Los recientes derribos de Villa Maya, en el Limonar; el edificio del autor de la calle Larios en Hoyo de Esparteros (La Mundial, un inmueble al que se le retiró la protección para echarlo abajo), una vivienda de estilo regionalista en calle Ferrándiz y el anuncio de desaparición de un portal del prestigioso arquitecto Antonio Lamela, ejemplo de arquitectura contemporánea en La Malagueta, ha encendido las alarmas entre arquitectos, expertos y colectivos en defensa del Patrimonio.

La situación se complica además con el recurso el año pasado por el Colegio de Arquitectos de Málaga, de la licitación para revisar el catálogo de edificios protegidos del Pepri Centro, por los bajos precios que ofrecía el Ayuntamiento. El decano de los arquitectos, Francisco Sarabia.

La Opinión ha hablado con algunos expertos, que aportan soluciones para frenar la situación y empezar a proteger con mejores resultados el Patrimonio de Málaga.

Uno de ellos es el arquitecto Antonio Díaz, experto en rehabilitación del inmuebles y que participó en el plan preparatorio del actual PGOU.

Lo primero que señala es que no sólo los edificios del Centro Histórico merecen protección. «Cualquier cosa merece ser protegida porque en el fondo es el paisaje de nuestra identidad y nos conforma como malagueños» recalca, y al hilo de esta reflexión lanza esta pregunta: «¿Es que tenemos que morirnos los arquitectos para dejar nuestro legado?».

A su juicio, en protección de edificios «se ha hecho poquísimo, porque hay herramientas para actualizar el catálogo de edificios protegidos pero no interesa». Cree Antonio Díaz que se debe a «cierta mala conciencia de que el edificio protegido va a valer menos y no va a tener más aprovechamiento urbanístico, y eso creo que es por desconocimiento».

Por eso lamenta que al final, en Málaga, «prima más la especulación frente a la recuperación». Para frenar este proceso, Díaz propone que el Ayuntamiento elimine o rebaje el IBI de los edificios protegidos «que conservan los valores, por trabajar en pro de la sociedad malagueña».

La visita previa del técnico

También propone, para evitar esperar años hasta que se actualice el catálogo del Pepri Centro y el de edificios protegidos del resto de Málaga, una «visita previa» de técnicos municipales -figura prevista para el Pepri Centro pero que no se ejecuta- para ver si el edificio con licencia de obra, «tiene valor o no, si hay suelos interesantes, elementos susceptibles de ser incluidos en el proyecto y ampliar el catálogo sobre la marcha, antes de que cualquiera vaya a picar una pared, sobre todo del casco antiguo».

«Prima la rentabilidad»

El profesor de Historia del Arte Francisco Rodríguez Marín, que participó en la realización del catálogo del Pepri Centro, en 1989, recuerda que ese catálogo en su día fue «un gran avance», pero por entonces no incluía elementos de interés como cementerios o el patrimonio industrial.

A propósito de la demolición de Villa Maya -símbolo de la Guerra Civil en Málaga aunque no tuviera valor arquitectónico-recuerda que sí logró que se tuviera en cuenta el criterio histórico en el catálogo de protección del PGOU con la inclusión de la portada del Campamento Benítez, «porque al margen de lo artístico, durante 70 años el campamento había sido un establecimiento militar y debía quedar memoria de eso».

El profesor cree que «en el momento en que proteger un edificio supone limitar los derechos de un propietario a sacar rentabilidad, se da preferencia a la rentabilidad». En este sentido, y con respeto al actual catálogo de edificios protegidos del PGOU, lamenta que el criterio sea «hacer lo mínimo para cumplir la ley, cuando en Málaga, sin caer en ser talibanes del Patrimonio, cuanto más Patrimonio haya es mejor, pero todo está supeditado a la economía inmediata». Rodríguez Marín pone el ejemplo de la demolición de La Mundial, «que es pan para hoy y hambre para mañana, porque uno elige su destino en función de la ciudad que ofrece un interés, un sabor histórico; para ver edificios contemporáneos sin interés no viajo».

El profesor cree que la Gerencia de Urbanismo sigue «con la misma mentalidad» y reclama de paso que se proteja más arquitectura del siglo XX, «ahora que estamos a tiempo».

El ejemplo de Ibiza

Muy crítico se muestra el experto en Urbanismo y responsable del colectivo Edifeicios, Anton Ozomek, que cree que con respecto a la protección del Patrimonio «en Málaga el balance es desastroso». En su opinión, el avance del Pepri Centro de 2014 «es terrible porque se va a ampliar aún más la potestad para demoler edificios protegidos, aunque es cierto que algunos se van a blindar un poco mejor».

Antón Ozomek recuerda a este respecto que existe un marco normativo con una Ley del Patrimonio Histórico Español, así como las Cartas Internacionales del Patrimonio, de la Unesco, suscritas por España, que destacan que los monumentos históricos no son sólo los que tienen valor y relevancia, «incluso los más modestos pueden incluirse al formar parte de un conjunto».

En relación con esto, pone el ejemplo del Centro Histórico de Ibiza, Patrimonio de la Humanidad, «sin tener un teatro romano como Málaga o un edificio notable, porque es uno de los poquísimos cascos históricos del Mediterráneo en los que no ha interferido la arquitectura del siglo XX».

Por este motivo, es un firme defensor de no tocar el Centro Histórico, «donde desde el año 85 se ha demolido 350 edificios, sólo en la almendra histórica, por eso son un bien en peligro de extensión y no renovable».

Anton Ozomek apuesta por partidas presupuestarias «para que los propietarios arreglen sus edificios en vez de demolerlos» y hace la siguiente reflexión: «En Málaga hay 6.000 hectáreas de suelo urbano para acoger la nueva arquitectura, como la de Moneo, mientras que la almendra histórica es un uno por ciento del suelo urbano. El Centro debería estar congelado para protegerlo».

Colegio de Arquitectos

El decano de los arquitectos, Francisco Sarabia, habló con La Opinión de la protección del Patrimonio hace unos días, durante su visita al portal del arquitecto Antonio Lamela, el autor de las Torres de Colón, que una comunidad de propietarios quiere demoler en La Malagueta.

Sarabia recordó el ofrecimiento del Colegio al alcalde y al concejal de Urbanismo a elaborar «una especie de inventario de edificios que tengan una significación para la colectividad y que queramos tener en la puerta del catálogo de edificios protegidos»

El decano recordó que la revisión del catálogo de edificios protegidos del Centro está en los tribunales por los bajos precios que estableció el Ayuntamiento de Málaga para realizar las fichas. Por eso confía en que el Consistorio «desatasque el asunto sacando el concurso con unas condiciones razonables, porque como el Ayuntamiento espere cuatro o cinco años quedamos sin catálogo».

A raíz de la anunciada demolición del portal de Antonio Lamela, diseñado hace cerca de medio siglo, subraya que la arquitectura con valor «no tiene que ser solo la de principios de siglo». El decano lamenta que la arquitectura contemporánea siga estando mal vista y avisa: «Como sigamos así no vamos a tener arquitectura contemporánea en Málaga».

Respuesta de Urbanismo

El concejal de Urbanismo, Francisco Pomares, admitió que existe debate sobre la protección del Patrimonio de Málaga, y puso de ejemplos la desaparición de Villa Maya y el portal de Antonio Lamela en La Malagueta. «¿Qué hacemos con el portal de Lamela de los años 70?, hay un debate interno que tienen que hacer los arquitectos y también los historiadores», señaló.

De cualquier forma, indicó que la respuesta debe estar en la reforma de la Ley de Patrimonio de Andalucía, «que debe poner las bases para ver qué se protege en el PGOU y en los planes especiales, con respecto al patrimonio arquitectónico, la memoria histórica, la historia popular... aunque debe recogerse con cierta flexibilidad porque también hay que escuchar a promotores y constructores».

«Hay muchas sensibilidades y lo que hay que hacer es que la Ley de Patrimonio nos diga a los ayuntamientos cómo hay que proteger. Debería haber un debate serio», subrayó.

Pomares admitió que los criterios de protección de los años 80 hay que ampliarlos porque han quedado desfasados, «pero con cuidado de no ser una ciudad museo, hay cosas que se pueden proteger con sentido común y convertirse en cuestiones importantes para la ciudad».