El Observatorio Municipal de Medio Ambiente Urbano de Málaga (OMAU) ha hecho públicos los datos de los primeros informes previos a la elaboración de Alicia, el Plan del Clima 2050 para la ciudad de Málaga. Vinculado estratégicamente a la Agenda Urbana, pretende alcanzar la llamada 'neutralidad carbónica' en el horizonte de 2050, tal y como han acordado algunas ciudades europeas y señala la Comisión Europea en sus previsiones para 2030 (en lugar de reducir las emisiones el 40%, llegar hasta el 55%, y la neutralidad en 2050) dadas las preocupantes situaciones derivadas del cambio climático para el metabolismo urbano, la biodiversidad, el propio ser humano y las relaciones económicas.

«Estos informes se han elaborado para tener unos datos previos y saber a qué se enfrenta la ciudad antes de poner en marcha el plan previsto, cuáles son las fuentes de consumo energético de la ciudad o cuáles son las actividades que más contribuyen a la contaminación ambiental, así como una evaluación de riesgos y vulnerabilidades por barrios sobre los efectos del cambio climático», explica Pedro Marín, director del OMAU.

Los estudios realizados en el marco previo a Alicia reflejan los datos evolutivos de aspectos como el consumo energético, emisiones de CO2 desde el año 2002 hasta 2017, entre los que se encuentran la reducción de éstas a niveles de hace quince años, pero también se destaca el hecho de «la peligrosidad en las consecuencias del cambio climático, como por ejemplo está siendo el aumento de la temperatura en la provincia o las modificaciones que están sufriendo los periodos de lluvia. A la vista está lo ocurrido el pasado mes de octubre en la zona norte».

Gases de efecto invernadero

En este periodo uno de los aspectos que más ha aumentado en Málaga han sido las emisiones de gases de efecto invernadero, un crecimiento asociado a la evolución económica. Existe una tendencia hasta el año 2008 de aumento de los consumos energéticos y emisiones de CO2, sin embargo, la tendencia se ha revertido desde 2008 hasta el pasado año, y se ha situado en niveles similares a los de 2002. En la actualidad, los sectores que más contribuyen a esta emisión son los asociados a la industria, el puerto, el aeropuerto y la agricultura.

Junto con el estudio de la situación ambiental que vive Málaga respecto a las emisiones, el observatorio plantea algunas reducciones que califica de «necesarias» para alcanzar los objetivos del Pacto de Alcaldes para el Clima y la Energía al que el Consistorio se adhirió el pasado octubre y por el que se reconoce el 2050 como «un futuro estratégico en el que se compromete a alcanzar la neutralidad en carbono».

Para conseguir este objetivo, el OMAU a través del Plan del Clima que se prevé realizar en unos meses estimará las acciones para lograr una reducción progresiva y conseguir que de los casi 2,5 millones de toneladas actuales, se pase a 1.330.348 millones en 2030 y alrededor de los 207.000 en la fecha límite, el año 2050.

«Ya lo sabíamos, pero tras realizar los estudios hemos confirmado que nos enfrentamos a un cambio bastante grande en el que por ejemplo, el mayor responsable es el consumo de gasóleo tipo A, es decir, los diésel, coches, aviones o camiones que son los que más aportan». Reducir este problema ambiental como plantea la Comisión Europea para los años 2030 y 2050, «requerirá esfuerzos tremendos por parte de todos», destaca el director de OMAU.

El transporte es el sector que más contribuye, después de actividades como la del aeropuerto o el propio puerto, a la emisiones de CO2 de Málaga capital y en particular, el transporte privado y comercial, pues llegan a constituir el 32% de las emisiones .

Las actividades industriales, puerto, aeropuerto y agricultura conforman el 45 por ciento de la emisiones totales.

Las alternativas reflejadas en el plan favorecen un reparto modal de la movilidad urbana, en particular el transporte público y el uso de la bicicleta. Con estos actos se conseguiría una reducción del 20%, contando como punto de partida las medidas de hace cuatro años. A esto se suma una disminución del uso motorizado en trasporte privado, con el que sería posible llegar al 40% en 2025. Además, también proponen como alternativas el uso de combustibles y vehículos no convencionales como los híbridos, así como fuente de gas licuado de petróleo, también conocido por las siglas GLP, junto con la electricidad como combustibles alternativos. En general, todas las ciudades españolas se encuentran en la misma situación que Málaga, pero Marín señala que «un ejemplo a seguir sería Estocolmo, que empezó a trabajar contra el cambio climático en 1991, por lo que ya vamos con mucho retraso. España por culpa de la crisis económica no ha aprovechado estos últimos diez años para hacer avances, por lo que ahora los tenemos que hacer con prisas. En ocasiones, estas decisiones bruscas son difíciles y nos sitúan entre la espada y la pared, por lo que o nos damos cierta prisa o vamos a tener serios problemas».

Todos estos datos están reflejados en los informes previos a Alicia, tras los cuales el OMAU elaborará este plan. «Ahora lo que vamos a hacer es constituir las mesas de trabajo energéticas junto con el Ayuntamiento y los técnicos externos al este, para de este modo comenzar a elaborar las acciones definitivas de actuación del plan, así como los programas y el presupuesto necesario para llevarlo a cabo, algo que no se finalizará hasta dentro de unos meses. Finalizado, el plan tiene que contar con la aprobación de la Junta de Gobierno y el pleno municipal», explica Marín.

El plan forma parte de la estrategia a largo plazo propuesta por la Comisión Europea para que la economía desarrollada en los países de la UE pueda llevarse a cabo con bajos niveles de carbono, unas acciones en consonancia con el Acuerdo de París, por el que se insta a mantener la temperatura global muy por debajo de los 2ºC y proseguir con los esfuerzos de mantenerlo en 1,5ºC.