­Los hoteles de Málaga afrontan el fin de año con unas cifras de ocupación que rozan el lleno. Y es que las previsiones para los últimos días de Navidad son del 84 por ciento, según la Asociación de Hoteleros de la Costa del Sol. «Las previsiones se están cumpliendo y estamos teniendo unas fiestas muy buenas», asegura el vicepresidente para Málaga capital de la Asociación de Empresarios Hoteleros de la Costa del Sol (Aehcos), Francisco Moro.

Málaga, entre el turismo de luces y la oportunidad de pasar una de las épocas más frías del año con un buen clima, se ha convertido en la elección de muchos esta Navidad. «La Costa del Sol es uno de los destinos de moda en Europa que mezcla sol, playa, cultura, autenticidad, tradición y compras», según la descripción de la organización European Best Destinations.

Además, en esta segunda semana festiva la celebración de cotillones en Nochevieja y la estancia en las casas rurales y alojamientos del interior impulsan las previsiones de Aehcos. Las cifras, según el presidente de la asociación, Luis Callejón, van en línea con las del año pasado. Un arma de doble filo que refleja que aunque Málaga sigue sin perder su atractivo hay una dificultad para seguir creciendo al estar posicionada ya en unas cifras elevadas de ocupación.

Desestacionalización

Aunque la capital, por su parte, es el destino que más visitantes atrae también la ocupación de los hoteles de la Costa reflejan que se está haciendo frente a la estacionalidad. El motivo es vender las bondades de un destino de 365 días.

«Tenemos que ir en la misma línea. Ahora no podemos dar marcha atrás y volver al low cost», explica Callejón. Asimismo, el turismo rural triunfa gracias a la preferencia por aislarse para festejar el año nuevo. Así, las casas rurales tienen un lleno total estos días. Para el presidente de Aehcos esto se debe a que «irte a una casa rural, te permite hacer lo que te da la gana y festejar sin molestar a nadie».

Toda esta situación da respiro al sector, que afronta tras la Navidad unos meses de menor afluencia turística. Enero y febrero, junto a noviembre y diciembre son los más temidos por los hoteleros, que aunque creen que el año que entra dejará unas cifras parecidas a 2018 lucharán por comerle terreno a la estacionalidad. Algo que, aseguran, están consiguiendo poco a poco. Por lo pronto, el temor ante una posible desaceleración en el sector ha desaparecido con un año turístico «positivo» en la provincia.