Llevan trabajando toda la vida: José Manuel Extremera desde los 13 años, cuando entró en el desaparecido Icona, y Antonio López, «desde que tengo memoria», comentaba ayer.

Son dos trabajadores del Infoca, mayores de 60 años y paisanos de Canillas de Albaida, que ahora realizan tareas para la Consejería de Medio Ambiente de la Junta. «Con una ley nueva, a partir de los 60 ya no puedes entrar en los incendios», explica José Manuel, que ha trabajado de bombero forestal desde 1972.

Estos dos modélicos trabajadores, junto con un tercer compañero, que no pudo hablar ayer con La Opinión por enfermedad de un familiar, son los que en estas dos últimas semanas han trabajado junto a las pistas de tenis de los Baños del Carmen para vallar la pequeña parcela en la que crece la siempreviva malagueña o Limonium malacitanum, una planta en peligro de extinción porque crece en acantilados marinos y sitios de costa y resulta que en España tenemos la inquietante costumbre de urbanizar y plantar paseos marítimos allí donde pueda quedar una playa virgen.

Además de vallar la zona, que contará con un cartel informativo sobre esta especie, los operarios del Infoca han dejado la parcela como una patena, de hecho, justo al lado hay una cuba entera llena de piedras, escombros, botellas y todo tipo de basura.

«Ahora está más protegida y va a aguantar más», confía José Manuel Extremera, que explica cómo las plantas, nada más limpiarlas de tanta basura, han comenzado a florecer. «A las viñas les pasa lo mismo, es como si las regaras», comenta. Porque las siemprevivas malagueñas no necesitan riego. «Esto, nada más que con el marismo», aclara. La cercanía del mar es su mayor fuente de vida.

La prueba de que este es su hábitat la tenemos en las cerca de 70 plantas que han retirado en otras zonas de las pistas de tenis, a veces en apenas una línea de tierra entre los dos campos de juego. De las siemprevivas extraídas algunas se han replantado en la zona vallada (y estas sí han sido regadas para que agarren), mientras que otras han ido a Nerja y a un vivero de Sevilla.

El del Balneario del Carmen puede convertirse a su vez en un prometedor vivero para tratar de revertir la presencia casi simbólica del Limonium malacitanum, que pervive en unos pocos núcleos entre el Castillo de Santa Clara, en Torremolinos y Marina del Este, en La Herradura, en Granada.

Aunque estén por encima de los 60 años, ni a Antonio ni a José Manuel les faltan fuerzas ni ganas para un trabajo bien hecho. Antonio cree que en este tipo de labores «hay que meter gente joven, y que trabajen en vez de darles paga».

Si finalmente trasladan a otro sitio las dos pistas de tenis -ya sin funcionamiento- ha quedado demostrado que la siempreviva malagueña puede extenderse y seguir luchando por sobrevivir.