­Se acabó para el amante del Patrimonio de Málaga pasear por el Cementerio Inglés como un alma en pena. El camposanto protestante más antiguo de la España peninsular, Bien de Interés Cultural desde 2012, ha dejado de ser un monumento en peligro de extinción para afrontar, por fin, un tiempo de esperanza, en forma de mejoras.

«Muchos visitantes que han estado hace dos o tres años te lo dicen: se nota la diferencia en el Cementerio Inglés», comenta el gerente del camposanto, Guillermo Madueño, de 29 años. Su empresa de gestión cultural Kajoo se encarga del día a día de este cementerio desde hace cinco años.

Sin duda, lo más llamativo de esta nueva etapa, que quiere conservar la imagen romántica del sitio pero sin que eso suponga que se caiga a pedazos, es un amplio jardín vertical que recorre el frontal y el lateral derecho del BIC en lo que antes era un bancal con las tumbas casi deslizándose cuesta abajo.

Este ensueño verde, al que hay que añadir un amplio muro de contención, ha sido posible gracias al Instituto Municipal de la Vivienda, que ha puesto casi todo el importe, más una pequeña parte la Fundación Cementerio Inglés de Málaga, responsable del enclave desde 2006.

Las obras se realizaron entre el verano y el otoño de 2017 y gracias a ellas, este cementerio en ladera ya cuenta con una sujeción moderna, pero integrada en el espacio. En cuanto al jardín vertical, albergará modernos y minimalistas nichos, que serán una de las fuentes de financiación de la Fundación. De hecho, ya hay uno: el que alberga los restos del escritor y dramaturgo Miguel Romero Esteo, fallecido en noviembre.

Como explica Guillermo Madueño, el objetivo es además ajardinar todo el entorno, que linda con la Cañada de los Ingleses, y que puedan albergar columbarios en tierra. «Queremos hacer un proyecto de paisajismo para ponerlo decente», recalca el gerente, que se mueve con entusiasmo por esta creación del cónsul inglés William Mark, quien con su apertura en 1831, acabó con la vergüenza de que sus compatriotas y otros no católicos acabaran enterrados de mala manera en la playa.

Recuerdo de esa indigna práctica, cuenta Guillermo Madueño, son las primeras tumbas del recinto primitivo, recubiertas de conchas, seis de las cuales ya han sido restauradas hace algunos años. «No se cambian, las conchas son las originales, sólo que están ya mucho más claras», indica.

El gerente no puede disimular su satisfacción: «Estamos bastante contentos, porque hemos conseguido darle un importante empujón a la entidad; estrenamos nuestro columbario, el muro ajardinado como lugar de enterramiento y hemos tenido muchísimos ingresos de visitas escolares y actividades culturales; de hecho, el pasado ha sido el año que más actividades culturales hemos tenido».

Sin contabilizar las visitas escolares ni las actividades culturales de los fines de semana, el Cementerio Inglés recibió en 2018 alrededor de 6.500 visitas. «Nuestro objetivo es llegar a las 10.000», explica.

Desde hace poco, además, la propia página web del Cementerio Inglés (cementerioinglesmalaga.org) permite la compra online de entradas para actividades como gymkanas para niños, visitas guiadas y teatralizadas, etc...

2018 se cerró con un déficit de 12.000 euros, pero debido a un par de obras de reparación: eliminación de goteras en la portería y la retirada de la uralita de todo el BIC. «Así que realmente los gastos e ingresos se equilibran y a ver si el año que viene tenemos beneficios», explica.

En la actualidad, este singular lugar para el descanso eterno costea su mantenimiento a través de la venta de entradas, la concesión de unidades de enterramientos y las donaciones, la mayoría de las veces de extranjeros. «Tenemos donaciones de particulares de entre 20 a 100 euros y luego algún legado como uno el año pasado de 5.000 euros; la mayoría de esta cantidad, de extranjeros». El objetivo también es lograr un mayor número de donaciones de poca cuantía e implicar a muchos admiradores y defensores del Cementerio Inglés.

Reparación del muro

Por otro lado, Guillermo explica que hay en ciernes un proyecto para reparar el gastado muro lateral que da a la calle Ibarra; de hecho, se costeará con un sobrante de las obras del jardín vertical y el muro de contención. «Arreglarlo también va a ayudar a la imagen del cementerio porque todo el mundo pasa por ahí cuando entra y acompaña toda la subida. En el momento en que se ponga en condiciones con una serie de contrafuertes y enfoscado por dentro y por fuera, los visitantes saldrán con buen sabor de boca, además de que se aumenta la seguridad», considera.

Otro proyecto, aprobado ya por Cultura, es la restauración de la fuente que hay delante de la capilla anglicana, con la idea de ponerla en funcionamiento. «Estamos a la espera de conseguir los fondos»

También están a la espera de que se dilucide quién paga los actos vandálicos en forma de gigantescos grafitis en el muro exterior que da a la avenida de Príes, algunos de cuyos presuntos autores fueron sorprendidos con las manos en la masa por la policía. «Tenemos varios presupuestos para repararlos, pero hay un proceso judicial abierto y no queremos afrontarlo hasta que tengamos asegurada o no la indemnización», detalla.

Pero no todo son grandes actuaciones: las pequeñas reparaciones se realizan casi a diario. Guillermo Madueño pone el ejemplo de una tumba de 1979, que tiene una pequeña loseta de mármol desprendida y que una empresa de mantenimiento se encarga de pegar.

La mejoría del BIC coincide con que algunas familias comienzan a costear la reparación o restauración de algunas de las tumbas de sus antepasados, aunque el gerente precisa: «Evidentemente, las tumbas con un toque romántico no las vas a poner nuevas» y recalca la cooperación que siempre hay con la Delegación de Cultura de la Junta.

Por renovar, se renovará en el futuro hasta la venta de libros en la portería: la idea es que incluya, además de libros sobre el cementerio, obras de sus más ilustres moradores (Jorge Guillén, Gerald Brenan, Gamel Woosley...).

El Patrimonio vuelve a la vida. Incluso aquí.