El filósofo Fernando Savater lo llama «lepra de colorines» y, ciertamente, la barriada Ruiz de Alda, en la Carretera de Cádiz, llevaba muchos años con la grave dolencia de las pintadas, que afeaban buena parte de sus paredes, antes encaladas.

Pero la mejoría en los últimos dos años ha sido radical gracias a Murales Amarás, la Asociación Multicultural Artística de Responsabilidad y Acción Social, sin ánimo de lucro, que ha mandado al olvido las gamberradas del espray con siete murales artísticos en las calles más degradadas, y desde el pasado invierno, con un octavo mural en la calle Alfonso Peña Boeuf.

«La gente ha participado mucho más que el año pasado», señala Guillermo Soria, de 38 años, el fundador de Murales Amarás, una asociación que volvió a ser convocada por la Asociación de Mujeres El Embrujo, de la barriada Ruiz de Alda, para este octavo mural, que además han realizado durante dos días niños del barrio de 4 a 13 años.

Han sido tres días de trabajo, el primero de ellos con los pinceles guardados, porque una psicóloga de Apsico, la Asociación Psicosocial de Intervención Comunitaria, «ha trabajado con los niños en temas relacionados con la familia, los valores éticos y el cuidado del barrio», cuenta Guillermo Soria.

Los dos días siguientes, con los pinceles ya en ristre, los niños han pintado un mural lleno de mensajes, como esa niña que aparece leyendo un libro, con el que Murales Amarás ha querido relacionar a la mujer con actividades de ocio, «y hacerles ver a los niños que las tareas en general asumidas por la mujer las puede hacer el hombre, y que si una mujer limpia, un hombre también puede lavar los platos».

Tampoco falta el dibujo de un niño con la bolsa de excrementos del perro. A este respecto, Guillermo Soria cuenta que el programa municipal ¿¡Málaga cómo te quiero!? también colaboró con un taller sobre el cuidado del barrio.

La experiencia de estos días de arte y concienciación, detalla Guillermo Soria, ha sido estupenda: «La sensación es muy bonita, sobre todo por trabajar conjuntamente con los niños y verlos entusiasmados. Han estado apasionados e involucrados», confiesa.

Como curiosidad, en algunos de los murales anteriores colaboraron jóvenes que, siendo adolescentes, habían llenado de pintadas el barrio. «Entonces tenía 18, 19 años y ahora 25 o 26, me ayudaron con el fondo del mural; ya no se dedican a hacer pintadas», contaba en octubre Guillermo Soria.

Como explica, varios ayuntamientos de la provincia han contactado ya con Murales Amarás para repetir la experiencia y además, la asociación Street Art Málaga quiere incorporar las obras artísticas de Ruiz de Alda a las visitas guiadas que realiza a los murales de Málaga.

El pasado mes de septiembre Murales Amarás convirtió una escalinata degradada, en un bloque de viviendas sociales de la Cruz Verde, en una hermoso jardín hecho con pinceles.