Mientras la Policía Local incrementa los controles contra el fraude de las tarjetas para aparcar en plazas de discapacitados, las obras que se desarrollan en la ciudad no respetan, muchas veces, estos espacios reservados para personas con movilidad reducida. Andamios, cubas y otros elementos ocupan los estacionamientos. Las calles se cortan al tráfico y también se pierden plazas. Solo en el Centro, donde apacar es casi misión imposible, se han perdido 9 por culpa del corte de Álamos o porque la rehabilitación de la fachada del Banco de España ha invalidado hasta tres plazas.

"No tenemos bastante con que son pocas plazas, con que hay conductores insolidarios que aparcan donde no deben o que otros, sin tener movilidad reducida utilizan tarjetas falsificadas u otras de familiares ya difuntos, sino que también las obras inutilizan estos aparcamientos. Es inaceptable", asegura Alfredo de Pablos, presidente de la Agrupación de Desarrollo Málaga Accesible.

La campaña que la Dirección General de Tráfico ha lanzado recientemente para que los ciudadanos respeten los aparcamientos reservados a personas de movilidad reducida (PMR) no se dirige sólo a aquellos que tengan la tentación de saltarse la norma de forma puntual sin tener la tarjeta azul que les acredita como usuarios de esas plazas. A estos infractores, que se enfrentan a los 200 euros de multa que marca la Ordenanza de Movilidad del Ayuntamiento de Málaga, se suman las personas que han convertido el uso indebido de estas tarjetas, que son personales e intransferibles, en una forma de vida en perjuicio de quienes realmente necesitan los aparcamientos. El uso de documentos de familiares fallecidos, caducados y manipulados son los casos más comunes. Así lo demuestra la denominada operación Picaresca Delictiva.

De Pablos añade además que la invasión de estas plazas por elementos de obras es "tónica habitual". "No se respetan precisamente las nuestras", se lamenta. Valora los esfuerzos de la Policía por llevar a cabo estos controles, pero señala que con "buena voluntad" no es suficiente. "Faltan medios y en la jerarquía de prioridades estas actuaciones no están en los primeros niveles", dice.

El corte de la calle Álamos, por ejemplo, ha inutilizado dos plazas en esta vía y hace muy complicado el acceso a otras dos, en la calle Gómez Pallete, y a otras dos en el principio de la calle Frailes. El colmo para el conductor con movilidad reducida es comprobar cómo, en la zona del Parque, donde hay otras nueva plazas, las tres situadas en la calle Francisco Bejarano Robles están invadidas por andamios y otros materiales de obra.

La ley, según de Pablos, establece que un porcentaje mínimo de las plazas tienen que estar reservadas para personas con movilidad reducida. Y es obligatorio que también existan junto a edificios que prestan servicios públicos. "Sistemáticamente se incumple la norma" y pide que la ciudad sea un entorno amable que facilite el aparcamiento a los conductores con discapacidad física y motora y que disponen de la tarjeta azul. "Se ven casos de personas que salen del coche y es evidente que no tienen ningún problema y tampoco llevan a nadie con movilidad reducida", concluye.