El consumo de alcohol y la violencia de género están intesamente relacionados, según se ha explicado hoy en las XLVI Jornadas Nacionales de Socidrogalcohol que se celebran en Málaga hasta el sábado. La probabilidad de una agresión física es hasta 11 veces mayor cuando el agresor ha tomado alcohol. De hecho, en la mitad de los casos de violencia contra la pareja el agresor se encuentra bajo los efectos del alcohol o del alcohol y otras drogas.

Y es que la persona que protagoniza atracones de bebida tiene más probabilidades de cometer agresiones sexuales, siendo el consumo problemático de alcohol el factor de riesgo más fuertemente relacionado con la violencia machista, según ha asegurado el doctor Josep Guardia Serecigni, vicepresidente de Socidrogalcohol. El motivo es que un consumo excesivo de alcohol facilita la conducta agresiva por desinhibición conductual. "Es como si quitáramos el freno a los impulsos instintivos".

Guardia señala que, al igual que cuando estamos enfadados se dicen o hacen cosas que lamentamos "una persona que tiene un conflicto con su parejas por celos o ruptura, ha tomado alcohol y tiene un cierto deterioro cognitivo, causado o no por el alcohol, puede convertirse en un agresor". La persona con un deterioro cognitivo va a presentar una grave alteración del comportamiento cuando hace un "atracón" de bebida, dado que sufre un deterioro de las funciones ejecutivas que se suma a la desinhibición de respuestas institivas inapropiedas que bien pueden ser agresivas o sexuales.

Además, el vicepresidente de Socidrogalcohol detalla que si la víctima también está intoxicada por el alcohol es más probable que dicha agresión sea sexual o corporal. "El alcohol tiene un papel causal tanto en la agresión en general como en la sexual debido a que se malinterpretan las expresiones emocionales de la pareja, hay dificultades para intuir lo que la pareja puede estar pensando o sintiendo y hay ua menor capacidad para controlar las propias emociones y el comportamiento".

En este sentido, subraya que también se da la situación del "poliabuso". Si además de alcohol, el agresor ha consumido cocaína "tiene un mayor deseo sexual, un deseo que puede ser patológico hasta el punto de perseguir o seguir a otras personas para satisfacer sus deseos sexuales".

Adicción y mujeres

"El género es un eje de desigualdad que atraviesa toda la estructura social", explica Ruth Olmos Espinosa, jefa del Departamento de Asistencia de la Subdirección General de Adicciones del Ayuntamiento de Madrid. Las mujeres con adicciones no solo se enfrentan a un mayor estigma social, sino que o bien llegan a esa situación por haber sido víctimas de violencia machista -el 30 por ciento de estas mujeres sufrieron abusos sexuales durante su infancia o adolescencia- o bien ser adictas las hace vulnerables a ser víctimas de esta lacra.

Estas mujeres tienen mayor probabilidad de presentar maltrato, antecedentes de abuso sexual y están en situación de mayor vulnerabilidad de sufrir agresiones, resalta Olmos, y añade que la forma de afrontar psicológicamente la adicción es diferente en hombres y mujeres. Ellas tienen un marcado sentimiento de culpa, una autoestima más frágil y una mayor prevalencia de trastornos psíquicos.

A pesar de ello, han observado que las jóvenes menores de 25 años y las adultas tienen una percepción muy distinta de su situación. Mientras que las mayores tienen un sentimiento de culpa inmeso, autoestim baja y les cuesta ir a los centros; las jóvenes no tienen esa percepción de vergüenza o culpa con relación al consumo y lo viven como una situación de normalidad. Por otra parte, Ruth Olmos ha destacado que el 20 por ciento de las mujeres acuden a tratamiento sin apoyo de familiares o amistades.