«Hace unos días tuve que llevar al niño al centro de salud. La enfermera me dijo que podía denunciar al Ayuntamiento. Estamos hartas de decírselo», cuenta Ana María Hoyos.

Junto a Ana María se encuentra Adrián, su hijo pequeño, de 15 meses, que todavía tiene la señal en la mano, recuerdo de la astilla clavada.

El origen de las astillas son los juegos de madera del único parque infantil que hay en La Paz.

«Este parque ya tiene que tener años», señala Víctor Manuel Picón, presidente de la Asociación de Vecinos de La Paz. El paso del tiempo ha hecho que las maderas de los juegos no pasen por su mejor momento. Si a eso se une que es uno de los más utilizados de la Carretera de Cádiz, el resultado son muchos menores con astillas clavadas.

«Han habido muchos niños que se han astillado», cuenta Rafi, que baja todas las tardes acompañada por José Manuel y los dos son testigos de estos accidentes. José Manuel también señala la suciedad del parque, que a veces tiene restos de botellón: «Latas y litronas tiradas».

Rafi, que es abuela y acude a acompañar a sus nietos, comenta:«Es cierto que se estropean las cosas, pero si no tienen un mantenimiento...», argumenta.

En el caso de Ana María Hoyos, también su hijo mayor, Martín, de 4 años, se ha clavado una astilla. Y no hablamos de ninguna nimiedad: Ana María tiene fotos de algunas de ellas y son de un tamaño considerable, sobre todo para las manos de unos niños.

Esta madre cuenta que alguna vez el Ayuntamiento ha enviado a alguien de mantenimiento y ha echado una mano de pintura blanca, puede que algún tipo de impermeabilizador. La semana pasada podía verse que esta suerte de protector casi había desaparecido.

«Todas las maderas están mal», resalta Ana María, que no cree que la solución sea esta clase de mantenimiento y pide al periodista que pase la mano por alguno de los juegos para que note, como así es, que la superficie puede soltar astillas en cualquier momento.

La valla de hierro

Ana María Hoyos también denuncia que el suelo tiene roturas y que los amortiguadores de caucho del balancín están cuarteados. Además, le preocupa que el parque esté rodeado por una valla de hierro en la que orinan perros y gatos.

«Me da mucho susto cada vez que mis niños se acercan a la valla. Si mi hijo se cae y se rompe la cabeza, se le cae el pelo al Ayuntamiento», comenta.

También llama la atención sobre un par de macetones sin plantas, junto al parque infantil, que sólo sirven para que orinen los gatos.

El presidente vecinal, Víctor Manuel Picón, que deplora el estado del parque, señala que informará al Ayuntamiento del mal estado. La asociación de vecinos, recalca, prefiere que sea sustituido por uno en condiciones, incluidas unas vallas que no sean de hierro.