Quedará como una mera anécdota. Pero la última rueda de prensa de Gonzalo Sichar como portavoz de Ciudadanos en la Diputación de Málaga fue en el Salón de los Pasos Perdidos. Así se le denomina a la luminosa sala, con vistas directas al mar, que acoge las comparecencias de los políticos ante los medios de comunicación en la calle Pacífico. Hay formas y formas de decir adiós. La suya no ha sido una despedida silenciosa. Más bien un ajuste de cuentas. O un ataque de sinceridad repentino a tres meses de unas elecciones locales. Dependerá del prisma y de las afinidades de cada uno. «Hoy ya puedo hablar libremente porque, nada más acabar esta rueda de prensa, bajaré al registro para firmar mi dimisión como diputado. Después, iré al Ayuntamiento y entregaré mi acta de concejal».

Fue un primer aviso a navegantes, traducido luego en una comparecencia de casi una hora, en la que arremetió duramente contra su ya expartido y de la que no salió muy bien parado el actual portavoz de Ciudadanos en el Ayuntamiento, Juan Cassá. Se sabía que la relación entre ambos era nula. Inexistente. Un hecho sorprendente, a su vez, al tratarse de dos personas que integraban el grupo municipal que ha sido determinante para inclinar la balanza en La Casona, prácticamente, hasta anteayer. Pero lo que se reveló este jueves es que también había acumulada una buena dosis de inquina personal. Para empezar, Sichar explicó estar en profundo desacuerdo con la evolución de Ciudadanos. Si en el boca a boca de la calle está lo de «partido veleta», él lo ratificó al utilizar justo esa expresión. Sin pureza ideológica ya alguna, Sichar señaló que Ciudadanos se mueve únicamente por el «cálculo electoral del momento». El cálculo electoral de Albert Rivera, entiéndase. Lo que le haría virar en posiciones y postura política solo a golpe de encuestas y sondeos internos. Y empezó a tirar de ejemplos para sustentar sus afirmaciones: prisión permanente revisable, aplicación del artículo 155, cordón sanitario o no al PSOE, postura sobre la violencia de género, viraje interno de la socialdemocracia al liberalismo, impuesto al sol, etc. «En el transcurso de dos años se ha pasado del semáforo rojo al naranja, y luego al verde», sentenció.

Sichar dibujó la imagen de un partido muy alejado de sus bases. Resistente a escuchar opiniones más allá de las que emite el núcleo duro. Ese círculo que conforman las caras más conocidas. Desde cuestiones de personal hasta la elaboración de mociones y la adopción de posturas ante hechos concretos, el grueso vendría impuesto desde arriba. «A mí no se me ha dejado liderar el trabajo en la Diputación. Éramos dos. Cuando había empate de criterio, decidía Teresa Pardo, secretaria de relaciones institucionales», puntualizó. A Beatriz González, que ahora le sustituye como concejal en el Ayuntamiento, le ha culpado de conspirar contra él desde dentro, borrado de ordenadores y archivos incluidos. Hasta el final, habría tenido esperanza de una sacudida dentro del partido. Pero nadie habría tirado del freno de mano. Hasta el punto de que el próximo 28 de abril ya no se ve capacitado para votar a Albert Rivera.

Explosivo y despiadado, por momentos, ha sido con Juan Cassá, al que le ha negado cualquier capacidad para ser alcalde de Málaga. ¿Es el candidato ideal para Ciudadanos para el próximo 26 de mayo? «Es el candidato ideal para el antiguo partido de Mario Conde, más concretamente para el de Jesús Gil». Algo se rompió hace mucho entre los dos y ha ido supurando. Queda demostrado que a la política no se viene a hacer amigos, pero que se puede salir de ella con enemigos. Sin taparse las manos con la boca, ha llegado a decir que a Cassá le falta «talla intelectual» para ser alcalde. Más, si se compara con Francisco de la Torre, por el que ha confesado cierta adulación. Fuentes locales del partido lamentaron que «hable alimentado por la rabia de verse fuera de cualquier lista». Sichar lo negó, señalando varios ofrecimientos para ir de número dos en algún municipio de la provincia.

«Ahora se acaba mi minuto de gloria, soy consciente de que a partir de mañana seré un malagueño más». Así puso fin a su primera etapa como cargo público en Málaga. No ha descartado ingresar en un futuro en otro partido político, aunque negó que haya flirteos para ir con Vox. Por ahora, aseguró, se va a reflotar su editorial, cuya actividad habría sufrido su presencia en la política. Su escrito de renuncia en el Ayuntamiento de Málaga fue sellado a las 13.30 horas. El partido aún no ha decido quién va a sustituir a Sichar en la Diputación.