«El día de las elecciones se coloca una rampa que es el tobogán de Estepona», ironiza Laura Moniche, de la Asociación Malagueña de Afectados de Polio y Postpolio (Amapyp).

Laura se encuentra junto a la entrada del Palacio de la Tinta, la actual sede de la Agencia Andaluza del Agua, que pese a contar con una entrada adaptada en un lateral del edificio, el domingo de las últimas elecciones generales no estuvo habilitada, así que en dos tramos de escaleras se colocaron sendas rampas de quita y pon, la segunda de ellas de mucha pendiente. Laura Moniche, que acudió en silla de ruedas, cuenta que su marido intentó ayudarle, pero al estar mal de la espalda «tuvieron que auparme dos policías». «La gente colabora pero lo que pedimos es autonomía», recalca.

En el caso de Carmen Serrano, también de Amapyp, cuenta por teléfono que votó en las generales en el Colegio de la Asunción y que tuvo que subir las escaleras «con dos muletas».

De la misma asociación es Soledad Díaz, que acompaña a Laura Moniche y recuerda que en su caso, votó en el Colegio San José de Carranque y que se topó con una rampa de quita y pon demasiado pronunciada para su carro eléctrico. «Me tuvo que ayudar la policía porque no me atrevía a subir», recuerda.

Acompaña a estas dos socias de Amapyp, delante del Palacio de la Tinta, Francisco Torres, de la Agrupación de Desarrollo Málaga Accesible, que recuerda que están en vigor dos leyes, una nacional (de 2013) y otra autonómica (de 2017), que no dejan lugar para la duda: «Todos los edificios tienen que ser accesibles», y con más inri, un edificio público como la Agencia Andaluza del Agua durante una jornada electoral.

Sin embargo, del dicho al hecho el trecho parece, de momento, kilométrico, por eso recuerda que, hace justo un año, la Agrupación de Desarrollo Málaga Accesible presentó un estudio de más de mil locales del Centro Histórico de todo tipo (bares, restaurantes, supermercados, farmacias, tiendas...) y concluyó que «el 75 por ciento eran inaccesibles». «Es decir, que no podíamos entrar; luego ya lo demás huelga, como la distribución del mobiliario o si el baño está adaptado o no».

En el caso del Palacio de la Tinta, Francisco Torres subraya que incluso si estuviera abierta la entrada adaptada, «necesitaríamos a una persona que nos acompañara, porque está cerrada con llave, luego tienes que entrar a un patio privado y subir por un ascensor». Como el resto, Francisco Torres destaca que lo que quieren las personas con movilidad reducida es autonomía y no pedir ayuda a nadie.

Sin cabinas adaptadas

Otro problema, advierte, es la falta de cabinas adaptadas en los colegios electorales de Málaga. «No tenemos intimidad, a mí me ve todo el mundo lo que voto», lamenta Laura Moniche.

Francisco Torres critica además que hace cerca de diez años que no se reúne el Consejo de Accesibilidad del Ayuntamiento, del que formó parte, «el único órgano que tiene poder para, por lo menos, insistir y plantear las necesidades de las personas con discapacidad». Por último, pide a las administraciones, «sencillamente que cumpla la ley» en materia de accesibilidad.

El próximo domingo, muchos malagueños con movilidad reducida volverán a tenerlo difícil para ejercer su derecho al voto.