Al final, Pedro Sánchez no quiso dejar escapar la oportunidad de dejar su impronta como presidente del Gobierno en Málaga. No había estado en la capital desde que reside en La Moncloa. El 28 de abril ofrece varias opciones y quién sabe si la de ayer no fue su última oportunidad de hacerlo en una ciudad que acogió uno de los grandes besamanos que se recuerdan a un político en esta era moderna, en la que sus señorías se han convertido en auténticas iconografías de la cultura popular, propulsadas por el consumo masivo de información y tertulias políticas. Entonces, Pedro Sánchez tuvo la dudosa idea de recorrerse la calle Larios previo a su primera bajada a los infiernos y, claro, fue manoseado y besuqueado hasta convertir aquel paseo en un esfuerzo titánico.

Demasiados titulares negativos en los últimos días, poniendo en duda la paz interna en el PSOE, sobre todo con el todopoderoso aparato de los socialistas andaluces. Aunque algo venido a menos, nadie pone en duda su capacidad para movilizar el voto socialista en Andalucía. La inspiración tuvo que llegar en el acto que se celebró por la noche en el Hotel Barceló con Susana Díaz. Puede ser que no se traguen el uno al otro, que no haya espacio para relativismos, pero ahora ambos se necesitan. Él para llegar a La Moncloa. Ella para afrontar las elecciones municipales con viento de cola a su favor. Después de la debacle de las autonómicas, no se puede permitir más pasos en falso. La efeméride de la unidad llegó y ambos se fundieron para la fotografía final, haciendo adivinar una nueva tregua hasta la fecha de las elecciones. Pero eso fue en realidad el final de la jornada. Siendo presidente, los días se remontan desde por la mañana y no hay agendas que se resistan a cargarse de más intensidad. Por la mañana, Sánchez estuvo en Cádiz, donde visitó el Campus de Excelencia Internacional del Mar. A las 17.30 horas. el presidente, ya en Málaga, estuvo en las instalaciones de Accenture, en el PTA. Hubo chanzas y bromas en la previa, sobre si iba a quedar atascado en los accesos. Pero nunca hay que subestimar la eficacia de una comitiva de coches oficiales y escoltados por agentes de la Autoridad del Estado. La misma que le permitió estar una hora más tarde en el Museo Picasso, donde fue recibido por su director, José Lebrero. Le acompañaron, además, el alcalde Francisco de la Torre, María Gámez y Patricia Navarro. Después de las palabras de rigor, alabando el camino recorrido, se desplazó hasta el Hotel Barceló.