El malagueño Manuel Ledesma es el encargado de que el Monte Calvario, concretamente al final de la calle Amargura, se haya convertido en una muestra de obras de arte. Todo comenzó hace 7 años, cuando Manuel vio los tocones de madera que había cerca de su casa, después de talar algunos árboles, y decidió comenzar a tallarlos. Si hace tres años llegó a realizar seis, como fantásticos castillos que recuerdan a El Señor de los Anillos o Juego de Tronos, en la actualidad tiene 12 troncos tallados. "Yo vivo aquí, me asomo a mi patio cuando me levanto a las seis de la mañana con mi café y mi cigarrillo y lo primero que veo son mis obras", cuenta Manuel Ledesma.

Cada tallado de los que realiza tiene un largo proceso. Primero tiene que descortezarlo con un hacha, dejarlo seis o siete meses que se seque y ya puede empezar a tallar la madera. En este proceso puede estar hasta dos meses. Manuel aclara que esto es el resultado de su conexión con la naturaleza y la inspiración que le aporta el bosque: "Esto no es planificado, no soy un profesional, soy un aprendiz y lo seguiré siendo toda mi vida", insiste.

Una forma de transformar lo que eran troncos cortados, ha convertido el Monte Calvario en una especie de museo al aire libre con unas obras de arte que llegan a ser una parada atractiva más en la ciudad. Este último año no ha podido hacer ninguna, ya que no hay troncos cortados que pueda aprovechar, pero asegura que "cuando algún árbol se seca o le parten ramas y lo cortan, yo lo tallo".

Ha habido incluso escultores que han comparado sus obras con la torre de Babel pintada por Pieter Brueghel o que les recuerda a ciudades de El Señor de los Anillos. También han llegado a decirle que en sus tallados se encuentra una mezcla de diferentes tipos de arte, en el que mezcla el griego, gótico, mozárabe, etc. La mayoría de ellos los hace con motivos religiosos.

Horas de calor, dolores de brazos, y paciencia son algunas de las fases por las que ha pasado para conseguir esas obras de arte. Cada cinco o seis meses Manuel los protege para que puedan seguir conservándose.

Agradece que los paseantes cuiden su tallado y agradece también a las obras que no intervinieron en sus piezas, sino que se las dejaron cuidadas e intactas.