Cinco personas fueron condenadas el martes en Reino Unido a penas que suman 120 años de cárcel por intentar introducir por las costas británicas 1,4 toneladas de cocaína, uno de los alijos de esta droga más importantes intervenidos en este país. El estupefaciente, valorado en casi 53 millones de euros que habría superado los 131 millones una vez cortado y adulterado, fue interceptado en un catamarán de 60 pies de eslora en el Canal de la Mancha, aunque las autoridades británicas han desvelado que las dos cabezas pensantes del envío vivían en la Costa del Sol cuando ocurrieron los hechos. Son los ingleses Nigel Clark (64 años) y Dean Waters (59), dos veteranos narcos que soñaban con un plan de pensiones extraordinario. Según han explicado fuentes de la Agencia Nacional Contra el Crimen (ANC) británica a La Opinión de Málaga, ambos llevaban mucho tiempo viviendo de forma intermitente en Estepona. Waters declaró durante el proceso que aquí regentaba un negocio de motos acuáticas y su compañero quería comprar una propiedad en su país para mudarse de nuevo. La planeadora con la que querían culminar el desembarco de la cocaína fue adquirida en la Costa del Sol. El resto de condenados son los tres tripulantes del catamarán SY Nomad: el holandés Raymond Dijkstr (27), el estonio Richard Must (49) y el grumete letón Voldermars Gailis (21).

La operación dirigida por la ANC de Reino Unido culminó el 29 de agosto del año pasado. El yate fue interceptado ese día al sur de la costa de Cornualles, en el extremo suroccidental de Inglaterra, tras una travesía iniciada a principios de ese mes en la República de Surinam, país atlántico que colinda con Guayana Francesa, Guyana y Brasil. Más de 3.600 millas náuticas (6.700 kilómetros) en línea recta. Un guardacostas de la Fuerza Fronteriza británica los esperaba. Apoyados por el Centro de Análisis y Operaciones Marítimas en materia de Narcotráfico (MAOC-N), la Armada Irlandesa, el Cuerpo Aéreo Irlandés y la Policía de Devon, el velero fue escoltado hasta el discreto puerto de Newlyn, donde los oficiales abrieron las escotillas que albergaban los 1.400 kilos de nieve virgen (algunos de los paquetes iban marcados con la imagen de la Alhambra y Sierra Nevada). Apenas un mes antes, los muelles de Newlyn fueron testigos de una operación similar en la que los agentes desembarcaron dos toneladas de cocaína de otro velero.

Must, Gailis y Dijkstra fueron detenidos de inmediato. Nigel Clark y Dean Waters cayeron horas más tarde tras un seguimiento que los agentes de la ANC comenzaron mucho antes de que el velero avistara tierra. Los investigadores ya sabían que Waters había comprado en España una espectacular planeadora como las que se usan en el Estrecho para mover el hachís. Él mismo la remolcó desde Estepona, primero a Bristol y posteriormente a Southampton. Un día antes de que el yate fuera interceptado, Waters llevó la lancha hasta Launceston para recoger a Clark y dirigirse en caravana hasta Hayle, una pequeña localidad que acoge una de las playas más abiertas y hermosas del sur de Inglaterra. En un vídeo grabado por los agentes, el narco inspecciona el remolque en una de sus paradas.

El día que el catamarán se acercaba a la costa, Clark esperaba en Hayle con su lancha y Waters había comprado un GPS, cámaras térmicas, un inflador portátil y otros elementos náuticos. Con la cocaína ya en tierra, los investigadores decidieron actuar y detuvieron a los narcos, cuyo plan era reunirse en alta mar con el SY Nomad y trasbordar la droga de una embarcación a otra para continuar con el proceso de distribución de la droga. El juez Picton, de la corte de Bristol, dijo durante la lectura de la sentencia que este golpe antidroga ha evitado «un terrible daño social».