­La empresaria valenciana Bisila Bokoko es ejemplo internacional como mujer de negocios. El origen africano de su familia asegura, además, que la convierte en un híbrido cultural, tras haber liderado la Cámara de Comercio España-EEUU y residir durante la última década y media en Nueva York. Orgullosa de la etnia bubi y de las raíces guineanas heredadas de sus ancestros, nos atiende tras impartir una ponencia sobre emprendimiento en una «nueva era de grandes y veloces cambios».

Nos hallamos actualmente en pleno debate mundial sobre migraciones. En una Costa del Sol tan próxima a los flujos que llegan desde África hacia Europa, ¿qué opina usted desde su propia experiencia vital?

La mezcla de culturas es necesaria en un mundo globalizado y tan cambiante como el actual. Lo único que nos puede proporcionar es riqueza. Pero la pena es que en los grandes foros sobre inmigración vemos que en las mesas de negociación no están todos los países que pierden talento como consecuencia de que su población se les va. Si ellos estuvieran también en ese tipo e negociaciones sería mucho mejor.

Y lo dice precisamente como migrante española afincada en Estados Unidos, donde a diario se habla de las nuevas políticas para el control de fronteras.

Tengo que reconocer que la inmigración no creo que tenga que ser descontrolada. Lo que sí quiero expresar es que tenemos a muchos migrantes que aportan valor a los países a los que llegan. Que en Nueva York, donde resido, o en otras grandes ciudades hay historias de mucho éxito. Es lo que dice el sueño americano. Pero no sólo existe en Estados Unidos. Puede florecer en cualquier país. Somos muchos los españoles que hemos aportado bastante a otros países de todo el planeta. Ya digo que la inmigración es muy positiva. Pero debe hacerse de forma regulada.

¿Dónde están esos límites?

Cuando los números son preocupantes deben tomarse unas determinadas medidas. Pero insisto en que tienen que consensuarse con los países emisarios. Si por ejemplo África, que es de donde son mis antepasados, fuese el problema, habría que sentarse en un foro con las naciones implicadas y deberían instalarse en los países de origen empresas y recursos, no hablo de ayudas, de manera que se ofrezcan alternativas a la población nativa. Hablamos de colaboraciones estratégicas, porque vemos que tenemos en Málaga muchas personas que no tienen trabajo y que en ese escenario podrían hacer que estas empresas de las que hablo puedan crecer. Si una persona tiene la felicidad en su país, ni se plantea abandonarlo. Si se va es porque en muchos casos es la última opción.

¿Se considera usted optimista respecto a un mundo que propone muros en vez de ese tipo de cooperaciones?

Lo soy por encima de esas dudas que nos genera a diario que un enorme número de modelos obsoletos han dejado de funcionar. Como todo va tan rápido y es tan cambiante, tenemos esa impresión de que todo está justo en este momento patas arriba. Pero no hemos tenido nunca tantas herramientas y plataformas para lograr un avance tan rápido. Ahora el ser humano tiene la información al instante, cuando antes tenía que recurrir a los libros o a la televisión y tardábamos en digerir las novedades. El caso es que se nos hace todo más grande, por el acceso a la tecnología que ya no está en manos de una elite.

Pero entre tanto cambio algunos modelos como el educativo es evidente que no invita a ser en este momento optimista.

Hay que seguir siendo optimista porque no ha habido un mejor momento a lo largo de la historia si lo analizamos con rigor. La globalización hay que destacarla, pero también que la mayoría de países están fuera de conflictos bélicos en este siglo XXI. Cambios sí que hay que empezar a hacer rápidamente. En efecto, mejorar la educación no sólo algo necesario y urgente aquí en Málaga o en Andalucía. Es un asunto que se da en la mayoría de países y que hay que revisarlo en su integridad. No estamos preparados para educar en los tiempos en los que estamos. Las distintas naciones tienen que ponerse las pilas y decidir hacia dónde van frente a unos métodos muy antiguos y que carecen de sentido actualmente.

Esta provincia es un foco de atracción para grandes capitales, ¿está preparada para estas nuevas estrategias globales?

En el modelo económico también nos enfrentamos a retos históricos, igual que en esa toma de conciencia del cambio climático que tenemos aquí. Pero considero que en uno y otro sentido tenemos como ciudadanos una labor importantísima, como es la de no dejar todo en las manos de los gobiernos. Las revoluciones salen de los pueblos, de la gente. En vez de quejarnos, es un buen momento para que todos demos el paso hacia adelante y decir qué queremos en nuestras sociedades.

¿Por qué considera usted esta parte de Andalucía como ejemplo para otros territorios?

Desde la primera vez que vine a estas tierra me llamó la atención en que tan pocos kilómetros convivan tantos empresarios y emprendedores. Lo destaqué más de una vez en Nueva York. Es un territorio capaz de generar mucho empleo y donde la mujer tiene un papel destacado, sin que aquí la igualdad se plantee como una especie de lucha entre géneros.