¿Es la transformación digital una opción para las empresas? ¿Por qué lugar de la estructura organizativa hay que comenzar? ¿Es el cliente el que lo demanda? En un mundo cada vez más tecnológico, la transformación digital se hace prácticamente imprescindible para aquellas empresas que quieran ganar en competitividad y rentabilidad. Hasta tal punto que aquellas organizaciones que no se actualicen acabarán obsoletas.

Así se puso de manifiesto en el foro de transformación digital celebrado por La Opinión de Málaga en el que participaron empresarios y profesionales de distintos sectores productivos de la provincia de Málaga, como Gerard Perat, CEO de Cossit; Francisco Orellana, gerente de Internalia; Arturo Morán, CEO de Desmonkey; Susana Calleja, directora de Marketing de Autopremier; Raquel Serrano, CEO de Flixit; Matilde Molina, gerente de Madysthetic; y Chema Camacho, Jaime Martínez Brocal y Noelia Madrid, del Instituto Internacional San Telmo.

«La transformación digital empresarial ha dejado de ser una opción para convertirse en una obligación», señala Arturo Morán. «Hace unos años costaba la misma vida hacer ver a los clientes, no ya la necesidad de una transformación, sino algo tan simple como adoptar determinadas tecnologías». Ahora, según destaca Jaime Martín Brocal, responsable de la Cátedra de Transformación Digital del Instituto Internacional de San Telmo, quien no se adapte a los cambios «se va a quedar atrás y va a desparecer» y apunta que «hay pocos negocios hoy en día que puedan permitirse el lujo de no transformarse digitalmente».

Nuevas oportunidades de negocio

La aplicación de la digitalización en las organizaciones conlleva una serie de ventajas, entre las que destacan la mejora de la competitividad, la aparición de nuevas oportunidades de negocio y el aumento de la rentabilidad tanto en costes como en tiempo.

La cuestión está en saber cómo se va a llevar a cabo esta apuesta por la innovación. «¿Es decisión del dueño de la empresa, de los responsables de los distintos departamentos o de los empleados?», se pregunta Chema Camacho, para añadir que la transformación digital «no es unidireccional, sino omnidireccional». En este sentido, Francisco Orellana explica que en este proceso es fundamental el departamento de recursos humanos, «que debe liderar esta transformación porque se necesita el compromiso de la gerencia».

Es la empresa la que debe decidir cómo y en qué ámbitos se va aplicar la digitalización para optimizar la relación con los clientes. Una de las claves es que las decisiones estén fundamentadas con datos para transformarlas en oportunidades. El gerente de Internalia considera que «es primordial tener información en tiempo real para la toma de decisiones». En la misma línea se posiciona Chema Camacho: «los datos son esenciales para saber qué y cómo transformar , y poder ofrecer un valor añadido».

El cliente, en el centro de la adaptación

Pero, ¿qué papel juega el cliente en esta conversión? Según Jaime Martínez, el cliente siempre tiene que estar en el centro de esta adaptación, «entendiendo lo que quiere», incluso «adelantándote a lo que demanda para ofrecerle un valor añadido», añade Susana Calleja. «Hay que ponerse en la mente del cliente, porque cada vez están más informados gracias a las nuevas tecnologías y saben lo que quieren», explica la directora de Marketing de Autopremier. «La confianza del cliente es primordial», apostilla Raquel Serrano.

Los participantes en el foro de La Opinión de Málaga coinciden en las numerosas ventajas de la transformación digital. Como apunta el CEO de Desmonkey, «proporciona mejores procesos que repercuten en la optimización de resultados»: los trabajadores son más eficaces, fideliza a los clientes, reduce costes, aumenta la productividad y la competitividad y ofrece nuevas oportunidades de negocio.

Un largo camino por recorrer

Sin embargo, son muchos los empresarios que no han iniciado ese camino de reconversión tecnológica. «Cuesta que las empresas vean la transformación digital como una oportunidad», indica Susana Calleja. «Las empresas que aún no se han adaptado no es que no quieran hacerlo ni ser poco competitivos, pero muchas veces necesitan ver las ventajas. Es necesario explicarles con casos prácticos cómo estos cambios en los procesos aumentan su competitividad y su rentabilidad económica», indica la CEO de Flixit.

«El fracaso en la transformación digital procede de usar las tecnologías sin saber lo que realmente necesito para mi negocio y mis circunstancias», comenta Jaime Martínez. Por lo tanto, es crucial vencer el miedo y provocar un cambio de mentalidad empresarial a través de la formación, implicando a todas las personas de la organización para que puedan obtener el máximo rendimiento de las herramientas tecnológicas.

Un proceso que debe liderar la gerencia y transmitirlo al resto del equipo y que está más relacionado con la cultura empresarial que con el uso digital. «Hay que estar permanentemente formándose y no tanto en cuestiones técnicas como en gestión y mentalidad de negocio», apunta Chema Camacho.

La transformación digital no solo implica adaptarse a los nuevos tiempos, también hay que provocar cambios que generen nuevas oportunidades de negocio y que inviten a conectar con los clientes a través de un conocimiento exhaustivo de sus necesidades. Y todo ello con la implicación de los diferentes miembros de la organización. Tecnología, negocio y personas, tres vértices para alcanzar la nueva revolución empresarial.