Un alumno de 11 años que estudia cuarto de Primaria en el CEIP Hans Christian Andersen, en el distrito de la Cruz del Humilladero, de la capital, ha tenido que ser expulsado del centro tras agredir a varios docentes. Según ha podido saber este periódico, el niño sufre un trastorno generalizado del desarrollo (TGD), y su conducta es cada vez más agresiva, hasta el punto de pegar cabezazos, puñetazos, insultar, escupir y dar patadas en los genitales a un profesor que trató de calmarle. Los docentes de este centro denuncian que no cuentan con medios ni herramientas adecuadas para atender a la diversidad.

Quieren hacer visibles los problemas que encuentran a diario con estos casos, «aunque nuestra intención y voluntad es favorecer la integración», relatan en el colegio.. Este alumno lleva escolarizado en el centro desde primero de Primaria. Ahora tiene 11 años y cursa cuarto. En diciembre ya protagonizó un episodio violento con la tutora, a la que propinó un fuerte puñetazo en el pecho. Sin embargo, pese a esta agresión, no se tomaron medidas, «porque a todos nos preocupa la situación del menor y queremos fomentar la inclusión no al 100%, sino al 300%», explican. En este caso concreto, el niño también es atendido por los Servicios Sociales comunitarios, de ahí que no se interviniera, por la situación particular que vive.

Sin embargo, la conducta del menor se tornó cada vez más agresiva, «vulnerando la protección de sus compañeros, ya que el niño, a pesar de su corta edad, es muy corpulento y tiene mucha fuerza». La profesora volvió a ser agredida delante del resto de alumnos en la clase, según narran las fuentes consultadas. Y el pasado miércoles, 23 de enero, el equipo directivo mantuvo una reunión con los Servicios Sociales para analizar el día a día de este alumno en su casa y en clase. «La familia siempre ha valorado nuestro trabajo con su hijo en el colegio», señalan.

Sin embargo, ese mismo día, al terminar la hora de comedor, «el niño salió corriendo y se metió en los despachos y empezó a tirar todos los papeles y otros materiales que se encontraban en las mesas», explican. «Le instamos a que se sentara y nos empezó a insultar», dicen los testigos. Por eso llamaron a la madre del alumno. «En el momento que le dijimos que habíamos llamado a su madre, se puso aún más violento y empezó a darme fuertes puñetazos, a escupirme, a intentar morderme, a pisarme y darme patadas en las espinillas», continúan. No había manera de calmarle. «Aunque lo pudimos contener, seguía gritando».

Cabezazos y patadas

Cuando llegó la madre fue aún peor. El niño volvió a salir corriendo, muy descontrolado y agresivo. Fue entonces cuando el docente, tras intentar obstaculizarle el paso, recibió varios cabezazos y codazos y una patada en los genitales «que le dejó de rodillas», aseguran los testigos. «Todo eso en presencia de la madre, que lo único que dijo fue que qué quería que ella hiciera».

Según los docentes, los padres no han dado al hecho la importancia que realmente tiene. «Cuando citamos a la madre al día siguiente dijo que tenía cosas que hacer y que no iría. Por su parte, el padre, aunque al principio se disculpó, nunca se interesó por el estado del profesor agredido y conforme fue avanzando la reunión que se mantuvo con él, intentó hacerse el ofendido», indican, sorprendidos e indignados ante esta falta de colaboración mostrada por la familia.

«Nosotros estamos preocupados por el niño, queremos que se integre y fomentamos la inclusión, pero no contamos ni con los medios ni con las condiciones. Nos duele mucho esta situación. El dolor más que físico, es anímico, pero la conducta es agresiva de forma reiterada y permanente y no podemos permitir que se pongan en riesgo a otros alumnos. Y tampoco podemos hacer frente a esta situación, menos aún si sus padres tampoco se involucran», señalan los profesores.

El colegio ha puesto en conocimiento este hecho ante la Inspección Educativa de la Junta y ha informado al sindicato Anpe.

«El niño necesita un centro con unas características concretas», consideran los docentes, que insisten en mostrar su sensibilidad con la atención a la diversidad. «Hasta ahora no había tenido conductas tan disruptivas, aunque ya venía de otro centro expulsado», concluyen.