«Me gusta ir al cole porque es divertido, juego con mis amigos y aprendo mucho. En lengua siempre hacemos copias de la pizarra y hacemos dibujitos de cada letra que aprendemos. En matemáticas, la seño pone en la pizarra restas y sumas. Juego en el recreo. Y en música canto la canción La rana cantó». Paz ha meditado su respuesta. Esta alumna de primero de Primaria del colegio Salesianos puede ser un ejemplo de lo que viven a diario los niños y jóvenes que estudian en este centro de Capuchinos. Un colegio que inició su andadura en 1894 y que, por tanto, conmemora durante este 2019 el 125 aniversario del inicio de su labor educativa en la ciudad. Quien se educa salesiano sigue siéndolo toda su vida.

Los salesianos de Málaga fueron los segundos en establecerse en España, aunque con anterioridad, el mismísimo San Juan Bosco estuvo en Sarriá y poco después llegaron a Utrera. «Nosotros tenemos un estilo heredado de Don Bosco que se basa en la razón, la religión y el amor. Y también en hacer protagonistas a los alumnos de su presente y futuro. La familia es para nosotros una realidad importantísima», explica Antonio Gil Prieto, director titular del colegio San Bartolomé.

El programa de actos se desarrolla desde la Inmaculada a la Inmaculada, porque fue un 8 de diciembre cuando Don Bosco, fundador de la congregación de los salesianos, comenzó toda su acción educativa. Lo primero fue una gran ofrenda floral a María Auxiliadora de todos los grupos que componen la gran familia salesiana. El pasado 26 de enero tuvo lugar una gala de presentación oficial del libro del aniversario, bajo el título 125 años abrazando la vida y del himno Seguimos creando vida. Un acto que contó con la presencia del obispo, Jesús Catalá, del alcalde de Málaga, Francisco de la Torre, y de varias autoridades.

Durante toda esta semana, como es habitual, se ha celebrado el día de Don Bosco. El jueves el centro estuvo de fiesta.

En sus orígenes, y como siempre fieles a la filosofía de Don Bosco, «educar evangelizando y evangelizar educando», el primitivo colegio, situado donde se encontraba un antiguo asilo de huérfanos, se dedicó a los niños más desfavorecidos. Dando formación a quienes no podían pagarla. Con la reforma educativa y la llegada de los conciertos, Salesianos sigue sin hacer distinciones. La demanda supera ampliamente a la oferta. «Tenemos dos líneas porque no caben más», dice el director. «No se hace distinción de quien viene, sino que se acepta y se ayuda a todo el que venga. Tenemos alumnos y alumnas que económicamente hay que estar con ellos y otros que sufren lo que denominamos nuevas pobrezas de la sociedad: desamparo, falta de formación, dificultades de atender a los hijos por los trabajos... nuestro acompañamiento es siempre muy cercano», insiste Antonio Gil Prieto.

¿Por qué el colegio muestra tanto interés por ayudar a los jóvenes más pobres y desfavorecidos? Se debe fundamentalmente a ese espíritu salesianos que está presente en cada actividad, en cada iniciativa que el colegio se plantea. Este carisma radica sobre todo en la atención a los jóvenes, y principalmente a los que tienen mayores necesidades. Todos los programas de ayuda obedecen a esta vocación de crear obras educativas, entre las que priman la formación profesional y las actividades extraescolares.

Y de este modo, miles de malagueños superaron sus estrecheces gracias a este centro, en época de verdaderas carencias. Ahí está el peso de años y años de labor callada. Es verdad que a los colegios de curas iban antes quienes podían pagarlo, pero también había curas, como los salesianos, que ofrecían educación gratuita y de calidad, fomentaban la cultura y enseñaban valores a los más pobres. Volcados además con la Formación Profesional, que no han abandonado y en la que siguen siendo una referencia. «Es nuestra especialidad».

Este curso son casi 1.300 alumnos. De Infantil, Primaria, ESO, Bachillerato, FP básica y ciclos formativos de grado medio y grado superior, integrados en el sistema dual. Además es un centro bilingüe, en inglés. La comunidad docente cuenta con 80 profesores, entre los que hay cinco curas salesianos. «Aunque en realidad somos cuatro, porque un miembro de la comunidad es muy mayor. El colegio es atendido muy bien por los seglares, eso es una gran realidad. Son un gran equipo, en el que todos están muy integrados y nos ayudan a llevar el proyecto de Don Bosco adelante», añade Gil Prieto.