La fórmula andaluza le ha servido al PP para obtener el mayor poder institucional en Andalucía. La coalición con Ciudadanos, sumada al apoyo de Vox , le puso en bandeja de plata el gobierno en la Junta a Juanma Moreno. Tan exitosa y exportable parecía que el líder del PP nacional, Pablo Casado, se la grabó a fuego como la vía más rápida para llegar a la Moncloa. Todo se derrumbó el pasado domingo, cuando el escrutinio avanzó. La rectificación posterior de Casado, que pasó de ver a Vox como un aliado, incluso le abrió la puerta a un hipotético gobierno, a ser un partido de «ultraderecha», ha encendido la tensión entre ambas formaciones. Queda latente que la competición entre ambas formaciones se ha desatado y en este pelea el PSOE puede ser el principal beneficiado. Los socialistas quieren trasladar esta tensión entre ambas formaciones a la inminente campaña electoral de las municipales.

La escalada de tensión entre el PP y Vox alcanzó nuevas cuotas ayer, cuando el líder de la formación de extrema derecha, Santiago Abascal, exigió al PP disculpas para sentarse a negociar los presupuestos en Andalucía. Nueva munición para el PSOE. La secretaria general de los socialistas andaluces, Susana Díaz, ya lanzó el 1 de mayo el mensaje y se da por hecho que será repetido como un mantra durante las próximas dos semanas: «Si Casado cree que Vox es la extrema derecha debería romper con ellos en Andalucía». La campaña de las municipales comienza la semana que viene y los candidatos provinciales llamarán a «rematar la faena» en las municipales. Ese mensaje se sumará a la misma estrategia empleada durante la campaña de las generales, y que no es otra que la de avivar el miedo a «una suma de las tres derechas».

Fuentes consultadas en el PSOE de Málaga consideran que lo del domingo fue «un mensaje claro de los españoles y los andaluces». Hay cierta euforia entre los candidatos socialistas en la provincia de Málaga. El mejor ejemplo es Daniel Pérez, que le disputará la alcaldía a Francisco de la Torre. La victoria socialista le ha insuflado más autoestima en sí mismo. En sus círculos de confianza ya está contando los días para derrocar al alcalde.

Antes de las elecciones, había mucho temor en el PSOE a que la temida «triple alianza» le pudiera dejar en fuera de juego en todas las negociaciones postelectorales que se producirán después del 26 de mayo.

Ahora, los socialistas han visto un flanco que atacar justo en lo que parecía que le iba a hacer daño. Una oportunidad que quieren hacer valer durante la campaña. «Tenemos que ilusionar con nuestro proyecto como lo hicimos el 28 de abril y contrastarlo con lo que ofrecen las derechas», concluyen en el PSOE.