A las puertas de celebrar el próximo miércoles la festividad del Primero de Mayo, los grandes números del mercado laboral de Málaga reflejan claros síntomas de mejora respecto a los años más duros de la crisis aunque eso no haya sido suficiente ni para rebajar las grandes cifras de paro que aquejan a la provincia ni para reducir la altísima precariedad a la que se ven abocados muchos trabajadores.

Por un lado, Málaga presenta en este 2018 su cifra más elevada de empresas a estas alturas del año de los últimos once ejercicios, justo cuando el nivel de cuando empezaba la crisis y con un volumen casi parejo ya al que se manejaba en la época del boom económico. Los últimos datos de la Seguridad Social indican que la provincia cuenta al mes de marzo con más 58.200 firmas adscritas al Régimen General, un número muy próximo a las 58.600 que se contabilizaban durante ese mes en el año 2007, que marcó la cúspide del proceso expansivo de la economía. Cabe recordar que durante los ejercicios más duros de la recesión, el censo en Málaga llegó a caer a niveles de entre 47.000 y 49.000 firmas. El dato de este 2018, mejora en más de 800 empresas al del año anterior.

Otra magnitud que confirma la recuperación del censo empresarial es la estadística de sociedades mercantiles. Málaga cuenta con 119.512 a cierre de 2017, una cifra que rebasa ya las 116.683 que había en 2008, según el estudio «Análisis económico-financiero de la empresa andaluza 2018», presentado recientemente por Analistas Económicos de Andalucía, del Grupo Unicaja. La provincia malagueña es, además, la única de Andalucía que ha logrado de momento reponer su tejido empresarial. Por otro lado, un 60% de las sociedades de Málaga refleja ganancias, mejorando el 57% que se registró en 2008. En 2010, con la recesión ya declarada, el porcentaje había caído al 46%.

La mejora empresarial, sin embargo, no va acompañada de una recuperación equiparable del empleo. Las cifras de paro, en este sentido, siguen siendo contundentes: Málaga cuenta actualmente con 153.172 parados inscritos en los servicios púbicos de Empleo, un 80% más que los 86.000 que se registraban en 2007.

La encuesta de población activa (EPA), la otra gran estadística que arroja sobre luz sobre el paro en España, indica que los 136.900 parados que contabilizan en Málaga al cierre del primer trimestre de 2019 también doblan prácticamente a los 72.000 de antes de la crisis (un 90% más). Además, hay 47.800 hogares en la provincia con todos sus integrantes en el paro y otros 93.400 con alguno de sus miembros en el desempleo.

Por el lado del empleo, las cifras de ocupados, sin embargo, sí superan ya a las de antes de la recesión en la provincia y se sitúan en cerca de 650.000 personas, según la EPA. La explicación para este desfase estriba, según ha explicado en varias ocasiones la Confederación de Empresarios de Málaga (CEM), en la subida de población activa de la provincia, que se agudiza en los ciclos de reactivación económica. Así, Málaga tiene ahora 784.300 personas en edad y disposición de trabajar, casi 90.000 más que hace 12 años.

La CEM también admite que las empresas que han ido desapareciendo durante la recesión (se estima que fueron unas 18.000) eran en muchos casos negocios muy asentados (en sectores, por ejemplo, como la construcción) que generaban más empleo que los que vienen surgiendo ahora y que responden muchas veces al perfil de autoempleo o al de pequeñas firmas con una media de entre dos y cuatro trabajadores. La realidad es que el 97% de las empresas malagueñas son micropymes que no llegan a los diez trabajadores. Esa falta de dimensión dificulta a estas firmas tanto afrontar operaciones y negocios de mayor calado o competir en mejores condiciones en un mercado cada vez más globalizado.

En cualquier caso, otra de los consecuencias que ha dejado la recesión económica es una sensible erosión en la calidad del empleo, con unas elevadísimas cotas de temporalidad (muchos trabajadores encadenan un contrato tras otro rotando de forma continua por diversos puestos y empresas) y un recurso creciente a la jornada a tiempo parcial en detrimento de la jornada completa. En la última oleada de la EPA publicada este pasado jueves se comprueba que el 18% del total de asalariados malagueños trabaja por horas, con picos del 32,8% en el caso de las mujeres. El fenómeno preocupa a los sindicatos, que denuncian que esta tipología de contrato esconde muchos casos de fraude, ya que el trabajador termina echando bastantes horas más de las que establece su contrato.

El cuadro de precariedad se completa al comprobar que sólo el 7,6% del total de contratos que se han firmado en lo que va de año en la provincia de Málaga han sido indefinidos, continuando la baja tónica de años anteriores. Hasta el estallido de la crisis el porcentaje llegó a ser del 10% o 12% anual.