la idea de que las pensiones se ven afectadas por la baja natalidad, pero lo hacen por la falta de políticas que hacen que los jóvenes no puedan tener un salario digno, una vivienda y conciliar la vida familiar con el trabajo», sentencia.