La sensibilidad se le despertó cuando hace algo más de un año un amigo que vive en su barrio, el Camino de San Rafael, tropezó con las asas «por encima de la rasante» de una arqueta en plena calle. «Se fue de cabeza al suelo y no recuperó el conocimiento hasta que lo atendieron en la ambulancia», destaca.

Y lo que ya le decidió a actuar hace un mes fue el accidente de un vecino de su bloque, que también se cayó de cabeza al tropezar «con dos placas de solería levantadas en la calle La Unión».

A partir de ahí, Alfonso Blanco, malagueño de 72 años y que ha trabajado toda la vida en la industria de las cocinas, comenzó a fijarse con detenimiento en las rejillas para el agua de lluvia que, valga la redundancia, inundan Málaga entera, «en especial en los pasos de cebra».

Descubrió que son potencialmente peligrosas, un riesgo de accidente porque no están reguladas y su anchura suele ser más amplia de lo que debería.

«Estamos en el país de las normativas y esto también lo tenían que regular, pero aunque antiguamente la anchura era más pequeña, ahora mismo hay por lo menos de cinco tipos: de 30, de 28, de 25, de 22 milímetros...», enumera.

Y a mayor anchura, más riesgo de que se produzca un accidente. Para demostrarlo, ha localizado más de 40 de estos absorbedores de aguas pluviales con un anchura excesiva, entre dos rutas a pie entre el Camino de San Rafael y calle Córdoba.

Y para dar fe del peligro, ha pedido prestado un andador a un amigo y ha comprobado cómo las patas caben perfectamente en todas esas rejillas. «Hablamos de personas con movilidad reducida, que son las menos favorecidas y que pueden tener un accidente», advierte.

Además de los andadores, también tienen riesgo de quedarse enganchados los carritos de las compra, muchas sillas de ruedas y las bicicletas de carreras, que tienen ruedas finas.

A su juicio, «o se homologan las sillas de ruedas que la administración da a las personas con movilidad reducida o se reduce la anchura de estas arquetas».

En su opinión, esta última sería la solución más razonable: homologar los absorbedores de aguas pluviales, para que la anchura entre las rejas sea menor de 25 milímetros, que es la anchura de la pata de un andador, de muchos carritos de la compra, de sillas de ruedas que entrega la Seguridad Social y de las ruedas de bicis de carreras. «Con esta medida, hemos quitado el 80 por ciento de los accidentes», sostiene.

En el sentido de la marcha

También aprovecha para alertar sobre la forma en que se colocan las rejillas, y que Alfonso Blanco cree que se ponen al tuntún; eso explica que, delante de la estación de tren Málaga-Centro-Alameda, haya cinco rejillas, unas colocadas en sentido de la marcha y por tanto propensas a provocar accidentes, y otras, a 180 grados. «Bastaría con que estuvieran así, a 180 grados, para que no pudieran meter las ruedas». Pero con que el Ayuntamiento instalara a partir de ahora rejillas más estrechas, Alfonso Blanco se daría por satisfecho.