«Era un medio muy necesario de informar a la barriada», cuenta Falele Rodríguez. Junto a él se encuentra Miguel López Castro, quien fuera el vocal responsable de sacar adelante la revista El Copo, que hoy se ha convertido en un importante trozo de historia documental del Este de Málaga.

El boletín oficial de la Asociación de Vecinos del Palo, sin ningún tipo de ayuda institucional, llegó a sacar a la calle 107 números entre 1980 y 1997. Ahora, está siendo digitalizada estos días por este veterano colectivo, con la colaboración del Centro de Tecnología de la Imagen de la Universidad de Málaga, que ha cedido de forma temporal un equipo de alta resolución para poder digitalizar la revista.

«El CTI se ha portado estupendamente con nosotros. La Universidad de Málaga está dispuesta a colaborar para poder rescatar parte de la historia que es El Copo», cuenta esta semana Mercedes Pírez, presidenta de la asociación de vecinos.

Como explica Miguel López Castro, que como Falele Rodríguez también ha presidido la asociación, el primer número de El Copo salió en octubre de 1980 y en los comienzos, las cerca de 20 páginas de la publicación tuvieron una periodicidad mensual y un precio de venta de 15 pesetas, para luego pasar a venderse «por la voluntad» y en la última época, aparecer cada dos meses. En total El Copo salió de forma ininterrumpida hasta 1993 y luego reapareció en 1997 con tres últimos números.

«Lo llevábamos a una imprenta en El Molinillo, la de Pepe Trujillo», recuerda Miguel López Castro, que explica que contaba con un equipo de colaboradores «y me encargaba de meterles bulla si estaban haciendo seguimiento de un tema; y si me decían que no sabían escribirlo les comentaba que se lo contaran a otro para que lo escribiera».

El Copo se convirtió en notario de la marcha de un barrio lleno de luces pero sobre todo de sombras: «El Palo ha pasado en pocos años de ser un barrio tranquilo a ser un enjambre de bloques en el que lo que menos se ve es la tranquilidad y los espacios libres», se lee en un número de mediados de los 80.

Y esto escribían por esas fechas los vecinos de las Cuevas del Palo: «Parece que la historia se paró a principios de siglo (....) Las Cuevas es como una jungla urbanística donde el polvo, los charcos, los peligrosos derribos de terrenos o cuevas, e incluso la inundación de las casas son temores cotidianos de los vecinos».

Uno de los momentos más felices del entonces pujante movimiento vecinal, ampliamente recogido por El Copo, fue la desaparición de un vejatorio muro que separaba la zona de las Cuevas de la urbanización Miraflores del Palo.

La historia comenzó, recuerda Miguel López Castro, cuando Antonio, un vecino de las Cuevas que lindaba con ese muro, «harto de sentirse humillado por ese tema, recogió el sentir popular y lo echó abajo; la constructora lo denunció y tuvo que reponerlo».

Fue en el año 82, y la asociación de vecinos logró darle la vuelta a la situación hasta conseguir, en una jornada festiva, con la asistencia del concejal del barrio, que el Ayuntamiento lo echara abajo. «Los vecinos lo tiraron un poquito; fue una fiesta popular. Lo del muro fue un acto deliberado de la urbanización para separar a ricos de pobres, para que no pasaran por sus calles», cuenta el vocal de El Copo, que resalta que no era difícil recoger noticias todos los meses, «dada la dinámica de trabajo de la asociación».

Roces con Pedro Aparicio

Como curiosidad, el boletín lo recibía todos los meses el alcalde de entonces, Pedro Aparicio, porque era socio de la asociación de vecinos, aunque el enfoque crítico del boletín fue minando la relación.

Así, en 1985, en una noticia titulada «Bronca entre vecinos y el Ayuntamiento» se informa de que Pedro Aparicio tildó el movimiento vecinal de «movimiento paralelo del Partido Comunista».

Pero el problema más importante se produjo un año antes, en septiembre de 1984, cuando los dirigentes vecinales decidieron poner en portada un montaje de Pedro Aparicio convertido en monarca con corona y centro y este juego de palabras: «Reymodelación de concejales».

«La portada, que criticaba que cesara a concejales más sensibles con el movimiento ciudadano para poner a gente de un perfil más burocrático, trajo una escisión de compañeros de la asociación porque a parte de la junta directiva no le gustó», comenta Falele Rodríguez.

El expresidente vecinal recuerda que, pocos días después, en una copa en el merendero Gabi por iniciarse las obras en las playas del Palo, los vecinos se encontraron a Pedro Aparicio, «y nos dijo que le borráramos de la asociación porque estaba harto de recibir tantos golpes».

Los artículos, por cierto, se empezaron escribiendo a máquina y en los últimos tiempos, con el novedoso ordenador.

El Copo informaba de todo: la Carrera Popular del Palo, las protestas para exigir semáforos y la prohibición de camiones por la avenida Salvador Allende, las enésimas inundaciones, los murales artísticos, el peligro de que el Monte San Antón acabara en manos privadas y con riesgo de que urbanizaran buena parte de los terrenos...

En noviembre de 1983 contó cómo se cedía el primer parque del barrio, con más de 8.000 metros cuadrados. «En la actualidad, todo lo que allí se puso ha sido devorado por la autovía y no se ha vuelto a reponer», recordaba en 1996 en un escrito Miguel López Castro.

Eso sí, los vecinos lograron los terrenos para el futuro Parque de Playa Virginia, «en una época (1981) en la que los constructores ni siquiera cedían lo que la ley les exigía», recordaba el vocal de El Copo en el mismo escrito del 96. Y tantas y tantas noticias, hasta alcanzar los 107 números.

Digitalización y mejora

Francisco Valentín, que estos días se encarga con otros voluntarios de la digitalización, cuenta que está aprovechando para limpiar y arreglar las páginas sucias o dañadas.

El objetivo final, cuenta Mercedes Pírez, es que la asociación pueda colgar las páginas en su web www.elpalo.org, la sucesora de El Copo. «Si los archivos resultan muy grandes y no puede soportar el peso le pediremos al CTI que lo ponga en su página, para que nosotros podamos colocar un enlace para acceder. Y a ver si pudiéramos hacer un convenio con la Diputación para imprimir algunas ediciones de El Copo», destaca la presidenta.

El Copo, la mejor historia del Palo.