Con 26 años, en plena crisis, el malagueño Manuel Núñez de Castro tenía la vida solucionada: Era ingeniero de Caminos y trabajaba con un buen sueldo en una multinacional farmacéutica.

Y entonces llegó su salto sin red: decidió dejar el trabajo para estudiar oposiciones. «Aunque me fuera muy bien y sintiera que dominaba el trabajo, no dejaba de ser un número para la empresa», confiesa.

Este antiguo alumno de Maristas, que eligió en su día el bachillerato científico-tecnológico, «porque te abría todas las puertas», aunque en el fondo quisiera estudiar Derecho porque le apasionaban las Humanidades, volvía a dar un giro a su vida después de terminar Ingeniería de Caminos en Granada y descubrir «que no me veía con el casco en mitad de una obra».

En esta ocasión, decidió opositar para el cuerpo superior de inspectores de Hacienda, convencido, tras conocer la empresa privada, de que lo suyo era el servicio público, «para intentar que las cosas funcionen un poco mejor si le pones ganas y sentido de la justicia».

Tras cuatro años de estudio incansable, con sólo un día a la semana de descanso, las pasadas navidades se vio con dos oposiciones aprobadas bajo el brazo, las de subinspector e inspector de Hacienda.

Como explica, pese a su formación técnica y como se considera «una persona versátil», el último año de carrera en Caminos comenzó a estudiar Económicas por la UNED y ya tiene la mitad de la carrera aprobada, aunque paró para opositar.

La base económica le ayudó mucho en las oposiciones que acaba de aprobar, en las que son necesarios estos conocimientos pero también de Derecho, la parte más importante, algo que, finalmente, pudo suplir con estudio: «Cogí las oposiciones con muchas ganas. Obviamente había cierto déficit con compañeros míos licenciados en Derecho pero no me resultó un mundo», admite.

Manuel Núñez de Castro se presentó por vez primera a inspección de Hacienda tras año y medio de estudio, y consiguió llegar al quinto y último ejercicio. El segundo año, sin embargo, cayó en el cuarto ejercicio, «cuando lo llevaba mucho más asentado».

En ese momento, cuenta, tuvo su única «pequeña crisis de identidad por la oposición», así que decidió compaginar el preparador de oposiciones de Málaga con otro de Madrid, «para salirme de la zona de confort», algo que, reconoce, terminó dándole mucha seguridad.

En julio del año pasado supo que había aprobado subinspección de Hacienda y el pasado 5 de diciembre, que había hecho lo mismo con inspección de Hacienda. «Tras cuatro años, te puedes imaginar la alegría. No sólo por la satisfacción personal sino por ver que tu familia respira», comenta.

Por el camino, cuenta que perdió una novia y muchos momentos de ocio con los amigos y la familia. En la actualidad, Manuel se prepara para su nueva profesión en el Instituto de Estudios Fiscales, en Madrid.

Manuel Núñez de Castro confiesa que no se considera especialmente inteligente y que la fórmula de su éxito se ha debido a «la constancia y a disfrutar estudiando».

Entre sus planes futuros está finalizar Económicas, «porque no me gusta dejar las cosas sin terminar» y, en un plazo más largo, hacer la carrera de Derecho «por el placer de hacerlo y además, porque puede serme útil para mi trabajo».

El nuevo inspector malagueño de Hacienda es el ejemplo de que, con actitud positiva, se puede cambiar de rumbo en la vida y llegar a buen puerto.