A Salvador Rodríguez Artacho la experiencia universitaria en Japón le cambió la vida y abrió muchas puertas. Convertido en un experto en Japón, habla del cambio de emperador y de la beca que disfrutó y que recomienda que soliciten los estudiantes de Málaga.

Hace unos días abdicó Akihito. ¿Cuándo fue la última vez que abdicó un emperador japonés?

Japón tiene una tradición, relativamente prolongada en el tiempo, de abdicaciones imperiales. La última fue la del Emperador Go-Kôkaku que abdica en favor de su hijo, el Emperador Ninkô, en 1817. Por lo tanto llevaba 202 años sin abdicaciones.

El nuevo emperador Naruhito, como su padre, será el Jefe del Estado de una monarquía democrática. ¿En qué se diferencia del papel del Rey de España?

Jurídicamente, no ostenta la Jefatura del Estado en la Constitución Japonesa de 1946, mientras que la nuestra sí. Ello no es óbice para que el tratamiento dado al Emperador sea, protocolaria y en especial, simbólicamente, la de Jefe de Estado. Es Jefe de Estado ceremonial o solemne. Es realmente la encarnación constitucional de la figura monárquica simbólica en su máxima expresión, más aún que la nuestra e incluso que la británica.

En nuestro país una minoría cuestiona la Monarquía. ¿Se da este fenómeno en Japón?

Ninguna monarquía democrática que se precie puede permitirse el lujo de no tener un movimiento que la cuestione. Pero el fenómeno no es ni beligerante ni radical en Japón. Puede citarse el Partido Comunista de Japón, con 12 miembros en la Cámara de Representantes. No es en puridad abolicionista, ya que -en el fondo- sostiene que Japón no es una «monarquía» al estilo de las europeas, sino una figura simbólica. No obstante, aunque haya movimientos que la cuestionan la aceptación pública de la institución es alta

Nada más terminar Derecho fue becado por el Ministerio de Educación japonés para estudiar un año en Japón y preside una asociación de exbecarios españoles. ¿En qué consisten esas becas Monbukagakusho?

Se conocen como las «becas monbusho» a las becas del Ministerio de Educación japonés. La que disfruté era la del programa de posgrado para graduados de universidades españolas (o alumnos de último curso) para realizar una investigación en su campo de especialidad en una universidad japonesa. Uno se convierte en kenkuysei o estudiante investigador. Precisamente, la última convocatoria finalizó ayer, 2 de junio. En esos casos, recomiendo comprobar la información con la Embajada japonesa además de las bases. Una vez acaba el programa, el investigador debe regresar al país de origen, si bien puede prolongar su estancia si logra superar las pruebas de acceso a algún programa de máster o de doctorado en alguna universidad japonesa. Es la apuesta más generosa y comprometida de Japón en materia educativa para atraer talento investigador. El programa de becas se ofrece en unos 165 países y se creó en 1954. En 2014 se cumplió el 50 aniversario del comienzo en España. La Asociación de Exbecarios españoles del mombusho en Japón (Aemej) se crea en 1997 por antiguos exbecarios. Por su parte, la Embajada de Japón ha cuidado mucho a este colectivo. Todos los años suele organizar una recepción en la residencia del embajador, entre nuevos y antiguos becarios. Este año fue en honor a los ocho becarios kenkuysei de la convocatoria 2019. Irán a las prestigiosas universidades de Tokio, Kyoto, Sofía , Waseda, Sokendai y Nagoya.

¿Quién las puede solicitar?

Es un programa muy abierto, aunque con un límite de edad: sólo para los nacidos después del 2 de abril de 1985. Se ofrece a estudiantes internacionales graduados o que se gradúen este año para investigaciones en universidades japonesas en sus respectivos campos de interés. Han de presentar una solicitud conforme a las bases que publica el Ministerio o la Embajada de Japón en Madrid y es muy importante que ya hayan realizado algún contacto con algún profesor de alguna universidad japonesa de cara a poder incluirle como persona de referencia para la investigación. En general, hay más peticiones de carreras técnicas, en que Japón es puntero, como biología, robótica o ciencias de la salud, pero me consta que hay mucho interés por atraer a estos programas perfiles en relaciones internacionales, ciencias políticas, economía y derecho. No es imprescindible saber japonés, pero cada vez el nivel es más alto. Sí se exige «mostrar interés en aprender el idioma, interés por Japón y por profundizar los conocimientos sobre el país».

¿Cómo fue su experiencia?

Me puse a estudiar japonés con un año de antelación (todavía sigo). Permanecí desde octubre de 1996 hasta agosto de 1998. Estuve con el profesor Kiyohiko Kuroda de la Universidad de Nazan. Quizás suene a tópico, pero fue un experiencia sobresaliente, muy estimuladora, a veces sorprendente por la unicidad y singularidad del país, cultura y gente, gratamente enriquecedora. Además, es un privilegio. Te sientes mimado y protegido. Tienes un alto reconocimiento allí, pero también una vigilancia y un seguimiento, pues Japón te ha escogido para invertir en ti.

¿La recomendaría a los estudiantes malagueños?

Sí, encarecidamente. Quien apueste por Japón posiblemente logre encontrar su particular ventana de oportunidad para trabajar en algo que viva de las sinergias entre la ciudad de la biznaga y el país de la sakura (el cerezo en flor).