­El Materno Infantil atiende al año a unos cien menores, sobre todo, aquellos que son derivados por dudas a la hora de ser diagnosticados. Experta en este ámbito, Marina Romero asegura que hay cuestiones biológicas, científicas y estadísticas que respaldan el aumento del trastorno autista.

En una década hemos pasado de un niño con autismo por cada 1.000 nacimientos a 67, ¿qué está pasando?

Tiene explicación biológica, científica y estadística. La primera es una razón biológica y es que cada vez tenemos los hijos más mayores, por lo tanto, en una mujer mayor de 35 años aumenta el riesgo de tener niños con problemas de neurodesarrollo y lo mismo sucede con los papás: un papá de más de 45 años también aumenta el riesgo. Por otro lado, en los estudios de prevalencia (número de casos que hay en una patología) a partir del año 2000 aparecieron pruebas diagnósticas de calidad a través de conceptos internacionales de psiquiatras infantiles con las que podemos diagnosticar a los niños antes, a partir de los 24 meses, por lo tanto es una cuestión estadística; si diagnosticamos antes, el número de diagnosticados aumenta. Antes muchos niños eran diagnosticados de retraso mental o trastorno general del desarrollo, el cajón de sastre. Ahora, desde la aparición sobre todo de la psiquiatría infantil, aunque en España no esté acreditada pero en el resto de Europa, EEUU y Canadá sí, se llegaron a conceptos internacionales de lo que es el espectro autista, que ha hecho que la prevalencia de retraso mental haya disminuido y han aumentado los TEA. En último término hay algunas causas ambientales, inmunológicas, relacionadas con la alimentación y con lo que se conoce como la epigenética. Ahora se expresan genes que antes no.

En cambio, los denominados casos por autismo severo no aumentan, ¿por qué?

Es la misma explicación que antes. El autismo severo se diagnosticaba antes como autismo, pero los que no eran severos se diagnosticaban como trastorno general del desarrollo, de retraso madurativo, retraso psicomotor... Todo eso era un cajón de sastre y ahora hay pruebas con peso científico.

Dice que su percepción es que en Málaga se hacen diagnósticos erróneos, ¿qué quiere decir?, ¿se diagnostica mal?

El trastorno del espectro autista es un trastorno del neurodesarrollo importante y, desde mi punto de vista, debe estar avalado por un médico. La evaluación debe ser multidisciplinar, tienen que verse los informes del pediatra, del colegio y tenerlo todo en cuenta porque la evaluación sí es multidisciplinar pero el diagnóstico debe ser clínico porque hay que hacer diagnósticos diferenciales con patologías médicas como puede ser síndrome de Rett o síndrome metabólico, e incluso se pueden pedir pruebas genéticas porque un porcentaje importante da alteraciones genéticas, o se pueden pedir otras pruebas neurobiológicas. Lo que creo es que a veces por hacer una evaluación concreta a nivel de logopeda o de atención temprana ya se pone el diagnóstico y no es así; la evaluación es multidisciplinar pero el diagnóstico, clínico.

¿Cuáles son los principales mitos que tiene que desmontar en consulta?

El primero es que las vacunas no producen autismo. Muchos padres vienen porque después de la vacuna de los 2 años empieza a haber más sintomatología y eso tiene su explicación: el proceso inmunológico que se produce, similar al de cualquier infección, puede repercutir en ese momento en la sintomatología. También hay padres que refieren que han notado más sintomatología después de un resfriado, una bronquitis... Esto nos hace ver que en algunos casos hay de base alteraciones inmunológicas, pero eso no quiere decir para nada que las vacunas produzcan autismo. Otro mito es que la relación materno filial no influye en el desarrollo del autismo. El autismo es una alteración del neurodesarrollo y no tiene que ver con los factores psicológicos o el contexto familiar. Antes se pensaba que el autismo derivaba porque las madres eran poco afectivas con los hijos, lo que se conocía como las madres neveras, eso está ya totalmente desmantelado por la ciencia ya que tiene una etiología biológica y genética. Los factores ambientales están mas relacionados con los problemas durante el proceso perinatal. Los factores emocionales y afectivos no producen autismo pero sí pueden mejorar el pronóstico.

En un aula ahora hay niños con TDH, trastorno generalizado del desarrollo no especificado, menores con altas capacidades... ¿Esto ha existido siempre?

Yo creo que ha existido siempre, hace 40 años estaba el que era más inquieto, el que no prestaba atención o aquel que tenía capacidades superdotadas... El TDH es otro trastorno del neurodesarrollo con más evidencia científica que el autismo, es un trastorno avalado de neuroimagen, de alteración de resonancia magnética funcional y que tiene la misma ciencia que puede tener un cáncer y son los mismo estudios para ambas patologías. Pero no todo niño inquieto o no atento es un TDH, puede haber otras razones y por ello tiene que haber un médico detrás, si no puede dar diagnósticos erróneos.

¿Cree que las etiquetas limitan o son el paso previo para mejorar la calidad de vida?

Las etiquetas limitan, los diagnósticos mejoran la calidad de vida. Diagnosticar desde un punto de vista médico y psicológico sirve para abrir puertas. Los diagnósticos en un sistema de bienestar como es España, nada más que deberían abrir puertas para becas escolares, ayudas económicas para las terapias; un diagnóstico marca pautas y debe recibir terapia logopédica, psicológica, de integración sensorial y el sistema puede encargarse de dar los recursos que necesita. Igual que cuando hay un diagnóstico de cáncer se dan los recursos de quimioterapia, radioterapia, cirugía... Si no hay diagnóstico, cómo vamos a solicitar recursos al sistema.

Volviendo al autismo, ¿tenemos medios suficientes para integrar y ayudar a la mejora de estos menores?

La atención temprana hace una labor maravillosa pero creo que están saturados y dan una o dos sesiones a la semana, por lo que veo en consulta. Desde mi punto de vista, es insuficiente. La ciencia dice que la terapia en atención temprana para que mejore el pronóstico significativamente debe ser intensiva, más de dos veces por semana.

¿Seguirán aumentando los casos de autismo y saliendo subtipos en los próximos años?

Yo creo que sí. El ejemplo claro es el síndrome de Rett, que antes formaba parte de los trastornos del espectro autista, pero desde 2013 no porque se ha descubierto un gen específico que explica toda la sintomatología. Yo creo que a medida que avance la ciencia y la genética aparecerán diferentes subtipos y síndromes. Es especular pero por lo que he visto la genética irá dando concreción a qué son estos trastornos.