El otro día -un día cualquiera- mi mujer me sorprendió con un plato de comida que hace años no preparaba; es más, quizá no lo preparó nunca en los sesenta años que llevamos casados.

Conocía la receta tal vez por recuerdo familiar. El plato es de ascendencia andaluza. La composición o integrantes del guiso se basan principalmente en el pescado frito que en una comida normal queda en la fuente porque los comensales están ahítos y cierran el pico.

En cualquier hogar se producen restos de comida en las soperas y fuentes en perfecto estado, aunque fríos. El conocido restaurador Carlos Arguiñano, en sus programas televisivos siempre recomienda que se aprovechen todos los productos sobrantes de la preparación de los diferentes platos. Es una llamada ante el derroche de comida que va a la basura mientras en numerosas colectividades hay hambrunas.

Volviendo al plato de referencia -más adelante daré su nombre-, el pescado frito sobrante, como boquerones, jureles y otras especies, se deposita en una olla a la que se le agregan otros componentes como tomates, pimientos, pimentón, cebollas -o ajos tal vez- y se guisa. Total, un guiso de pescado en salsa.

A la hora de escribir correctamente el nombre o denominación de la vianda dudé porque nunca la había visto escrita. Antes de escribirlo, para no caer en falta, acudí al Diccionario Esencial de la Lengua Española editado por la Real Academia en 2006. No venía la palabra.

Recurrí entonces a la edición de 1992 del Diccionario de la Lengua Española de la misma Academia. Y la encontré: «Sobrehúsa. Del latín superfusa, derramada por encima. Femenino. Andalucía. Guiso de pescado en salsa, con cebolla, ajo, pimentón y otras especies».

Total, que el plato de aquél día tenía y tiene nombre propio y, como sospechaba, de origen andaluz. A la definición anterior agrega el diccionario: «Figuradamente en Andalucía, apodo, sobrenombre, mote».

Estas posibles acepciones no las había oído nunca pese a que soy andaluz. Total, que el sobrehúsa de Gregorio Sánchez era Chiquito de la Calzada. Creo que el llorado humorista no supo lo de sobrehúsa porque si lo hubiera sabido cualquiera sabe qué chiste hubiera inventado.El uso y los husos

Como me enganché en la palabra que ha dado origen al capítulo de este domingo, y la duda que me asaltó fue si sobrehúsa se escribía con hache o sin hache intercalada, la asocié a una palabra muy utilizada: uso. Huyo de la definición porque todos sabemos lo que significa uso, aparte las siglas de un sindicato, que entonces se convierte en USO.

Como la lengua española es muy enrevesada -posiblemente todos los idiomas son enrevesados- pensé en las dificultades que a lo largo del estudio de nuestra lengua encontrarán los extranjeros que enriquecen sus conocimientos estudiando el español.

Una de esas dificultades está en la palabra uso, Sin hache, no es problema alguno para el estudiante; pero si la encuentra escrita con hache -huso- entonces el animoso estudiante de español las pasará canutas porque husos está en nuestra lengua con dos significados totalmente opuestos: están los husos de la industria textil (figura redondeada para hilar) y están los husos horarios que están relacionados con la Geografía y que de vez en cuando los políticos que no tienen nada que hacer se acuerdan de que el dictador Franco se inclinó por husos horarios de la Alemania de Hitler en lugar de los husos horarios del Reino Unido de la Gran Bretaña.

Lo más fácil para que haya menos faltas de ortografía es eliminar la hache de primera letra y en los intercalados. Dejarla solo para la sílaba che.

Ya Camilo José Cela, antes de ingresar en la Real Academia, decidió eliminar la jota final de la palabra reloj dejando el instrumento medidor del tiempo en reló, que es como el noventa y ocho por ciento lo pronuncian. Salvo algún purista nadie dice reloj, remarcando la jota. La única palabra española que yo recuerde que termina en jota es la madera de boj.

Las gachas

Como he empezado el capítulo de hoy hablando de comida -la sabrosa sobrehúsa- termino con otro plato también de implantación andaluza que en Málaga creo que ningún restaurante tiene en su carta. Lo tuvo el Ventorrillo de la Perra, un restaurante que funcionó hace muchos años en Benalmádena o Torremolinos. Me refiero a las gachas cuya elaboración es muy simple: harina cocida con agua y sal, que se puede aderezar con leche o miel, adornada con cuscurrones (pan frito).

En tono despectivo aparece el mismo plato con la denominación de gachuela. Pero la gachuela en Málaga no tiene un solo significado. La gachuela es la harina mezclada con agua, sal, perejil, ajo y levadura para rebozar y freír gambas, pavías de bacalao y otras viandas; el otro significado de la gachuela es el pegamento de elaboración casera que los niños de mi época utilizábamos en sustitución del pegamento Pelikan o la goma arábiga.

Era el pegamento casero para pegar los cromos de las chocolatinas de Nestlé (las famosas Peter, Cailler, Kohler…) y los cromos de los futbolistas má famosos como Zamora, Quincoces, los hermanos Luis y Pedro Regueiro, Ventolrá, Lángara y otras figuras que de estar en activo hoy se pagaría por ellos más que por Neymar, Ronaldo, Messi y otros privilegiados. La elaboración de la gachuela para pegamento era muy simple: agua y harina. Puedo asegurar que la gachuela, un poco basta, eso sí, cumplía su función de pegamento.

Resumiendo, con permiso de la RAE, las gachas son una cosa y la gachuela otra, en Málaga por lo menos.

Sucede lo mismo con el gazpacho y el gazpachuelo; el gazpacho es un plato andaluz por excelencia que acabará siendo Patrimonio Inmaterial de la Humanidad, como los espetones, y el gazpachuelo es una sopa caliente que en otras regiones se denomina sopa de huevo, y que no tiene nada que ver con nuestro gazpachuelo, muy celebrado por nuestros paisanos y turistas.

Incluso hay un grupo de amigos que cada mes elige un restaurante de Málaga con un plato estrella: el gazpachuelo. Y como en el caso de las catas de vino, los degustadores puntúan su calidad para repetir cuando agoten el censo de los establecimientos de restauración que hay en Málaga. Pero como hay tantos, tardarán años en completar la lista y empezar la segunda vuelta, como la liga de fútbol y baloncesto.