El posible hallazgo de huellas en Álora de un 'Australopithecus afarensis' que podría tener algunos cuantos millones de años, sin duda dejará algo perplejos a todos esos nacionalistas rancios (y algunos de ellos, directamente racistas) que consideran que su nación es una realidad inmutable y superior que atraviesa los siglos y castiga a los patriotas tibios.

Pues habrá que decirles eso de 'y un cuerno' (ya puestos, de 'Ceratotherium', antepasado del rinoceronte).

El mundo es bastante más viejo que las naciones modernas, un invento posterior a la Revolución Francesa que eclosiona como quien dice ayer: en el XIX.

Dicho esto, emociona saber que es posible que por tierras perotas se introdujeran desde tierras africanas los primeros homínidos que caminaron erguidos, familiares lejanos de la celebérrima Lucy, la australopiteco localizada en 1974 en el norte de Etiopía y a la que se le calcula una edad superior a la de Matusalén: 3,2 millones de años. Su nombre, como saben, se debe a la canción de los Beatles que escuchaban los arqueólogos por esos días: Lucy in the sky with diamonds.

Las posibles evidencias de Álora bien podrían dar pie a nuevos descubrimientos, quién sabe si en nuestra Málaga capital, porque hace tiempo que esta sección se da una vuelta periódica por el final de la calle Agua, una zona en la que no hay constancia de alcaldes y concejales desde hace miles de años, por su estado de perenne abandono.

Pero sobre todo, lo que podría dar pistas a los arqueólogos son las posibles evidencias de una importante industria lítica, como ya aventuramos hace tres años.

Cualquiera que se dé una vuelta por este terrizo lleno de cagarrutas y matas secas (sigue siendo calle Agua, aunque no lo parezca en absoluto), descubrirá que unos sujetos anónimos, posiblemente malaguitas neandertales o australopitecos, se han dedicado a arrancar bloques de piedra de un murete y a expandirlos por el terrizo en algún tipo de ritual de bienvenida a la edad cazurra.

Algunos de estos bloques están espurreados por el terreno pero otros parecen formar un círculo. ¿Estaríamos ante la primera tertulia de la historia?

Resulta difícil concluir que mantuvieran algún tipo de actividad intelectual como no fuera discutir sobre el amago de salida del Madrid de Sergio Ramos.

El círculo tertuliano está presidido por una butaca vieja que podría corresponder al jefe de la tribu. A su lado hay un pequeño 'altar' con botellines rotos de cerveza, ¿alguna iniciación mágica para atraer la cogorza?

Todas estas pistas las deben investigar a fondo los arqueólogos, no sea que los australopitecos de Álora o sus primos de Málaga hubieran acudido a una despedida de soltero al barrio de la Victoria y la Humanidad siga sin saberlo.