El pasado año, las mujeres españolas lograron una movilización sin precedentes contra la desigualdad de género y situaron al país a la vanguardia de un movimiento feminista en el que participaron más de 5 millones de personas. Este viernes 8 de marzo, todo apunta a que los hechos se repetirán, ya que tendrá lugar la segunda huelga general con motivo del Día Internacional de la Mujer. Con ella, se pretende reivindicar los derechos y oportunidades igualitarias de los que todavía se carecen, así como luchar contra las cifras tan dispares entre ambos sexos.

Un ejemplo de ello son los datos presentados el pasado año en el estudio Women in Business: ¿Cumplir o liderar?, según el cual en Andalucía, el 42 por ciento de las empresas todavía no cuenta con una mujer en sus altos mandos. Una gota de las muchas que colman el vaso de la brecha de género en España.

Esta movilización viene de la mano del manifiesto feminista publicado por el colectivo Comisión 8M, organizador y convocante del movimiento. «Formamos parte de las luchas contra las violencias machistas, por el derecho a decidir sobre nuestro cuerpo y nuestra vida, por la justicia social, el trabajo digno, la vivienda, la salud, la educación, la soberanía alimentaria y la laicidad», se indica en tal texto, recordando al mismo tiempo que «para resistir hay que seguir avanzando, junto a una propuesta positiva para que todas y todos, desde nuestra diversidad, tengamos una vida digna. Defendemos una forma de convivir y lo queremos hacer todas, unidas, fortaleciendo nuestras alianzas con otros movimientos sociales. Así nos enfrentamos a quienes hacen su política desde la mentira y el desprecio a las mujeres, desde el miedo, el ocio, la victimización y el resentimiento».

Este año, además, la huelga cuenta con el apoyo de los sindicatos Confederación General del Trabajo de España (CGT) y Confederación Nacional del Trabajo (CNT), así como con el de Comisiones Obreras (CCOO) y Unión General de Trabajadores (UGT), quienes han pedido también que al menos las trabajadoras realicen paros.

El combate diario por hacer desaparecer las desigualdades existentes viene condicionado por fenómenos como la brecha salarial, donde según el Instituto Nacional de Estadística, el sueldo medio de una trabajadora en España durante 2018 se situaba en torno a los 20.100 euros, mientras que el de un trabajador superaba los 25.400 euros, de forma que de media ellas ganan un 22% menos que los hombres. Un dato que crece al 37,5% cuando se decide tener hijos. «Se trata de uno de los problemas más importantes a los que se enfrenta el sexo femenino y ello, sólo puede solucionarse con un cambio en la base de la educación y por supuesto, no con leyes que aconsejen qué hacer, sino una legislación que obligue a las empresas a equiparar derechos y a poner en marcha la igualdad entre trabajadores», señala José Manuel Morales, profesor de Derecho del Trabajo en la Universidad de Málaga.

El último informe sobre el Estado de la Pobreza de EAPN España, expone cómo la discriminación de género «rige las condiciones en el marcado laboral y por consiguiente, se convierte en uno de los factores que más incide sobre la pobreza». De acuerdo con este estudio, el 19% de las mujeres españolas están en desempleo y su tasa de actividad se sitúa en el 22 por ciento, un dato mucho más inferior que el de ellos. Todos estos elementos, unidos al de la brecha salarial y la de las pensiones, han hecho que a día de hoy existan en España 6,4 millones de mujeres en riesgo de pobreza frente a 5,8 millones de hombres.

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8-M | Manifestación por la igualdad en Málaga

«Atajar este problema supone entrar a cuestionar el funcionamiento del sistema y los políticos no creo que estén dispuestos a establecer medidas que garanticen la igualdad de las mujeres, han tenido oportunidades de hacerlo y no lo han hecho», resalta Ana Jorge Alonso, comunicadora y también profesora de la UMA. Para ella, el problema no está en llegar a los altos cargos, sino que se encuentra mucho más centrado en las condiciones sociales y laborales a las que diariamente se enfrentan las mujeres como por ejemplo, la conciliación, la pérdida de puestos de trabajo por ser madres, el impacto directo en las pensiones o la pobreza a la que se exponen. «Sólo hay que echar un vistazo a los informes de Cáritas, los cuales reflejan que donde más ha aumentado la pobreza es entre nosotras, especialmente como colectivo intravulnerable, las mujeres que son cabeza de familia monoparentales».

Las diferencias no se quedan aquí. Otra de las luchas del colectivo feminista es hacer desaparecer ese llamado «techo de cristal», una barrera invisible que limita a las carreras profesionales de las mujeres y les impide ascender a puestos de mando o poder dentro del entorno empresarial. En el informe anteriormente nombrado, Women in Business: ¿Cumplir o liderar?, no sólo refleja que tan sólo un 27 por ciento de los puestos directivos están ocupados por mujeres, sino que el 20 por ciento de las empresas españolas no cuenta con ninguna de ellas para formar parte de su equipo directivo.

Disparidad malagueña

En Málaga y según los datos proporcionados por CCOO, ellas siguen estando a la cola del mercado laboral. Ellos cobran un 22,2 por ciento más que ellas, cifras acompañadas por otras como la diferencia existente en la tasa de empleo, donde por ejemplo, en el último mes de las 449 personas que han salido de las listas del paro, el 82% eran hombres, cayendo por los suelos el acceso del colectivo femenino al sistema. «Las mujeres no sólo cobramos menos, sino que nos contratan menos y peor, a pesar de que nos situamos nueve puntos por encima de ellos en formación», resalta la secretaria de Mujer de CCOO de Málaga, Sarai Pineda.

El sector agroalimentario es el ámbito en el que las mujeres perciben el peor salario de la provincia y donde la brecha salarial es más abrumadora, situándose en el 51,4%. Esto se traduce en que ellas, cobran una media anual de sólo 2.961 euros. «Se dice que los convenios laborales son los mismos para todo el mundo pero no es así, ejemplo de ello es un sector masculinizado como el de la industria donde la brecha se sitúa en el 31,6 por ciento, reflejando que los puestos a los que accede la mujer están peor remunerados», destaca. En el lado opuesto, los ámbitos feminizados como el financiero o el social, también conviven con la desigualdad salarial, un 35 y 22,6 por ciento respectivamente.