Como si de un milagro lingüístico se tratara, desde el pasado jueves y hasta el próximo día 9, en Málaga personas de una docena de países, entre ellos polacos, surcoreanos, lituanos, españoles y japoneses, se entenderán en una lengua común que no es ni inglés, ni francés, ni tampoco una vieja lengua internacional como el latín.

En realidad, se entienden en esperanto, el idioma creado en 1887 por un oftalmólogo polaco, para que se convirtiera en una lengua neutral de comunicación internacional.

La Casa Diocesana de Málaga acoge estos días un congreso internacional de esperanto que promueven desde hace 71 años ferroviarios esperantistas. «Hay muchos, posiblemente por viajar tanto lo aprendieron», aventura Ángel Arquillos.

Este jiennense de 72 años, afincado en Málaga desde hace cerca de 40, es el responsable de que el congreso internacional recale en la capital de la Costa del Sol. Como subraya, la elección de Málaga no ha sido ningún capricho, sino que está fundamentada en la Historia: «Málaga fue la quinta ciudad del mundo donde se empezó a hablar esperanto. Somos pioneros; en Málaga se escribió la primera gramática española de esperanto, en 1890», comenta.

En el caso de Ángel Arquillos, descubrió este idioma internacional, de reglas gramaticales muy sencillas y que se escribe como se pronuncia, en la madrileña Cuesta de Moyano en 1979. «Encontré un libro de segunda mano de fábulas. Empecé a mirarlo y me dije que qué idioma era ese, porque lo entendía bien, así que rápidamente pregunté dónde podía recibir clases», apunta.

Y aunque no fue tan rápido como Miguel de Unamuno, de quien se cuenta que aprendió esperanto en once horas, a los tres meses de recibir clases ya estaba Ángel Arquillos, a su vez, enseñando esperanto a un grupo de universitarios.

«Ahora mismo se calcula que hablan esperanto unos dos millones de personas en el mundo», cuenta.

Todos iguales

De las cosas positivas que tiene sobre el inglés destaca, en primera lugar, la facilidad para aprenderlo y en segundo lugar, el que no sea el idioma de ningún país en concreto. «Eso es una gran ventaja porque cuando se habla en inglés siempre tienen más ventaja los hablantes de los países anglosajones. En este caso, todos hablamos el mismo idioma, sin ventajas».

Como subraya, la paradoja es que, a la hora de hablar esperanto, quienes manifiestan más dificultades para aprenderlo son los ingleses y los americanos por falta de práctica a la hora de aprender un idioma, «porque están acostumbrados a escuchar el suyo en todo el mundo».

Para Ángel Arquillos, los europeos del Este son los que mejor se manejan con el esperanto.

El congreso de Málaga, por cierto, estará centrado en el brexit y sus consecuencias, «con la idea de que si desaparece el inglés como idioma principal en Europa y en el mundo, podríamos intentar ver qué piensan del esperanto», explica.

El malagueño de adopción admite que puede sonar a utopía, pero le encantaría que algún día este idioma, que tiene como color insignia el verde de la esperanza, se convirtiera en la lengua de comunicación por excelencia. «Llevamos ya 130 años por el mundo y el esperanto, aunque lentamente, sigue creciendo».

La fluidez de Ángel Arquillos para hablar esperanto es asombrosa. Compuesto por muchas palabras provenientes de idiomas europeos, «hola» se dice «saluton» y gracias, «dankon», que recuerda al «danke» alemán.

El esperanto cuenta con una academia de esperantistas que propone las palabras nuevas, con sede en Amsterdam, y en Londres hay una biblioteca de esperanto con más de diez mil volúmenes, aparte de que en este idioma se publican libros a diario.

«Si organizamos este congreso es para animar a la gente que no sabe a estudiarlo. Aquí vienen tanto esperantistas con experiencia como principiantes», cuenta.

Gîs la revido!¡Hasta pronto!», en esperanto).