La Navidad está repleta de buenos momentos, reuniones familiares y encuentros en los que la felicidad es la protagonista, pero para las personas que sufren un TCA (Trastorno de la Conducta Alimentaria) no todo es así, ya que estas fechas pueden convertirse en una de las épocas más complicadas del año, donde se ven especialmente afectadas por las particulares características que invaden el ambiente navideño.

Estas personas se enfrentan a un contacto familiar que normalmente resalta las cualidades físicas con expresiones recurrentes pero que tienen un efecto directo en la persona: '¿Has cogido unos kilos de más, no?', '¡Qué bien te han sentado!' o '¡Qué poco has comido!' junto a típicas y habituales preguntas que al final hacen resurgir una ansiedad creciente que se ve incentivada, no tanto por el peligro que pueda suponer enfrentarse a la comida, sino por la exposición a la familia.

No existen cifras oficiales sobre el número de personas que sufren un trastorno alimentario en nuestro país, pero sí registros individualizados por centros. Según datos facilitados por el Hospital Regional Universitario de Málaga, este cuenta con una tasa de prevalencia que se sitúa alrededor del 4% de la población femenina de la provincia de entre 12 y 21 años. El centro vincula este tipo de trastorno al sexo femenino y a la adolescencia,y resalta el hecho que una de cada diez afectadas sea una chica adolescente. Desde hace ya varios años, la sanidad pública no pone en marcha un informe exhaustivo que ofrezca una visión generalizada en este ámbito, por lo que no se disponen de datos nacionales, aunque sí aspectos como los que se resaltaban en las últimas publicaciones llevadas a cabo por el Ministerio de Sanidad, como, por ejemplo, que la mortalidad en casos de Trastornos de la Conducta Alimentaria (TCA) es la más alta entre la detectada por trastornos psiquiátricos.

La Asociación contra la Anorexia y la Bulimia (ACAB) calculó el pasado año que entorno a un 5% de la población femenina española padece algún trastorno alimentario, datos centrados en las mujeres, ya que estas representan 9 de cada 10 casos. Junto a este grupo, hoy día, los adolescentes son los más vulnerables y expuestos a sufrir algún tipo de TCA, en primer lugar por su menor capacidad crítica y en segundo lugar, por el gran consumo de contenidos digitales y redes sociales. A ello se le suman diferentes situaciones a las que se enfrentan y su fragilidad a la hora de poder influir sobre ellos, un aspecto sobre el que ni la Navidad ni las reuniones familiares benefician.¿Cómo ayudar en navidades?

«La Navidad tiene varios aspectos que influyen negativamente sobre este tipo de personas como por ejemplo son la comida, un cambio de rutina importante, el contacto con familiares a los que habitualmente no se ven y a ello unido a las situaciones especiales a las que tienen que enfrentarse», señala la psicóloga y terapeuta especializada en TCA, Laura Rodríguez Hernández. Por lo que estas fechas se convierten en el momento propicio para que los trastornos alimentarios salgan a la luz, ya que la conducta de estas personas puede verse alterada frente a la mesa y a la hora de relacionarse con los familiares.

Situaciones tan comunes en estos días como ir a comprar ropa para fin de año o exponerse a alimentos que para ellos son prohibidos puede derivar en un estado de ansiedad, cuyos síntomas se manifiestan mediante la restricción de comida, el ayuno por culpabilidad, el vómito o los atracones descontrolados. Por ello, durante este periodo navideño es importante que las personas que rodean a los afectados no insistan en su aspecto físico, ni en las cantidades de comida que ingieran, ya que estas son conscientes de sus hábitos alimenticios y la insistencia sólo hará que se sientan incómodos, terminando por reforzar la conducta errónea.

Otro de los aspectos que no ayudan y que suele ser muy habitual por parte de los familiares, es esconder la comida para evitar que el afectado ingiera grandes cantidades. Este acto sólo produce un sentimiento negativo sobre la persona que sufre este tipo de trastorno, las cuales suelen caer en el atracón.

«Frente a los TCA es importante que se normalice la situación, animando a la persona e interesándonos por lo que pueda sucederle a la vez que le damos apoyo para buscar ayuda profesional, ya que muchos de ellos se sienten avergonzados y no dan tal paso», resalta Rodríguez.La familia

A la hora de tratar un TCA, la familia se convierte en un elemento fundamental en el tratamiento. A pesar de que existen terapias individuales, las grupales y familiares son imprescindibles para el desarrollo de la conducta de la persona afectada. «Normalmente es un trastorno que está relacionado directamente con el conjunto familiar, ya que dentro de este se suelen dar numerosas dinámicas que mantienen el problema de trastorno. Los padres suelen centrarse en el peso como único factor preocupante, cosa que no es así y a ello, se le suma la falta de comunicación», señala la psicóloga.

Frente a los TCA hay que tener claro que son un problema psicológico por lo que acudir a un profesional en cuanto sean detectados se convierte en calve para evitar el avance del trastorno, así como para aprender nuevas conductas familiares, adquirir instrumentos de apoyo para la unidad familiar y mejorar las conductas de la persona afectada.