Los conflictos en los colegios o institutos nunca se van a acabar mientras exista la convivencia. Los centros educativos son un reflejo de lo que ocurre fuera. Las aulas y los pasillos no son ajenos a lo que pasa en la sociedad. Así que en lo que trabajan los centros educativos es en poder minimizar las consecuencias de los episodios violentos a los que pueden enfrentarse. Andalucía fue la primera comunidad autónoma que estableció un protocolo de actuación en caso de detectar este tipo de casos. Con todo, uno de cada cuatro niños en edad escolar está en riesgo de sufrir bullying, según un estudio de la Asociación Española para la Prevención del Acoso Escolar (AEPAE) y la Cooperativa Ganadera del Valle de los Pedroches (COVAP), mediante su iniciativa educativa y deportiva infantil Copa COVAP.

El estudio advierte de que este 25% de alumnos españoles entre 7 y 14 años (es decir, alumnos de segundo de Primaria a segundo de la ESO) tiene riesgo moderado o grave de sufrir acoso escolar. Para llegar a esta conclusión, se han realizado encuestas a casi 8.600 menores con los que trabajan expertos de diferentes áreas de la asociación para identificar casos de bullying y conductas de abuso gracias a un test que establece hasta tres niveles de riesgo: leve, moderado y grave.

Sin embargo, esta cifra de víctimas podría ser aún mayor porque “gran parte de los niños que sufren acoso no lo denuncian por miedo, mientras que los compañeros que son testigos de este tipo de situaciones no lo hacen porque temen las consecuencias o lo ven como algo común, es decir, se normaliza la violencia y se asume que hay que pegar a alguien”, explica Miguel del Nogal, psicólogo de la AEPAE, que asegura además que las estadísticas gubernamentales están incompletas debido a que “solo registran el número de denuncias y protocolos abiertos”.

En un comunicado, la asociación informa también de que la exposición prolongada a la violencia por parte de los más pequeños genera un fenómeno de tolerancia que hace que se "insensibilicen". Este hecho se suma a “las medidas reeducativas erráticas, que no suelen ir en la dirección correcta”, añade del Nogal, que aboga por un sistema de prevención e intervención adaptado a cada forma de acoso y que proporcione herramientas útiles para la víctima.