En La Odisea, el porquero Eumeo le cuenta a Ulises que a una isla «vinieron unos fenicios, hombres ilustres en la navegación (...) en su negra nave».

Lo de negra nave, explica Alfonso Sánchez-Guitard, de Astilleros Nereo, se debe al color negro de la brea con la que los fenicios calafateaban (impermeabilizaban) sus barcos.

El próximo 28 de febrero, Día de Andalucía, Astilleros Nereo tiene previsto calafatear la réplica del barco fenicio de 2.700 años hallado en aguas de Mazarrón (Murcia). Y para convertirlo, por dentro y por fuera, en la negra nave de tiempos de Homero, empleará unos 15 litros de brea proporcionados por un horno del siglo XIX de Estepona, puesto en funcionamiento después de 50 años hace unos días, gracias al Ayuntamiento de Estepona. «Tardaremos unas dos horas porque hay que aplicarlo caliente», cuenta el carpintero de ribera.

El objetivo, explica, es tener lista la réplica para el día de San José, con el objetivo de que se estrene en aguas de La Araña y a continuación, en las de Estepona.

La aventura de construir un barco fenicio comenzó en 2011 y ha contado con el apoyo del Gabinete de Historia de la Ciencia y Arquitectura del Museo Naval, la Fundación Málaga, Cervezas Victoria y el Ayuntamiento de Estepona, entre otras entidades (el verano pasado se sumó de forma simbólica, con una moción de Ciudadanos, el Ayuntamiento de Málaga). Además, explica Alfonso Sánchez-Guitard, cuenta con el patrocinio de la Armada Española y el apoyo de la Marca España.

El origen fenicio de la barca

Gracias a esta construcción, y como adelantó La Opinión en junio de 2013, se ha podido comprobar que sus proporciones son casi idénticas en eslora (longitud) manga (anchura) y puntal (altura) a las de la barca de jábega, algo que evidencia el origen fenicio de la barca de Málaga.

Con algo más de ocho metros de eslora, dos de manga y uno de puntal, se ha empleado pino carrasco de los Montes de Málaga para hacerlo realidad, pero también olivo, utilizado para los clavos, porque para la réplica se han querido utilizar las primitivas técnicas de esos ilustres navegantes.

En la misma línea, explica Alfonso Sánchez-Guitard, el barco original de hace 27 siglos no estaba hecho con cuadernas (el esqueleto clásico de las embarcaciones de madera) pero sí tenía cuadernas exteriores de refuerzo.

Estas piezas, que se colocarán en breve, son de enebro y saldrán de podas autorizadas en los Montes de Málaga. El enebro, por cierto, les servía a los fenicios para repeler polillas y otros insectos. Además, sobresalen del casco las tablas de los asientos, que se usaban de escalera para subir a la embarcación.

Como curiosidad, gracias a un convenio de la UE un grupo de estudiantes letones echa una mano en esta última fase.

Nereo quiere incorporar el barco a sus instalaciones, para su museo de la carpintería de ribera e incluso embarcarse en nuevas réplicas fenicias. Vuelve Homero.