­El presidente de la Confederación de Empresarios de Málaga (CEM), Javier González de Lara, fue reelegido en su cargo el pasado martes para dirigir los destinos de este colectivo durante los próximos cuatro años, encadenando su tercer mandato al frente del mismo. González de Lara, que preside también la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA), recuerda a los políticos, ahora que ha acabado el agotador ciclo electoral (andaluzas, generales, locales y europeas en menos de seis meses), que los ciudadanos y las empresas tienen «derecho» a una «estabilidad institucional y política» y a una «seguridad jurídica» que permita seguir afrontando los retos de futuro. Y es que, pese a la mejora de la economía, el paro sigue siendo el gran problema de la sociedad. González de Lara habla de todas estas cuestiones con La Opinión de Málaga.

Acaba de ser reelegido por unanimidad como presidente de la CEM, ¿qué objetivos se marca para este nuevo mandato que ahora inicia?

Mantener el rumbo adecuado que creo que hemos sabido implementar estos años anteriores con trabajo, constancia y humildad. Le doy mucho valor a tres conceptos en la CEM. Uno, el rigor: somos una organización respetada por sus planteamientos en los temas económicos y sociales. En segundo lugar, la independencia, tanto desde el punto de vista político como institucional, algo que tiene también sus difíciles equilibrios, sobre todo en esos meses de continuos procesos electorales. Y en tercer lugar, la reputación, tenemos que saber transmitir una imagen real del mundo empresarial: personas que son capaces de generar riqueza y empleo con su esfuerzo y trabajo. Siempre digo que no hay nada más progresista que ser empresario para generar empleo y valor añadido en la sociedad.

El pasado martes ensalzó la unidad empresarial que hay en Málaga. La candidatura que encabezaba ha sido la única presentada y contaba con un respaldo abrumador. ¿No hay discrepancias entre los 45.000 asociados a la CEM?

Sí, claro, pero no sobre el liderazgo. Las hay sobre la forma de entender la gestión empresarial y por los propios intereses de cada uno. Por ejemplo, en el comercio está la gran distribución, los pequeños comerciantes, la hostelería... el mundo empresarial es muy heterogéneo y, si lo pensamos, lo que nos distingue es que entre nosotros nos hacemos continuamente la competencia. Así que en la CEM tenemos que aglutinar a 45.000 asociados que compiten entre sí. Pero afortunadamente, todos han pensado que no hacían falta más candidaturas y que no teníamos ninguna crisis de liderazgo. Y eso es algo a valorar. Además, los empresarios de Málaga son muy inteligentes y ven que en estos años hemos alcanzado también la presidencia de la CEA. Así que han decidido que lo importante ahora es respaldar, vertebrar. Para mí todo esto es un orgullo y una responsabilidad.

Preside la CEA desde 2014, ¿se planteó en algún momento no presentarse a la reelección en la CEM ante sus responsabilidades andaluzas?

Nunca he tenido dudas porque poseo la fortaleza de estar rodeado de grandes equipos en ambas confederaciones. El que diga que no tiene o no necesita equipo se equivoca, ya sea en el ámbito político, profesional o empresarial. Es muy importante saber distribuir las tareas y así la carga se hace menos pesada. Me he recorrido 600.000 kilómetros en los últimos cinco años por toda Andalucía, y he estado pendiente de todos los problemas que hayan podido surgir en las 800 asociaciones adscritas a la CEA. Pero dicho esto, Málaga para mí es imprescindible porque es la base territorial que sostiene mi propia posición dentro de CEA. Es un sobreesfuerzo necesario y positivo, en un momento en el que se hace muy preciso que el posicionamiento de Málaga tenga cada vez un mayor predicamento en todos los ámbitos de Andalucía.

En la asamblea electoral del pasado martes en la CEM reclamaba a los políticos que dejan el tacticismo y ofrezcan a ciudadanos y empresas una estabilidad institucional. Parece que en la política española, a todos los niveles, esa voluntad se ha perdido.

Es verdad que hemos vivido unos meses muy complicados porque el propio Gobierno andaluz ha empezado su acción política muy condicionado por las propias convocatorias de elecciones (generales, locales). Así es muy difícil gobernar porque el tacticismo y la estrategia electoral imperan y priman. Pero, no obstante, soy positivista y pienso que a partir de finales de junio va a haber una realidad distinta. Quienes tengan responsablidad de gobierno, ya sea nacional, autonómico o local, van a estar en una clave de mayor serenidad y responsabilidad, al no estar en tanta tensión por las elecciones. Hemos votado mucho en estos meses, lo cual es magnífico, pero también es cierto que eso provoca una parálisis en la Administración. Toca ahora entrar a gobernar con naturalidad, pactando, sin cinturones sanitarios ni condicionantes. Se va a volver a la sensatez, algo que desde el mundo empresarial reivindicamos.

Llevamos ya algunos meses con un Gobierno del PP en la Junta de Andalucía

Sí, sobre todo un cambio de actitud, un ánimo de hacer cosas distintas, sin perjuicio de lo que hayan podido hacer gobiernos anteriores. El nuevo Gobierno andaluz ha entrado con muchas ganas, con ilusión. Decía antes que es difícil gobernar con las tensiones de los procesos electorales. Pero tiene mérito que en ese escaso tiempo se hayan sacado medidas importantes como la bonificación de Sucesiones y Donaciones, del impuesto de actos jurídicos documentados, el tema del tramo autonómico del IRPF. Y no son sólo medidas puntuales. Hablamos de una visión de calado sobre consolidación fiscal, sobre control del gasto público o sobre presupuestos. Se nota la intención de cambio y vemos que hay también un interés por estar próximos al tejido productivo. Creemos que la empresa debe ser el eje fundamental del desarrollo económico.

Usted ha criticado a menudo que la burocracia y las actuales normativas entorpecen las posibilidades de las empresas andaluzas de ganar tamaño, ¿espera que eso cambie?

Lo espero y estoy convencido de que lo vamos a lograr. Ya hemos tenido varias reuniones con las distintas consejerías para suprimir trabas administrativas y hay una voluntad importante de simplificación normativa. Otra cosa es que lo consigamos pero toca ser paciente. Va a ser un ejercicio complejo pero las principales demandas empresariales se tienen en la mesa como prioridades y eso es ya importante.

Se crean muchas empresas, pero el paro continúa muy alto, ¿cuál su diagnóstico de la situación? ¿las políticas activas de empleo deben replantearse?

Hay que darles un repaso de forma permanente, y me consta que la consejera de Empleo, Rocío Blanco, tiene firme voluntad de hacerlo. Hay una intención relevante de mejorar la inserción, la cualificación y la formación de los trabajadores y de aquellas personas que optan a un puesto de trabajo. Se nos viene encima un reto de digitalización en las empresas y de necesidad de nuevos profesionales. Por eso hay que mejorar la gestión del Servicio Andaluz de Empleo (SAE) y de la atención a los demandantes de empleo. Hay empresarialmente hablando muchas ganas de invertir y de volver a recuperar la confianza en Andalucía, y eso hay que ponerlo en valor, rompiendo la imagen muchas veces distorsionada de esta tierra.

Un informe de la Central de Balances de Analistas Económicos de Andalucía, del Grupo Unicaja, decía recientemente que el 60% de las empresas malagueñas ya tiene beneficios, mejorando el 57% de 2008. ¿No deberían subir ya algo más los salarios?

Es así. Las empresas quieren mirar al futuro con optimismo pero siempre con la ilusión de que haya seguridad jurídica, certeza económica y estabilidad institucional. A partir de ahí, las empresas van a tener que hacer su trabajo de adaptarse a un mercado cada vez más exigente. En 2018 ya sugerimos un acuerdo a nivel nacional de subida salarial con hasta dos puntos de incremento y por encima del IPC. Siempre hemos tenido una visión social. Lo que hemos dicho es que la economía tiene que ayudar y si no hay beneficios no se pueden repartir dividendos entre socios ni partícipes ni tampoco hacer mucho más que sobrevivir con tu empresa. Han sido años muy duros de crisis. Estamos ahora a la espera de la evolución de la economía pero la intención es siempre mejorar y dignificar el salario de los trabajadores. El que diga otra cosa se equivoca. El buen empresario busca tener a su personal bien atendido.

Tras las elecciones locales Francisco de la Torre

Lo que hay por fin es un equilibrio entre esas dos grandes urbes, y eso es positivo para vertebrar mejor el territorio. Por fin Málaga tiene su espacio desde el punto de vista político y de territorio. Tenemos dos presumibles alcaldes en Málaga y Sevilla (lo digo porque aún tienen que tomar posesión del cargo) que tienen carisma y que lo han hecho muy bien. Que sean de distinto signo político es lo menos. Lo importante es su compromiso con su ciudad. Desde que está Espadas se está viendo una evolución muy positiva en Sevilla, y eso es algo que hay que celebrar. Y desear también que Málaga siga también creciendo y progresando. Creo que ambos son dos referentes, dos personas con templanza, prudencia e inteligencia. Ojalá sigan construyendo algo por lo que los empresarios hemos apostado mucho: el eje Málaga-Sevilla. Desde el punto de vista económico, empresarial y de inversiones es algo fundamental para Andalucía.

La Cámara de Comercio también ha activado su proceso electoral, con unas elecciones que tendrán lugar a la vuelta del verano. Jerónimo Pérez Casero es el presidente desde 2003, encabezando la candidatura de la CEM. ¿Qué planes tienen?

Es todavía pronto para saberlo. La CEM siempre articula una candidatura para la Cámara de Comercio. Tenemos interés en volver a hacerlo para que haya una sintonía entre ambas instituciones. Pérez Casero es una persona muy querida y valorada y él, en un gesto que le honra, se ha puesto a disposición de la CEM para lo que haga falta. Pero hay que esperar no obstante a que el proceso evolucione para saber cómo será la candidatura.