El plan Carteia se sustenta sobre tres patas. Según uno de sus miembros, interceptar un gran alijo no es tan importante como desarticular completamente una organización, por lo que a veces es preferible esperar a tirar completamente del hilo para desactivar desde el responsable de la organización hasta el punto que vigila en la costa los movimientos de las autoridades.

El segundo pilar es el económico. Esto supone concienzudas investigaciones sobre el patrimonio de los narcos que demuestren el origen ilícito de los mismos y, por tanto, permita «cortarles el grifo a ellos y a sus familiares». En este capítulo tiene una gran importancia arrebatarles las narcolanchas y los vehículos de tierra. «Poner en el agua una embarcación de este tipo les cuesta entre 200.000 y 300.000 euros, cifras que hacen mucho daño cuando conseguimos quitarles lanchas una y otra vez». En cuanto a los coches, hasta hace un año los narcos y sus familiares presumían de modelos de altísima gama sin ningún pudor, pero han entendido que ya es una forma absurda de señalarse: «Ahora lo normal es que se muevan en coche muy discretos, incluso de segunda mano».

El tercer punto es la corrupción interna. La Guardia Civil sabe que muchas organizaciones cuentan con ayuda de «agentes que hacen mucho daño al cuerpo» y los esfuerzos por acabar con ellos se han intensificado más que nunca.