No es lo mismo gobernar que estar en la oposición. Claro que no es lo mismo. Aunque repitas una y otra vez que has ganado las elecciones. Que se lo cuenten a Susana Díaz. El 2D fue la candidata más votada, pero ayer fue el segundo plato en Fitur. El paseo militar, atrayendo todos los focos, ya se lo habían dado el miércoles Juanma Moreno y Juan Marín. Si aplicáramos a rajatabla la lógica de la segunda oportunidad, no hay lugar para el debate. Díaz se habría ganado el derecho a presentarse de nuevo como candidata del PSOE a la Junta de Andalucía. Ella quiere emular a Guillermo Fernández Vara, al que le une una buena relación. Éste pasó al rincón de pensar de la oposición en Extremadura y cuatro años más tarde recuperó el poder. Díaz es la secretaria general del PSOE. Eso es indiscutible. Como también lo es que ahora mismo no hay nadie dentro del partido que estaría dispuesto a jugarse los cuartos a lo que pueda pasar dentro de cuatro años.

El haber perdido la Junta de Andalucía hace tanto o más daño a Díaz que la derrota contra Pedro Sánchez o los sucesivos errores que han cometido las personas que le han querido abrir el paseíllo hacia lo más alto y luego han fallado con estrépito. Máximo Díaz Cano, uno de sus colaboradores más estrechos, ha pedido el reingreso a su plaza de funcionario en Castilla-La Mancha. No es casualidad. Que Díaz no está en su punto más álgido no solo se habla en Ferraz. También algunos alcaldes socialistas de la provincia analizan el nuevo contexto y hablan en privado de lo que nunca dirían en público. Es lo que ha ocurrido estos días en Fitur, que es una cita muy dada a los encuentros y a las cenas en las que se remangan las camisas y se aflojan las corbatas, que siempre son mejores y más interesantes. En Fitur hay una relación fluida entre políticos que da gusto. A Madrid se va a promocionar tu municipio, pero también a hablar de expectativas, de influencias y de posibles pactos postelectorales. «En todas las cenas de políticos se habla de política», resume como ley de vida un conocido socialista que competirá en mayo por una notable alcaldía en un notable municipio de la Costa del Sol. La misma persona participó este martes en una de estas cenas. Varios alcaldes socialistas sentados en una mesa. Nadie, entre entrantes, plato principal y botellas de vino, se atrevió a afirmar con rotundidad que la marca Susana Díaz vaya a servir para sumar en mayo. Votos, se entiende, que es lo que interesa en unas elecciones municipales. Se hicieron análisis varios y se sacaron algunas conclusiones. Ningunas buenas para los intereses de Díaz. Jugosos detalles que confirman que ya no cuenta con un respaldo sin fisuras. Ni entre los que se las daban de grandes abanderados del susanismo. La cuestión es que en cuanto se supo que había intención de plasmarlo todo a tumba abierta con más nombres propios y más negritas, alguien al otro lado del teléfono se puso algo nervioso. Que si estaba hablando en confianza y que se podía buscar la muerte en vida si esto se publicaba. «Ninguna conspiración contra nadie ni contra nada», se matizó más tarde. Excusatio non petita... Pues eso. Traicionar una fuente no es un delito penal, pero sí es un mal negocio a la larga. ¡Ojo! Tampoco se está desperdiciando una gran exclusiva. En las cenas de Fitur se intercambian secretos por minuto y se mercadea de forma vanidosa con información que a duras penas sirve para abrir una página. Pero el contenido de lo debatido en la cena en cuestión sí da idea de una lógica que se ha instalado en el pensamiento de muchos en el PSOE de Málaga, y que es de suma importancia para el futuro en Andalucía: el 27 de mayo puede ser el último día en que Díaz decida sobre su futuro sin que otros lo hagan por ella. Y siempre que los resultados electorales de las municipales del día anterior hayan acompañado. Porque el 26 de mayo, que es la fecha con las urnas, se ha convertido en un tótum revolútum para el PSOE. Un congreso regional y un congreso provincial a la vez. Si los resultados obtenidos ayudan a mantener el poder territorial, la posición de Díaz se verá fortalecida. Por ende, la dirección provincial de Málaga, con José Luis Ruiz Espejo al frente. Si se pierden las alcaldías que tanto costó conseguir en 2015 y Daniel Pérez tampoco rasca nada en la capital, empezarán los movimientos habituales que siempre acaban en defenestración.

Muchos alcaldes socialistas miran a Ciudadanos como fuerza necesaria para retener y sumar alcaldías en la provincia. La ruptura del pacto en Mijas, que ha contado con el respaldo de la dirección provincial, que culpa a Juan Carlos Maldonado, no ha sentado bien entre algunos alcaldes del PSOE. Podría debilitar las posturas, que el 27 de mayo hay que sentarse a hablar.