El universo de las infracciones de tráfico contabilizó el año pasado en las carreteras de la provincia 210.567 conductores sancionados. Esta cifra supone siete veces el aforo del estadio La Rosaleda o más población que la que actualmente suman los distritos de Carretera de Cádiz y Cruz de Humilladero. Dicho así suena a una concentración de disgustos alimentados por el enemigo recaudatorio de un tamaño superior a las circunscripciones más habitadas de la capital, pero la disección de todas las denuncias revela comportamientos al volante tan sorprendentes como preocupantes y evitables por mucho que la educación vial haya mejorado en los últimos años. La buena noticia es que el año pasado las multas descendieron en casi 71.700 trámites respecto a 2017, si bien para algunos puede tratarse de un espejismo. Desde Automovilistas Europeos Asociados (AEA) creen que esta bajada se debe a que los radares tuvieron el año pasado una menor actividad por motivos técnicos y apuestan por un efecto rebote a lo largo de este ejercicio.

Pero vayamos por partes. Que la mortalidad en las carreteras de Málaga alcanzó año pasado el mínimo histórico con 19 fallecidos es tan cierto como que todavía queda mucho camino por recorrer. Al menos mientras sigan existiendo 3.318 personas que sean capaces de conducir por nuestras carreteras sin tener el carné o estando inhabilitadas (delito), o más de 6.000 lo hagan sin tener el seguro obligatorio, según los datos de la Dirección General de Tráfico (DGT) a los que ha tenido acceso La Opinión de Málaga. El listado, que sólo cuenta las multas en vías interurbanas y no en cascos urbanos, no tiene desperdicio.

El exceso de velocidad sigue siendo el pecado más común entre los conductores sorprendidos por los radares que controlan las carreteras malagueñas. Este grupo lo formaron 139.849 personas (el 66,4% del total) de acelerador fácil. La mayoría, 123.189, fueron cazadas por radares fijos, mientras que los dispositivos móviles sumaron 16.660 infractores. Para la jefa provincial de Tráfico, Trinidad Hernández, que el exceso de velocidad sea la infracción más habitual no es una sorpresa porque es el factor más controlado gracias a la tecnología. Aunque Hernández asegura que el número de multas por velocidad ha descendido significativamente, advierte de que este descenso no resta peligro a los que siguen infringiendo y reconoce que sí le llama la atención que tantos conductores circulen a más velocidad de la permitida en tramos en los que la presencia del radar está perfectamente señalizada.

Más que mirarse el bolsillo, que también, los malagueños deberían ver la velocidad como una cuestión de supervivencia. La estadística oficial dice que este factor estuvo presente el año pasado en la mitad de los siniestros mortales registrados en nuestras carreteras, muy por encima de la conducción distraída (38,89%), las drogas (11,11%) o el alcohol (5,56%).

A Hernández no le parece menos preocupante que durante el mismo ejercicio la DGT tramitara en Málaga 5.229 multas a conductores que dieron positivo en los test de alcohol y drogas, una cifra mayor que la del año pasado y sorprendentemente similar a los 5.300 que fueron sorprendidos usando el móvil u otros dispositivos al volante. O que 4.277 personas circularan sin hacer uso del cinturón de seguridad o los sistemas de retención infantil y 178 motoristas circularan sin casco. Hablar por el teléfono móvil o no usar los elementos de seguridad suponen el mismo castigo, 200 euros y la pérdida de hasta tres puntos del carné, pero las estadísticas deberían preocupar más al infractor o a los que viajan con él. Cuatro de los fallecidos el año pasado en nuestras carreteras no llevaban puesto el cinturón en el momento del accidente.Ascensos inquietantes

Al presidente de AEA, Mario Arnaldo, le preocupa especialmente el asunto de los sistemas de retención y los positivos en alcohol y drogas, ya que, según los datos que maneja la asociación, en ambos casos las sanciones han subido en la provincia respecto al año anterior un 4,50% y un 1,51%, respectivamente, y son factores que están muy presentes en la siniestralidad en el asfalto. Arnaldo cree que estos ascensos son una señal de que las campañas informativas están siendo insuficientes: «Hacen falta campañas que convenzan», insiste.

Sobre el cinturón y los sistemas de retención infantil, Arnaldo cree que sería interesante determinar si los que no suelen usarlo son los propios conductores o sus acompañantes y a partir de ahí sacar conclusiones para encarar el problema de una forma más efectiva. Y aunque considera positivo el importante descenso de multas que los radares fijos y móviles han tramitado en la provincia de Málaga (de 207.157 en 2017 139.849 en 2018), recela: «No creo que los malagueños corran menos, sino que se ha sancionado menos porque muchos radares han estado en el dique seco por razones técnicas». Una vez que las máquinas vuelvan a funcionar a pleno rendimiento, unido a la nueva limitación a 90 kilómetros por hora en las vías secundarias aprobada este año, Arnaldo cree se puede producir un efecto rebote importante.