­ Ninguna fotografía ha resumido mejor la tragedia del Cerro de la Corona, la montaña de Totalán en la que se encuentra el pozo donde murió Julen. El palmo que mide los 25 centímetros de diámetro del agujero sigue vigente tres semanas después de que se conociera una noticia de alcance mundial. El plano picado, protagonista en crónicas, grupos de Whatsapp y corazones de todo el planeta, ha sobrevivido a todo el despliegue mediático que durante trece días siguió un rescate sin precedentes en la historia de la ingeniería.

El autor es David Fernández Conejo. Tiene 49 años y es uno de los cinco agentes del Real Cuerpo de Bomberos de Málaga que se desplazaron desde el parque del Mayorazgo a la zona cero tras conocerse la caída del niño: «El aviso entró sobre las dos de la tarde, pero Totalán no es nuestra demarcación y no llegamos a salir. Nos dijeron que comiéramos rápido por si acaso y treinta minutos después sonó el timbre para apoyar a los compañeros del Consorcio Provincial de Bomberos».

Llegaron al cerro y se sumaron a la decena de agentes del consorcio y de la Guardia Civil que rodeaban la prospección. Estaban bajando la cuerda que aparece en la imagen con un doble objetivo: medir la profundidad del pozo e intentar localizar al pequeño con una cámara que habían colocado en el otro extremo. El propio peso del cordel lo mantenía tenso a pesar de que tocó fondo a 71 metros, motivo por el que inicialmente llegaron a pensar que habían superado los cien. «No teníamos medios, no podíamos hacer nada y fue una manera de buscar soluciones urgentes para un hecho inédito», dice frustrado antes de desmarcarse de la filtración y defender que el origen de la foto es absolutamente técnico. Pidió una mano que cedió un guardia civil del Equipo de Rescate e Intervención en Montaña (Ereim) para que se apreciara la anchura del pozo e hizo la foto para enviarla a sus superiores y a los grupos que comparte con compañeros que tienen contactos con empresas de sondeo. Fernández reconoce que todavía le cuesta dormir tras la experiencia del rescate y que la fotografía le produce sentimientos contrapuestos: «Una gran tristeza por la situación del niño y la complejidad a la que nos enfrentábamos para rescatarlo, pero también la satisfacción de que su rápida difusión ayudó a trasladar la dimensión del problema a muchos de los profesionales que terminaron colaborando en el proyecto».

Su móvil marcó la captura a las 16:18 horas del 13 de enero -136 minutos después de conocerse la tragedia-, cuando la noticia que adelantó este diario había dejado muy atrás el ámbito provincial. David comprobó esa misma tarde que la fotografía ilustraba el suceso en las ediciones digitales de medios locales y nacionales, aunque su sorpresa fue mayor al día siguiente. Su imagen había dado la vuelta al mundo y la solidaridad de administraciones y empresas de diferentes partes del planeta ya apuntaban a Totalán.