En 1713, la Guerra de Sucesión entregaba el peñón de Gibraltar al Reino Unido, que sumaba una nueva pieza a lo que luego seria una larga cadena de territorios con ‘recovecos fiscales’ por todo el globo, paraísos incluidos.

Semejante hecho histórico no frenó la construcción en Málaga, al menos en uno de sus sectores más boyantes de la época, el de los edificios religiosos. En 1713, sin ir más lejos, se concluía una preciosa ermita de la Hermandad del Rosario de la Aurora ermita de la Hermandad del Rosario de la Aurora, completada por un camarín en forma de torreón octogonal en el barrio de El Perchel (ese que nuestro Ayuntamiento, cada vez que le entra el ‘avenate borrico’, convierte en el inexistente barrio de Trinidad-Perchel.

Tres lustros más tarde, la hermandad cambió de sitio y fueron las monjas dominicas de la Divina Providencia (las catalinas) las que se hicieron cargo de la ermita, convertida en capilla de las monjas.

La ermita, sin embargo, tuvo una vida fugaz porque hacia 1775 las catalinas se mudaron a Andrés Pérez y la conocida como Casa de las Monjas del Perchel se transformó en casa de vecinos.

En 1998, la Casa de las Monjas, que tenía pinturas murales, fue demolida. Se salvó de la salvajada inculta el camarín, que se quedó exento, convertido en un torreón de unos 10 metros de altura, integrado en una promoción de viviendas de alquiler de la Junta, la de la plaza de la Imagen, 6.

El año de su tercer centenario, en 2013, La Opinión alertó del estado lamentable del camarín, olvidado por la administración autonómica, que tras la publicación del artículo tapió la entrada, en la que todavía se apreciaban lemas y florituras barrocas.

Seis años más tarde, queda claro que la visita de la administración autonómica tras el reportaje se limitó a ese tapiado y a que el camarín siguiera envuelto en unas mallas, para evitar que a los vecinos les cayeran encima trozos del Barroco malagueño . Triste consuelo.

En marzo de 2016 Ciudadanos lo intentó con una moción que reclamaba a la Junta que lo rehabilitara e incluso que estudiara si se podía hacer visitable. El entonces concejal del partido naranja, Alejandro Carballo, se lamentaba del «urbanismo atroz» que había permitido demoler el antiguo convento. Por suerte, recordó que quedaba «como auténtico monumento al olvido», el camarín tricentenario.

La moción fue aprobada por unanimidad, pero la Junta, durante la etapa socialista, no se dio por aludida.

Por suerte, las tornas políticas han cambiado. Desde hace medio año la Junta la gobiernan PP y Ciudadanos, así que ya no tendrán que lamentar la desidia del anterior equipo socialista sino ponerse manos a la obra. Será estupendo para el Patrimonio de Málaga si cumplen lo prometido. Bueno es que lo recordemos, no se les vaya a olvidar.