Tras cinco meses de conversaciones oficiales y algunos más de tanteo previo, Unicaja y Liberbank anunciaron este martes la ruptura de las negociaciones para su posible fusión debido a las diferencias en el peso que cada banco debía tener en la entidad resultante. Unicaja informó a media tarde del martes a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) de que ambas entidades no habían conseguido alcanzar un acuerdo sobre la ecuación de canje de las acciones, y anunciaba que el Consejo de Administración del banco malagueño había decidido «por unanimidad dar por finalizadas las conversaciones». La asturiana Liberbank remitió otro hecho relevante a la CNMV en el mismo sentido.

La noticia es impactante, por cuanto los responsables de ambos bancos mostraron hace unas semanas su confianza en que el acuerdo iba a ser posible. Ahora toca esperar a la reacción de los mercados bursátiles y financieros, donde la operación se daba por hecha.

Unicaja explicó en su comunicado a la CNMV que «desde su positiva trayectoria y solidez financiera, seguirá trabajando para el cumplimiento de sus objetivos estratégicos, establecidos en su plan de negocio, y maximizar el valor para sus accionistas».

En principio, la ecuación de canje sobre el reparto accionarial que se barajaba para la nueva entidad era del 60% a favor de Unicaja por otro 40% de Liberbank. De hecho, la operación se planteaba como una absorción del banco asturiano por parte de Unicaja. En las últimas semanas, sin embargo Liberbank luchaba por llevar su peso al 45% y dejar a Unicaja en un 55%. Cada entidad ha jugado sus cartas en la negociación pero al final las diferencias han pesado más y han dado al traste con la operación.

Fuentes del mercado comentaron a este periódico que Unicaja, por solvencia, cobertura y liquidez, no podía aceptar un peso inferior al 60%. La ecuación de canje, es decir, la participación de cada entidad en el grupo resultante, se elabora teniendo en cuenta diferentes factores, tales como el tamaño, los modelos IRB y otros elementos del negocio como la tracción comercial.

Estas fuentes añadieron que Unicaja, durante estos meses, «ha demostrado una disposición positiva» en el proceso de negociación, con una «postura flexible» para que la integración saliera adelante pero con la premisa de que se salvaguardaran los intereses de los accionistas. La operación se había encarado «con total autonomía y sin ningún tipo de presión», con la intención de «generar valor». Sin embargo, la alternativa de rebajar el peso de Unicaja por debajo del citado 60% se consideraba «contrario a los intereses de la entidad malagueña y de sus accionistas», lo que ha llevado al fin de la negociación.

Según estas fuentes, la fallida fusión con Liberbank no debe afectar a la «positiva» trayectoria de Unicaja, que posee una situación de «solidez financiera» que le permite «continuar su actividad de forma independiente». Las pruebas de resistencia financiera que viene superando periódicamente la entidad la sitúan así en posición de afrontar con normalidad «escenarios y retos de futuro».

La ruptura de las conversaciones fulmina, en todo caso, una operación que hubiera dado lugar a la creación de la sexta entidad de España en volumen de activos. Unicaja tiene unos 56.400 millones de euros en activos (es la octava del ranking nacional) por los 40.000 de Liberbank (undécima). Se había pactado ya que la sede central de la futura entidad estaría en Málaga y estaría presidida de forma ejecutiva por Manuel Azuaga, presidente de Unicaja, mientras que el consejero delegado de Liberbank, Manuel Menéndez, quedaría como número dos. El banco malagueño también tenía atado la continuidad de Unicaja como nombre comercial en la fusión.

Unicaja Banco, con sede en Málaga, tiene una presencia especial en Andalucía y Castilla y León, mientras que Liberbank cuenta con una posición estratégica en Asturias, Cantabria, Castilla-La Mancha y Extremadura.

Las redes de sucursales de ambos grupos eran complementarias e iban a sumar 1.866 sucursales, 1.182 de Unicaja Banco y 684 de la propia Liberbank, que cuenta además con más de un centenar gestionadas por asesores bajo un modelo de franquicia.

El proceso contaba también con el visto bueno del Banco Central Europeo (BCE). Azuaga y Menéndez viajaron el pasado mes de abril a la sede central de este organismo en Fráncfort (Alemania) para presentar las líneas generales de su proyecto.

Cifras comparadas

Los números de la fusión se estaban calculando con arreglo a los resultados de ambos bancos a cierre de 2018. Por ello, Unicaja y Liberbank trabajaban contrarreloj para llegar al acuerdo antes de final de mayo, ya que si querían aprobarlo en sus respectivas asambleas extraordinarias de accionistas tenían que hacerlo como máximo en junio, ya que más allá de esa fecha la normativa les hubiera obligado a empezar de nuevo las simulaciones con los resultados ya publicados del primer trimestre de 2019. En cualquier caso, esos datos también confirmaban el protagonismo de Unicaja en las magnitudes de la hipotética (y ya frustrada) fusión. En primer lugar, el resultado de Unicaja al primer trimestre de este año ha sido muy superior al de Liberbank (63 millones frente a 21). Si se agregan el beneficio de las dos entidades, Unicaja aportaba un 75% por un 25% de Liberbank.

En cuanto a volumen de activos, Unicaja domina al banco asturiano, en una proporción de 58%-42%. Entre las partidas de negocio, los depósitos de clientes alcanzan en Unicaja los 38.222 millones, una cifra también superior a los 24.313 de Liberbank (61%- 39%). Con respecto a recursos captados fuera de balance y seguros, en el caso del banco malagueño se contabilizan 12.781 millones, más del doble que en Liberbank (5.675). En este aspecto, la proporción es de 69%-31%.

Por lo que se refiere a la solvencia, la ratio CET1 phase in presenta durante este periodo un 14,9% en Unicaja y un 14% en Liberbank. Respecto a la ratio CET1 fully loaded, las tasas son respectivamente del 13,3% y el 12,5%. Unicaja supera con creces la solvencia mínima requerida por el Banco Central Europeo.