Explica el profesor de Patrimonio Industrial de la UMA, Francisco Rodríguez Marín, que la siguiente historia se la cuenta a los alumnos «para animarles»;había redactado la documentación para declarar Bien de Interés Cultural la chimenea de La Térmica. El escrito lo tenía la Delegación de Cultura de la Junta un lunes, pero el martes, al pasar él por la chimenea vio «que un obrero estaba taladrando la base de la chimenea para barrenarla, la iban a dinamitar».

Así que se fue directo a Cultura y cuando un responsable le dijo que el escrito lo tendría el delegado para firmarlo al día siguiente, contestó: «Pues mira, mañana igual no está la chimenea».

Esa misma tarde, el delegado de Cultura, Francisco López, se presentó y como explica el profesor, «le echaron una mano unos vencejos que estaban anidando en la estructura metálica y que son una especie protegida; pudo parar la obra in extremis».

La chimenea de La Térmica hoy sigue en pie y pudo declararse Bien de Interés Cultural gracias al empeño de la Apidma, la Asociación en Defensa de las Chimeneas y el Patrimonio Industrial y Tecnológico de Málaga, que desde hace un año preside el propio Francisco Rodríguez Marín y que en 2018 celebró los 20 años de vida.

En realidad, como explica José Antonio Ruiz, que ha presidido esta auténtica aventura reivindicativa durante 19 años, surgió como plataforma, hasta que se convirtió en asociación en 2003.

«El arranque fue el 23 de mayo de 1998. La asociación de vecinos de Huelin convocó a antiguos trabajadores y yo fui, porque trabajé en la Vers», explica. Decenas de personas se congregaron ese día al pie de la chimenea de Los Guindos para pedir la protección de esta joya del patrimonio industrial y del resto de chimeneas de antiguas fábricas de Málaga, que iban a ser demolidas con pocas contemplaciones.

A partir de esa jornada festiva, en la que se bebió vino de Málaga, los asistentes decidieron organizarse en una plataforma. «Queríamos rescatar elementos del pasado y hacer exposiciones por los barrio, a la vez que protestábamos para que no siguieran tirándolo todo», recuerda José Antonio Ruiz.

Fue casi a la vez que en la plataforma coincidieron antiguos obreros de esas fábricas con profesores y expertos. «Fueron ellos los que nos dijeron que el patrimonio industrial no se reducía a cuatro chimeneas y nos abrieron campos que no conocíamos», resalta el expresidente.El primer profesor

En este sentido, Francisco Rodríguez Marín, el primer profesor universitario en enseñar Patrimonio Industrial (al principio llamado Arqueología Industrial) en Historia del Arte en España, destaca:«Hemos heredado un concepto de patrimonio en el que predominaba lo monumental y lo antiguo, pero el patrimonio industrial puede tener tanto o más interés».

José Antonio Ruiz recuerda que, en esos comienzos, los políticos malagueños estaban «muy apagados y poco receptivos, con la excepción de Izquierda Unida, que eran los únicos que se tomaban interés».

A este respecto, la asociación tomó como punto de partida una moción de IU de 1996, aprobada, que permitió hacer un catálogo del Patrimonio Industrial existente. «Eso estaba metido en un cajón, empezamos a moverlo y al final se lo encargaron a José Ignacio Díaz Pardo. Eso fue el comienzo, gracias a esa moción», resume.

José Antonio Ruiz también destaca que ese movimiento ciudadano fue, poco a poco, calando y haciendo «mella» en los políticos, y recuerda cómo el entonces concejal de la Carretera de Cádiz, Elías Bendodo, prestó a la asociación «un torito» para poder extraer un horno reverbero de la antigua fundición Ramírez y Pedrosa cuya chimenea, en la calle Ferrocarril, fue además la primera que contó con un panel de cerámica explicativo, diseñado por el colectivo.

Claro que también hubo momentos difíciles, como cuando se echó abajo la bonita chimenea de la aceitera La Peninsular, de 1921, para dejar paso al Puente de Juan Pablo II. Como explica Francisco Rodríguez Marín, «mis alumnos estuvieron recogiendo firmas para evitar el derribo, pero esa misma mañana la echaron abajo». A su juicio, «se podía haber trasladado. Era perfectamente factible».

En todo caso, el paso del tiempo y la labor de la asociación ha logrado preservar 13 chimeneas de Málaga capital. Además, de nuevo gracias a Apidma está en marcha el expediente para declarar Bien de Interés Cultural la fábrica de El Tarajal, «el edificio de mayor calidad arquitectónica que tenemos en el Patrimonio Industrial de Málaga», recalca Francisco Rodríguez Marín.

En estos 20 años, casi 21, Apidma ha conseguido rescatar un buen número de máquinas del pasado industrial: unas 150, además de incontables piezas, que conserva entre Antequera, un local del PTA y otro junto al Hospital Civil.

Entre ellas, José Antonio Ruiz comenta que conservan casi todo el proceso de evolución de la industria textil, «desde los telares preindustriales de madera hasta la maquinaria de Punto Industrial, que es prácticamente la que usan hoy».

Falta, eso sí, un lugar donde poder reunir todas estas piezas. El antiguo presidente comenta al respecto que, en el primer programa electoral de Francisco de la Torre, aparecía la promesa de 7.000 metros cuadrados de reserva para un Museo de la Industria en Tabacalera.Museo de la Industria

Pese a que no se ha hecho realidad, Francisco Rodríguez Marín está convencido de que haría mucha falta.

«Echo de menos en Málaga algunos museos que hablen de la cultura autóctona». El profesor de la UMA recuerda que Málaga fue la segunda ciudad industrial de España tras Barcelona en el XIX y en algunos sectores, la primera potencia: «Al inicio, la industria textil, la de los Larios, estaba por encima de la catalana, aunque después se pusieran por delante».

El experto en Patrimonio Industrial aboga por un Museo de la Industria de Málaga que no sólo repase el pasado sino que tenga «un gran potencial didáctico para que los profesores puedan explicar a los alumnos cómo funcionaban las palancas, las máquinas o un proceso químico». Y todo ello, con el añadido de las nuevas tecnologías y la realidad aumentada.

Como sede, el presidente de Apidma propone la antigua fábrica de electricidad Fiat Lux de 1896, en calle Purificación, que pertenece en la actualidad a Endesa. «Sería un sitio idóneo, muy bien ubicado y que quitaría presión turística a la almendra del Centro». Sería la guinda para el trabajo ejemplar de este colectivo de Málaga.