Los profesores de la Universidad de Málaga Francisco Rodríguez Marín y Matías Mérida y el empresario Francisco Sánchez enviaron ayer lunes a la Consejería de Cultura de la Junta de Andalucía y el Ministerio de Cultura sendos detallados expedientes de 62 páginas para declarar La Farola de Málaga Bien de Interés Cultural.

Los proponentes recuerdan que aunque la bicentenaria Farola cuenta desde 2010 con nivel de protección arquitectónica I en el catálogo de edificios protegidos del PGOU, y está incluida en la base de datos del Patrimonio Inmueble de Andalucía, del Instituto Andaluz del Patrimonio Histórico, algo que imposibilita su demolición, esta protección no garantiza «la conservación de sus valores simbólicos, a través de la declaración de un entorno de protección, o la protección de los bienes inmuebles que se consideren parte indisociable de la arquitectura».

A este respecto, el expediente recuerda que «el deteriorado interior del inmueble hace evidente la insuficiencia de la protección urbanística».

Entorno de protección

Francisco Rodríguez Marín, profesor de Historia del Arte, experto en Patrimonio Industrial y uno de los autores del catálogo de protección arquitectónica del Pepri Centro y el PGOU, explicó el pasado lunes a este diario que con la protección actual, «si mañana quiero poner al lado un restaurante acristalado y agredirla visualmente, no hay nada que lo impida», por lo que una declaración BIC, «implica un entorno de protección y no quiere decir que no se pueda construir pero sí que la comisión provincial de Patrimonio o en este caso el Ministerio de Cultura tiene que autorizar para que no la agreda».

Rodríguez Marín también se refirió a los bienes inmuebles de La Farola y destacó que su declaración como BIC impediría que en un futuro se le retirara la maquinaria por la que fue construida. «La Farola está en uso y nos parece importante que esa seña de identidad se mantenga, algo que no contempla el PGOU. A la hora de proteger un edificio como este, es importante también proteger su función», argumentó.

«Se trata de un inmueble arquitectónicamente interesante que no deja de ser Patrimonio Industrial, porque los transportes también tienen que ver con la revolución industrial; de hecho, se planteó hacer el faro con motivo del apogeo comercial de Málaga en el siglo XVIII, aunque se construyera en el XIX, por el incremento de los barcos cuando Málaga era una gran potencia industrial».

El profesor explicó además que el expediente presentado ha querido ser lo más detallado posible para facilitar el trabajo a las administraciones, de ahí que incluya información sobre la historia de su construcción, la descripción del inmueble, el estado de conservación, los valores patrimoniales, la caracterización paisajística del inmueble, bibliografía y una amplia documentación gráfica que demuestra que La Farola es un símbolo de Málaga que ha sido inmortalizada en cuadros de grandes maestros, publicidad desde el siglo XIX, revistas, carteles, grafitis, postales, fotos y grabados.

Por último, señaló que la solicitud se envió el lunes, tras las elecciones, «para evitar malinterpretaciones políticas».

Para el profesor de la UMA «es importante que los malagueños sepan que su icono más representativo lo van a seguir disfrutando las generaciones futuras como ellos lo han visto».