Se jubiló hace seis años, después de cuatro décadas dedicadas a la urlogía en el Hospital Regional, y a raíz de un problema de salud de su hija se ha involucrado de lleno en el estudio de las alergias alimentarias, un trabajo que comenzó con un grupo de Facebook que cuenta con 16.000 usuarios y da pasos firmes para seguir creciendo e investigando.

Hace dos años que está al frente de un grupo de Facebook -Intolerancia a la fructosa, sorbitol, lactosa, dao, gluten, sibo y parásitos- en el que aborda cuestiones relacionadas con las intolerancias alimentarias y su comunidad ha crecido hasta sumar 16.000 seguidores. La gasolina que le ayuda a invertir todo su tiempo a estudiar y continuar divulgando todo cuanto aprende a sus 69 años. Una labor que va más allá de difundir y que ahora materializa con la creación de una asociación para poder afrontar nuevos retos en un futuro.

De investigar para ayudar a su hija con un problema a crear la asociación española de intolerancia alimentaria y microbiota, ¿cómo ha sido la evolución?

Yo entro en esto hace cinco años, cuando mi hija se pone muy enferma. La llevé a mis compañeros digestivos, que le hicieron estudios, y me dijeron que la llevara al psicólogo o el psiquiatra, que todo era un problema de nervios y no tenía nada. Mi hija me dijo que no y al cabo de mes y medio, dos meses me dijo que ya sabía lo que tenía; que le habían dicho que era intolerante a la fructosa. Sin embargo, días después me dijo que si no le ayudaba, no podía seguir viviendo. Yo de esto no sé nada, yo soy urólogo y me habló de un grupo de Facebook en el que tenía que entrar -Intolerancia a la fructosa, sorbitol, lactosa, dao, gluten, sibo y parásitos-. Me tiré casi dos años en los que me acostaba a las doce y me levantaba a las cuatro y solo escuchaba y leía todo lo que se escribía y fui tomando notas y componiendo mis ideas, empecé a saber sobre la dieta Fomap y me di cuenta que los intolerantes a la fructosa podían tener muchas enfermedades. Además, hemos visto que algunos tienen una microbiota muy mal y si tratamos solo las intolerancias y no la microbiota no se van a curar. Queremos investigar y la mejor manera de hacer estas cosas es creando una asociación. Ya está la documentación depositada en el Ministerio de la Gobernación a la espera de que respondan como muy tarde en junio. El segundo objetivo era difundir y estamos en ello. El año pasado estuvimos en 14 ciudades y este año queremos estar en otras diez y empezar empezamos cursos formativos para nutricionistas y vamos a estar en Andalucía, la Comunidad Valenciana, Murcia y Baleares todo ello bajo el paraguas de la asociación.

¿Cuál es el objetivo de la asociación?

El primero y fundamental es difundir. Una asociación por sí mismo no cura, podemos orientar. Mi objetivo es convencer a los médicos del sector público y autoridades sanitarias. Calculamos que hay hasta 7 y 8 millones de personas en España con problemas de intolerancia alimentaria o alteraciones de la microbiota y si no lo tenemos en cuenta vamos a gastar mucho dinero en ellos, enfermos y sin poder trabajar ni tener vida. Además, lo que al principio no es una enfermedad psicológica cuando llevas años con ello, empieza a serlo. La segunda labor será recaudar dinero para investigar ya que si aportamos datos científicos nos será más fácil convencer a los médicos. Tenemos proyectado traer gastroenterólogos americanos en un congreso futuro para hablar sobre el sobrecrecimiento bacteriano y que nos cuenten sus experiencias en noviembre. También queremos crear una televisión en streaming con información para divulgar y llegar a los países sudamericanos.

Afirma que las personas con alguna intolerancia alimenticia no tienen una microbiota normal, ¿qué quiere decir?

A nivel del aparato digestivo viven unos bichitos que llamamos microorganismos que pueden ser bacterias, arqueas, hongos... Que realizan unas funciones; se comen nuestro alimentos pero nos aportan una serie de beneficios. Si estas bacterias no están en equilibrio no tenemos una buena salud. Estamos aprendiendo que la salud de las personas depende de los microorganismo que habitan a nivel intestinal. Cuando nacemos no hay microorganismos, el primer momento cuando entran en el aparato digestivo es durante el canal del parto, cuando el niño se pone en contacto con toda la flora vaginal de su madre y van entrando. Luego, durante la lactancia, y por eso se defiende ahora mucho, ya que la leche aporta 700 bacterias diferentes para poblar la microbiota de los niños. Sin microbiota no tendríamos un desarrollo normal, los niños serían bajo, pequeños y con un sistema inmunitario enfermo, es decir, necesitamos una microbiota sana para poder desarrollarnos adecuadamente. ¿Qué sucede? Que hemos creado una sociedad muy agresiva. Comemos miles de alimentos diferentes, estamos contaminados por todas partes y agredimos de manera continúa la microbiota. Hemos utilizado los antibióticos de manera desmesurada y hemos afectado nuestra microbiota. Habrá gente con un sistema inmunitario que puede aguantar estas agresiones y otros no pueden con los aditivos, la contaminación y productos químicos que se echan a los alimentos y que no sabemos si nuestro organismo está preparado para esas cosas.

¿Cuáles son los principales problemas en este aspecto?

La alimentación que tenemos actualmente no es sana, tenemos que volver a como comíamos en los años 50, con más comida porque veníamos de unas circunstancias especiales, pero tal y como comíamos es como deberíamos comer. Por ejemplo, a lo mejor no es bueno comer las frutas todo el año porque se conservan con cosas que desconocemos; tendríamos que volver a los productos de temporada, por no hablar de los procesados. Me da miedo leer lo que tienen y lo que estamos comiendo.

¿Cuáles son los síntomas?

Cuando tienes una alteración de la microbiota lo primero que puedes notar son problemas intestinales. Comes, te hinchas, acidez, a veces hay diarrea, otras estás estreñido... Después hay muchas personas con problemas extradigestivos como son el estar cansado, tener dolor de cabeza, sensación de frío, perder memoria y capacidad de concentración. Cuando esto continúa, el problema es que el intestino empieza a agujerearse y el contenido pasa al torrente sanguíneo y eso no debe pasar nunca. La digestión sabe lo que debe y no debe penetrar pero cuando deterioramos la mucosa intestinal no es capaz de regular. Se producen procesos inflamatorios intestinales y una inflamación crónica sistémica en todo el cuerpo que no te mata pero va perjudicando mucho, pueden aparecer intolerancias e incluso enfermedades autoinmunitarias. Esto es lo que pueden producir las alteraciones de la microbiota.

Entonces, ¿el problema de las intolerancias alimentarias es algo de nuestro propio organismo, sin más, o lo generamos nosotros?

Si tú naces, tienes un buen desarrollo y no estás expuesto a «agresiones», a tu microbiota no le debería pasar nada. El problema es que el ambiente en el que vives no es favorable, al igual que la alimentación. Desmontar eso es muy difícil, ¿cómo convencemos al Estado de que no debería haber productos procesado? Es muy difícil. ¿Cuál es nuestra labor? Convencer a la gente, pero esto no siempre es fácil.

Los afectados, ¿verán algún día revertir su situación o trabajamos en prevención?

Es un problema importante. Si empezamos a ser capaces de que la gente tenga una microbiota normal se irá curando la gente, hasta el punto en que seamos capaces de mejorar la microbiota, iremos mejorando. Hay enfermedades relacionadas con la microbiota que no se pueden curar en estos momentos como es la enfermedad de Crohn o la colitis ulcerosa, pero un paciente que lleve diez años con el parásito giardia, si le recuperamos la microbiota se cura. Si tiene una enfermedad celíaca y la controlamos, no podemos curarla pero con una dieta bien hecha y si recupera su microbiota, llevará una vida normal.

¿Cómo aborda la sanidad pública todo esto?

En este momento el papel que juega el sector público es casi nulo hasta para enfermedades muy conocidas como es la celiaquía. Si te haces un test genético en Andalucía los baremos que estudian son insuficientes, no analizan todos y resulta que por no hacerte una celiaquia bien hecha, sigues comiendo gluten y evolucionas negativamente por lo que te califican de sensibilidad no celíaca al gluten y es lo peor que te pueden hacer. No entiendo como la gente que se dedica a eso no ponen el grito en el cielo. Esta asociación pedirá una reunión para que en Andalucía se haga bien. También, el Ministerio de Sanidad hizo el año pasado un protocolo sobre un diagnóstico precoz para la enfermedad de celiaquía que contempla la citometría de flujo -una técnica- y no está en Andalucía.

Uno de sus próximos proyectos es lleva r acabo un estudio preliminar para ver la relación entre la microbiota con la fibromialgia, ¿por qué?

Hay muchas teorías sobre la fibromialgia y yo pienso que la microbiota juega algún papel; ya hay algunos trabajos que dicen que algunas bacterias a nivel intestinal están disminuyendo. Yo quiero hacer un estudio en 50 pacientes afectados y ver si encontramos un patrón con alteraciones de su microbiota para ver si podemos mejorarla -la microbiota- y tiene repercusión en los síntomas. Costará unos 20.000 euros que tenemos que buscar.

¿Qué otros proyectos hay de cara al futuro?

Investigar. Tenemos varios caminos, buscando ayudas en la universidad o montar el proyecto con médicos porque creemos que para demostrar esto hay que investigar y aportar datos científicos.