Un león del Congreso que se declara antisistema; un robot enamorado de su propietario; El Quijote y el Lazarillo cruzan sus destinos en la Romería del Rocío... El sorprendente e imprevisible Teatro Canibal de Francisco Morales Lomas se representa en los escenarios de varios rincones de España e incluso sirve de terapia a pacientes en centros mentales. Francisco Morales Lomas es el continuador de una veterana tradición artística española que propone mirar la realidad de otra forma, muchas veces con humor y sorpresa final. Ahora, presenta en ediciones Carena el cuarto volumen de su Teatro Caníbal Completo.

¿Qué es el Teatro Canibal?

El canibalismo es una forma de dominación del otro. En mi teatro, que está anclado en la sociedad contemporánea, se establecen esas relaciones de poder en el ámbito social, en el familiar y en el de las relaciones humanas, junto con la vía del humor que a veces es negro y otras más claro y que deriva hacia el absurdo o el surrealismo. Sería un intento de adaptarme al siglo XXI, de ver que la realidad es mucho más amplia que el realismo tradicional, con esa vía presente con mucha fuerza desde el esperpento de Valle-Inclán y con la que me siento a gusto.

¿Cuáles son sus referencias?

Hay una línea que se inicia en el Libro del Buen Amor, pasa por algunas escenas de La Celestina, los pasos de Lope de Rueda, la visión negra de Quevedo, la visión de la pintura negra de Goya, la visión surrealista de Dalí y ya en el siglo XX pasa por Valle-Inclán, un referente fundamental para mí porque hice la tesis doctoral sobre él. Y también está el teatro de Mihura, el de Jardiel Poncela, Arrabal y el teatro del absurdo europeo. Esa es la línea que sigo.

En su teatro hay confrontación.

Y una evolución de los personajes desde el principio hasta el final. Siempre busco el efecto sorpresa, que el espectador no tenga la resolución del conflicto hasta el final e incluso que participe al máximo en la representación: hay muchos personajes que intervienen desde el patio de butacas y que interactúan.

Nada es lo que parece.

En mi teatro lo previsible es imposible porque tras una situación de aparente normalidad te puedes encontrar con otra de absoluta anormalidad. Por ejemplo, en una de mis obras largas, Vaffanculo, planteo la historia de una familia cuyos hijos cumplen años y años y no se van de la casa. Ante esa situación, la vía canibal que yo planteo es proponerle a los hijos que se suiciden. Una situación absurda que introduce un elemento en el debate que permite alterarlo todo.

Usted fuerza la realidad.

Sí, para que se entre en esa confrontación de ideas con ese elemento disruptivo. Trato de desubicar a los personajes y al estar en una situación diferente los comportamientos cambian. Intento cimbrear la realidad y ver qué es lo que pasa. Eso genera nuevas propuestas.

¿En el Teatro Canibal los personajes se le rebelan a veces?

Eso es lo bueno del teatro. Los límites muchas veces los van marcando ellos a lo largo del desarrollo de la obra. Aunque tenga un esquema desde el principio que va madurando hasta que me siento a escribir, sin embargo a los personajes no los controlo en absoluto. Es un marco cogido con pespuntes, mientras que en el caso de la novela es más complicado porque si no la controlas se te acaba convirtiendo en una novela río.

En su obra El desahucio

Quien me inspiró esa obra fue un hombre que se suicidó en Granada por un desahucio. Ante esa situación ¿qué punto de vista adopto para que genere una reflexión en el espectador? Puedo plantear una tragedia pero pensaba que desde la perspectiva de humor negro se genera toda una situación de estar pensando en el tema del suicidio desde un punto de vista serio, aunque el planteamiento de los personajes sea humorístico. El darle la vuelta de tuerca o generar situaciones contradictorias produce en el espectador que se posicione en un determinado lugar y profundice.

Se atreve en una de sus obras, un diálogo de sordos, hasta con el procés

El asunto de los nacionalismos ha sido muy importante en España y marca la política española. Hay algo propio de la sociedad española y es esa dificultad para entenderse. Fui profesor unos años en Barcelona y me veían claramente como un outsider, por ser un andaluz que de pronto iba a Cataluña. La deriva que iba a tomar ya se veía claramente. Es un tema que me preocupa bastante pero le doy una perspectiva humorística porque creo que la situación tiene mucho humor.

Y en su obra sobre la Bella y la Bestia, la Bella es quien toma las riendas de la relación.

Intento, sin caer en el tópico, que la realidad cambie para a su vez, entrar en una reflexión diferente.

¿Por qué cree que en España se lee tan poco teatro?

Ni teatro ni poesía. La lectura queda un poco en el ámbito de la narrativa y eso creo que dependen de de las estructuras que se crean desde la infancia. Si planteas lecturas de microteatro y diálogos de humor eso funciona, pero no se ha desarrollado lo suficiente desde el punto de vista didáctico.